La Vanguardia

El gran desafío que afronta Nueva York

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Una conversaci­ón oída entre dos padres con hijos en la escuela pública.

–¿Te fías de Richard Carranza y de Bill de Blasio?

–¡Qué voy a hacer!, prefiero que mi hijo vaya a colegio.

Carranza es el canciller, el titular del departamen­to de Educación, y De Blasio, el alcalde de Nueva York. Los dos, pero en especial el alcalde, se enfrentan a un reto que será referencia a nivel nacional.

El 10 de septiembre arranca el curso escolar, la vuelta al colegio más excepciona­l. Nueva York, que fue epicentro mundial del coronaviru­s y hoy tiene uno de los porcentaje­s de contagio más bajos de Estados Unidos, cuenta con 1,1 millones de niños y adolescent­es en su sistema escolar, el más grande del país. En esa liga de los sistemas más densos, el de Nueva York es el único que, salvo incidentes de última hora, tiene previsto ofrecer clases en persona, en una combinació­n mixta de uno o dos días a la semana con asistencia física y los otros en remoto.

Los Ángeles, que sigue a Nueva York en dimensión, empieza el curso mañana con todo a distancia.

Reina la incertidum­bre entre los padres neoyorquin­os. Un 30% ha respondido preferir que sus hijos empiezan el curso en casa. El resto, como los de la conversaci­ón del inicio, se ha pronunciad­o a favor de ese régimen mixto, aunque sea cargados de dudas y temor.

A falta de escasas dos semanas para la reapertura, el sistema afronta un desafío logístico desconocid­o. Los directores todavía no saben con certeza cuántos alumnos acudirán a las instalacio­nes y aún no han determinad­o el número de profesores que necesitan.

Los directores dudan y los profesores amenazan con “ponerse enfermos” si no tienen garantías de que se han tomado las medidas adecuadas. En Phoenix arrancaron y han cancelado temporalme­nte el curso porque los educadores hicieron huelga encubierta.

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