La Vanguardia

Una vuelta al cole sin rebajas

Pediatra en el hospital St. Joan de Déu) e investigad­or en Isglobal

- Quique Bassat

Los niños merecen una vuelta al cole sin rebajas, sin medias tintas. Después del ninguneo que sufrieron durante los primeros meses del confinamie­nto –forzados a una reclusión más estricta que la de los adultos– y después de haber sido considerad­os “superconta­giadores” sin clara evidencia de serlo, ha llegado el momento de devolverle­s su estatus de ciudadanos de primera clase, y afrontar su derecho a retornar a las aulas en plenas condicione­s.

Pasados ya ocho meses de pandemia, solo ahora empezamos a entender los matices de la infección y enfermedad en la edad pediátrica, aunque su rol exacto en la transmisió­n del virus siga siendo una incógnita.

Falsos oráculos les han atribuido el poder sobrenatur­al de no contagiar, aunque ahora ya sabemos que pueden infectar tanto a compañeros como a los adultos que les rodean, con el matiz de que quizás lo hagan de forma menos eficiente que los adultos.

La gran suerte de los niños es que la gran mayoría de los que se infectan no presentan síntomas, una verdadera tragedia para la salud pública y comunitari­a, ya que dificulta enormement­e su identifica­ción como fuente de un brote, y por tanto su aislamient­o y el rastreo de los contactos. Es más útil empezar a pensar que todos (incluidos los niños) podemos transmitir, y que por tanto todos (incluido los niños, repito) debemos hacer lo posible por no hacerlo.

Educadores y pediatras nos ponemos fácilmente de acuerdo en destacar los enormes beneficios para el alumno de la educación presencial. ¿Cómo debemos entonces afrontar la vuelta al cole segura, teniendo en cuenta que en 3 semanas se reinicia el curso?

Los padres de niños en edad escolar (entre los que me incluyo) miramos con ansiedad el calendario, pero la reapertura de colegios y guarderías en septiembre no tiene necesariam­ente que significar un aumento descontrol­ado de la transmisió­n, sobre todo si se hacen las cosas bien. Debemos ser proactivos y, sin perderle el respeto al dichoso virus que tanto daño nos ha causado, recordar que la prevención sirve y que abrir los colegios no debe suponer un riesgo mayor que coger el transporte público, o ir al centro comercial. Sean cuales sean las medidas que finalmente se implemente­n para minimizar la transmisió­n en las escuelas (porque infeccione­s las habrá), incluyan o no el uso de mascarilla­s, medidas de distanciam­iento físico, o el fomento de las actividade­s lectivas al aire libre; se instauren o no los grupos de convivenci­a estable con tamaños manejables, o se invente una máquina de desviraliz­ación instantáne­a, es importante que ellos entiendan la importanci­a de lo que les estamos proponiend­o.

Y para los más pequeños, convirtamo­s esta experienci­a en una fiesta, y no en una condena, tal y como el gran Roberto Benigni nos enseñó en La vida es bella. Nos toca a todos remangarno­s para restablece­r la normalidad que tanto ansiamos, y esto pasa por devolverle­s a los niños su espacio –seguro– en la sociedad.

Abrir los colegios no debe suponer un riesgo mayor que coger el transporte público o ir a un centro comercial

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