Batalla final entre dos modelos
La vieja aristocracia representada por el Bayern busca cerrar el paso a un PSG hecho a golpe de talonario
Del estadio de La Luz saldrá esta noche el ganador del título que más ambicionan todos los clubs. Hoy termina por fin la Champions League más larga y atípica que se haya jugado jamás y se pone nombre al sucesor del Liverpool. PSG y Bayern Munich se disputan el trono. No es solo un partido de fútbol entre dos de los clubs más poderosos de Europa, dos de los principales favoritos desde el comienzo de la competición. Esta noche se enfrentan dos modelos. El Bayern representa el clásico, una aristocracia europea con decenas de años de antigüedad y en el caso de los bávaros avalada por cinco títulos de Champions. Es el fútbol de élite detodalavida,ungrupitoen el que caben un puñado más de clubs, como el Barcelona, el Real Madrid, el Juventus, el Milán o el Manchester United.
Frente a ese modelo, el PSG emerge como la representación más pura, junto al Manchester City, del nuevo rico, un club refundado hace ocho año gracias a los petrodólares de la familia Al Khelaïfi, un empresario qatarí que ha invertido cerca de mil millones en el sueño de conquistar la Champions. Un club cuyo potencial económico generado fuera del mundo del fútbol le permite abordar sin ningún tipo de problemas la compra en la misma temporada (verano del 2017) de Neymar por 220 millones de euros o Mbappé por otros 180 millones. Aquí no ha habido fair play financiero que valga.
Sin embargo, hasta ahora, dicho modelo no había triunfado en la gran competición europea. Hasta esta temporada el PSG ni se había acercado a la final y saldaba sus participaciones con eliminaciones, algunas muy sonadas, ya sea en los octavos o en los cuartos de final.
Hoy, el PSG puede por fin entrar en la historia. Thomas Tuchel, entrenador que proviene del Dortmund, parece a punto de cuadrar el círculo: hacer un equipo de fútbol de una constelación de estrellas. Hasta los hados le resultan propicios. Marquinhos, un central reconvertido en medio centro, irrumpe en el instante preciso para evitar una eliminación cantada ante el Atalanta (momento Bakero o Sergio Ramos, la clase de circunstancias que solo se dan en los equipos que van a ganar algo muy grande). Kylian Mbappé se lesiona pero reaparece cuando se le necesita. Con Marco Verratti, tres cuartos de lo mismo. Hoy se le espera en el césped. De Di María ya se sabe que cuando juega en La Luz recupera su mejor versión (MVP de la final de Lisboa en el 2014). La única pega puede ser la inoportuna lesión de Keylor Navas.
Pero ante todo está Neymar, imparable, quien parece haberse dejado los goles para la final, tan poco ejemplar como persona y tan genial en el campo, un jugador que ya conoce lo bien que sabe ganar la Champions (Berlín 2015, con el Barcelona), alguien que sigue estando en la órbita azulgrana por su cercanía a Messi (pese a todo) y por quien siempre ha suspirado Florentino Pérez.
Ante cualquier otro rival un equipo con Neymar y Mbappé en plena forma sería el favorito. Cualquiera que no sea el Bayern, claro. Las casas de apuestas se equivocan pocas veces y para esta noche dan triunfador a los bávaros. El Bayern no cuenta con estrellas tan rutilantes pero llega ala final como una apisonadora, después de haber hecho trizas al Barcelona y haberse paseado ante el Lyon.
A los mandos de Hansi Flick, un entrenador poco conocido en Europa (el Bayern despidió a Niko Kovac el 4 de noviembre), los bávaros se han revelado como una máquina implacay
Para el Bayern Munich esta es la undécima final de Champions, de las que ha ganado cinco. Para el PSG es la primera
récord absoluto de una edición.
Cinco jugadores de este Bayern ya saben lo que es levantar una Champions: Neuer, Boateng, Alaba, Thomas Müller y Javi Martínez. Ganaron la del 2013. Los cuatro primeros apuntan a la titularidad. Junto con Lewandowski hablan de un equipo muy experto. Gnabry fue el hombre de la semifinal. Si el PSG confía en Neymar y Mbappé, el Bayern se mira en su historia y en su estilo, tan reconocible.