La Vanguardia

“Podemos seguir siendo la Barcelona de las voces si se apuesta por el talento local”

- MARICEL CHAVARRÍA

Sara Blanch es junto a Serena Saenz la soprano catalana de su generación con un futuro más prometedor por delante. A sus 30 años se le están abriendo las puertas de las grandes capitales de la ópera. Se la verá en la Ópera de Viena, el Mariinsky, el Châtelet de París...o el Liceu de Barcelona ya en papeles protagonis­tas.

¿Le llega en un buen momento esta oportunida­d?

En un momento perfecto. Siempre he sido cauta, intento sentirme lo más preparada posible y ahora hay solidez, en técnica y experienci­a.

Ganar el concurso Viñas en el 2016 le abrió puertas. ¿Cuál fue la de mayor importanci­a?

El debut en el Liceu, aunque no fuese en un papel principal. Fue en Thaïs con Plácido Domingo en versión concierto. Muy emocionant­e... cuando al final tiraron ramos de flores me eché a llorar. Y de importanci­a ha sido pasar de hacer papeles secundario­s a principale­s.

Parece que esto será una realidad en el Liceu. Siendo soprano lírico ligera... ¿estaríamos hablando de un Mozart?

Y de un Richard Strauss. Lo espero con muchas ganas y muchos nervios ya un año antes.

¿Cómo recuerda el Liceu siendo pequeña?

Lo veía con mucha distancia y respeto, era algo inaccesibl­e. Yo soy de Darmós, un pueblo de Ribera d’ebre, donde tomar clases de canto era una rareza, pero vengo de un ambiente familiar muy musical, mis padres eran músicos, me llevaban a conciertos de coral. En Barcelona llegué ya con 18, estuve en el Cor Jove del Palau donde por fin cantaba con gente de mi edad porque en la coral de mi pueblo era gente mayor.

Estudió en el Conservato­ri del Liceu, debutó en Sopars Lírics al 7 Portes... ¿Está diseñada esta ciudad para carreras operística­s?

Yo he hecho muchas cosas, hay muchos espacios en los que se hacen ciclos de pequeño formato y cada vez surgen más festivales que cobran importanci­a. La oferta es buena pero podría ser mejor. A mi siempre me han tenido en cuenta, me he movido bastante en pequeños círculos, pero al final todo depende de la dirección artística de un teatro, de si a uno le gustas más y a otro menos. Yo no me puedo quejar, ahora con la Covid me han cancelado ya todo octubre y noviembre, pero pienso en el futuro. Sin embargo, hay compañeros que llevan años haciendo roles secundario­s y nunca les han ofrecido un principal. Ese voto de confianza cuando el cantante está cualificad­o cuesta un poco de dar en este país. Son los grandes nombres los que atraen al público, sí, pero también los hay locales que van fuera y aquí no se les da la oportunida­d.

Ganó el concurso Caballé...

Pude hacer masterclas­s con ella, sí. Un referente, una cantante de la que puedo aprender, de la que me gusta saber cosas, su vida, su biografía. Es una suerte tener un referente así.

¿Aún somos la Barcelona de las grandes voces o vivimos del cuento?

Yo creo que sí lo somos. Si se apuesta por el talento de aquí, que abunda, pueden salir cosas importante­s. Yo siempre me he movido, he buscado distintas cosas, comencé en Sabadell, con Elisenda Cabero y el conservato­rio; luego estuve en Esmuc e hice el superior en el del Liceu. El nivel es bueno pero donde se aprende es subiendo al escenario.

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