¿El ‘Gloria’ ha cambiado algo?
El Delta en pleno exige una actuación pública decidida y alerta de los efectos catastróficos de nuevos temporales en el litoral ebrense
El paso del Gloria por el delta del Ebro, en enero, dejó a la vista una larga lista de deberes y agravios. La mayoría de déficits y fragilidades del humedal eran de sobras conocidos, pero el temporal evidenció la urgencia de actuar a fondo si se quiere preservar el Delta tal y como lo hemos conocido en los últimos siglos.
Desde el Gloria, en los últimos ocho meses, con la dificultad añadida de la pandemia y el confinamiento, el Gobierno español ha ejecutado varias obras catalogadas de emergencia. La actuación, con una inversión por la vía de urgencia de dos millones de euros, ha servido para regenerar parcialmente el Trabucador, estratégico y vital no solo para las Salinas de la Trinitat.
La barra de arena, de seis kilómetros, en la primera línea de mar, actúa como protección de la bahía de los Alfacs, de enorme valor medio ambiental, pero también para los mariscadores y pescadores de la zona. El Trabucador y la bahía forman además una doble protección para las zonas arroceras y naturales situadas más al interior del Delta.
“Algunas voces acusaron de hacer las obras de regeneración del Trabucador por el interés privado (Salinas de la Trinitat, bajo la gestión de Infosa), pero quien nos pidió que actuásemos fue el parque natural del Delta del Ebro”, destacan fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica. Dejar que el brazo del Trabucador se regenerase de forma natural podría necesitar de tres a cinco años, según las mismas fuentes. El ministerio confía en que la barra de arena resistirá el próximo otoño y se irá consolidando, para poder esperar a una intervención de mucho más calado, a medio plazo, con previsiblemente nuevas aportaciones de arena pero desde el mar –dos millones de m³, durante años– con un complejo sistema de dragas. No se podrá empezar antes de “dos o tres años”, explican las mismas fuentes, porque requieren de una compleja tramitación y de los estudios de impacto ambiental.
Cuando se inundaron más de 3.000 hectáreas de arrozales por el Gloria, una de las zonas más castigadas se localizó en el término municipal de Deltebre (Baix Ebre), al otro lado del río Ebro, en la margen izquierda del humedal. La playa de la Marquesa, sin ninguna protección, no pudo amortiguar la fuerza directa del mar. En esta zona se plantean formas innovadoras de protección, como los diques hinchables sumergibles frente a la costa,
Arroceros, pescadores, mariscadores y sector turístico temen la llegada de otro otoño sin el plan de choque
con una inversión de seis millones en la primera prueba piloto.
La isla de Buda es una de las zonas más vulnerables. El Ministerio para la Transición Ecológica está elaborando ahora el plan estratégico que debe abordar a medio y largo plazo, más allá de las actuaciones de emergencia, la regresión del Delta. El plan se dará a conocer en otoño en la Taula de Consens pel Delta, donde están los siete ayuntamientos deltaicos y los regantes, con la participación de los dos gobiernos.
La Generalitat destaca que tiene presupuestados seis millones de euros para la protección del Delta y explica que se están estudiando soluciones técnicas a la regresión para trasladarlas a la Taula de Consens pel Delta. “Ante la emergencia provocada por el Gloria ha habido respuesta de la administración, pero es un parche ante una situación que a la mínima se puede volver a producir. Se necesitan medidas estructurales, años para dar robustez a todo el sistema natural”, razona Ferran Miralles, director general de Polítiques Ambientals i Medi Natural.
El panorama sobrecoge y esta semana mariscadores, arroceros, pescadores y empresarios turísticos han enviado una carta a la ministra Teresa Ribera y al president Quim Torra exigiendo soluciones ya. El Delta no puede esperar más.