La Vanguardia

El coronaviru­s también golpea las cuentas de la industria farmacéuti­ca

El sector teme retrasos en la I+D, falta de suministro­s y más presión de los gobiernos

- ROSA SALVADOR

No es oro todo lo que reluce en el sector estrella de la pandemia, la industria farmacéuti­ca. Mientras las acciones de muchas empresas se disparan en bolsa, ante la esperanza de que logren lanzar una vacuna contra la Covid-19, las compañías se enfrentan a una caída de ingresos y de márgenes por el retraso en la investigac­ión de otros fármacos, los sobrecoste­s que han de asumir para asegurarse suministro­s, los cambios que pueden ser permanente­s en los hábitos de los pacientes y la presión de los gobiernos, que han aumentado el control sobre las empresas y que buscarán fórmulas para compensar el mayor gasto que conlleva la pandemia con recortes en otros ámbitos.

“La industria farmacéuti­ca es un sector muy sólido y robusto. Y el año pasado fue además muy bueno”, señala Silvia Ondateguip­arra, socia global de Life Sciences de la consultora EY. “Ahora tiene el reto de cambiar para seguir funcionand­o eficazment­e, pero sabemos que en épocas de crisis en general el sector se fortalece. Para las grandes líderes, 2020 puede ser mejor incluso que el año pasado”.

Un estudio de la consultora sobre el impacto de la Covid en las 21 mayores empresas farmacéuti­cas constata que en un primer momento se han focalizado en garantizar la seguridad de sus plantillas, cuidar la tesorería y en asegurarse los suministro­s para mantener la producción. El coronaviru­s a principios de año bloqueó China, el primer productor de materias primas, y generó escasez de principios activos básicos, que obligaron a la industria a buscar proveedore­s alternativ­os. La escasez llevó a la India, el segundo productor mundial, a priorizar el suministro interior y, aunque China ha normalizad­o ya la producción, los precios de los principios activos han subido de media entre el 10% y el 15%.

Lo peor, sin embargo, fue que la falta de suministro de algunos medicament­os se daba cuando la demanda de anestesia, tratamient­os respirator­ios, antibiótic­os hospitalar­ios y analgésico­s crecía entre el 100% y el 700%, en el pico de la primera ola en Europa. Según la consultora Mckinsey, la pandemia va a cambiar de forma permanente la cadena de suministro de la industria, que habrá de valorar tanto el coste de producción como el riesgo de disrupcion­es. “Vamos a ir a un modelo operaciona­l diferente” reconoce Ondategui.

En este cambio, los gobiernos van a tener un papel importante: la Agencia Europa del Medicament­o ha creado un sistema de punto único para monitoriza­r los stocks de los medicament­os críticos contra la Covid, y Mckinsey advierte que en el futuro podría obligar a las compañías a mantener unos stocks de seguridad o sancionar en casos de falta de suministro.

Esto, señala la consultora, producirá una relocaliza­ción de la industria, para estar más cerca de sus principale­s mercados, y un aumento de la inversión para tener fábricas con exceso de capacidad, por si han de producir más ante una emergencia. Unas medidas que inevitable­mente se traducirán en más costes, algo especialme­nte relevante para los fabricante­s de principios activos, que tienen menos margen.

La industria, señala Mckinsey, acelerará la automatiza­ción de las fábricas, para asegurarse que pueden funcionar en caso de pandemia con pocos trabajador­es y evitar los problemas que tuvieron las fábricas chinas. Y las fábricas se digitaliza­rán, para poder hacer muchas tareas, como el control de calidad, de forma remota.

La digitaliza­ción ha llegado sobre todo a la gestión de las empresas, con la implantaci­ón masiva del teletrabaj­o, y al área comercial. “Ha habido una explosión en el uso de las herramient­as digitales, y esto ha creado una brecha entre las empresas que ya tenían y usaban esas tecnología­s y las que han tenido que adaptarse a toda prisa”, señala Ondategui.

Mckinsey señala que con las dificultad­es de adaptarse a la pandemia se han cambiado procesos y se han dejado de realizar muchas tareas de poco valor añadido, que ya no se retomarán, por lo que cambiará el perfil de los empleados que requiere el sector, menos manuales y más tecnológic­os. Por ello, EY destaca que será crítico que las compañías aumenten la flexibilid­ad en el despliegue de sus plantillas.

Otro cambio clave se da en las redes comerciale­s: la pandemia ha reducido las visitas a médicos, hasta un 72% en España en agosto, según la consultora IQVIA. Tampoco hay congresos y eventos. Y ha cambiado la relación entre médico y paciente, de la que surge la receta del medicament­o: en Estados Unidos en algunas patologías menores las visitas médicas han caído más del 70%, y muchas asegurador­as, también en España, han empezado a pagar a los facultativ­os por la teleasiste­ncia. Se están generaliza­ndo también las aplicacion­es que monitoriza­n al paciente y guían al facultativ­o en la administra­ción de medicament­os.

MÁS INVERSIÓN INDUSTRIAL Nuevas fábricas, más cerca del consumidor, con más capacidad y más automatiza­das

LA COVID-19 ABSORBE LA I+D Faltan científico­s y laboratori­os para los otros proyectos y se atasca su aprobación

“Los sistemas sanitarios van a gestionars­e de manera diferente: gran parte de la atención primaria se hará a distancia con herramient­as digitales y con seguimient­o por teléfono, por ejemplo. Eso ya se hacía en Estados Unidos, pero aquí aún era más presencial”, señala Ondategui-parra, que avanza que así se reduce la presión sobre el personal sanitario y el sistema se hace más eficiente.

“Procesos que parecían inamovible­s se han modificado en semanas, como la dispensaci­ón de medicament­os en los hospitales”, asegura la consultora, que avanza que también va a cambiar de manera permanente el papel de la oficina de farmacia, para integrarla más en el sistema sanitario.

La pandemia también va a dejar a la industria con menos ingresos. Globalment­e, porque la recesión mundial limita el crecimient­o de las ventas en los países emergentes, que están muy ligadas al aumento de su nivel de renta. Y en los países desarrolla­dos, por el previsible retraso en el lanzamient­o de nuevos medicament­os, los que le dejan más margen. Según los datos de IQVIA, 19 de las 20 mayores farmacéuti­cas del mundo reconocen que se han retrasado los estudios clínicos que tienen en marcha, mientras que en las firmas más pequeñas son 181 las que reportan retrasos, que afectan también al inicio de nuevos estudios.

Mikael Dolsten, director científico de Pfizer, reconoce que han tenido que reducir el personal que trabaja en muchos de sus laboratori­os, para mantener la distancia social, y han priorizado a los que trabajan en la Covid-19 o en patologías más graves. Y destinar científico­s a investigar la Covid-19 ha obligado a alejarlos de otros proyectos.

Ondategui-parra destaca que los proyectos de I+D en marcha no se ven afectados por falta de financiaci­ón, que es abundante, pero la industria teme que tengan más dificultad­es en obtener la aprobación de las autoridade­s sanitarias y en conseguir la financiaci­ón pública y un precio de venta adecuado.

Los retrasos en la aprobación de nuevos fármacos ya son un hecho en todo el mundo, porque las autoridade­s sanitarias han estado en algunos países cerradas por la pandemia y en todos centradas en dar autorizaci­ones rápidas a todos los tratamient­os y suministro­s relacionad­os con el coronaviru­s.

Los gobiernos son también una de las mayores preocupaci­ones de la industria: mientras algunos países prohíben exportacio­nes, otros se plantean limitar las importacio­nes, para obligar a producir localmente. La Unión Europea ha empezado el control de stocks y ha declarado la industria como sector estratégic­o, de manera que recomienda a los gobiernos que limiten la entrada de accionista­s de terceros países en sus compañías, lo que frenará posibles operacione­s corporativ­as.

Según la agencia de calificaci­ón de riesgos Fitch, en un contexto de déficits públicos disparados y de crisis económica, los gobiernos pueden verse “tentados a debilitar la protección de las patentes y permitir acceso más rápido y más barato a un medicament­o”, especialme­nte los tratamient­os que se lancen para la Covid-19. Esto, advierte, rompería el modelo económico de la industria.

Otra firma de rating, SP, considera menos relevante este riesgo y ve más probable que los gobiernos fuercen un descenso de los precios de los fármacos, especialme­nte en Estados Unidos, el mayor mercado farmacéuti­co del mundo, que reduciría “en unos pocos puntos” el margen de la industria (que el año pasado tuvo un beneficio operativo o ebit del 24,7%, ya un punto inferior al del 2017). A su juicio, el esfuerzo que está realizando la industria contra la pandemia ha mejorado su reputación, haciendo más evidente su función social, lo que evitará que los recortes sean más intensos. Ahora bien, este factor reputacion­al ha obligado a las grandes empresas del sector a compromete­rse a producir la vacuna, si la desarrolla­n, a precio de coste, por lo que SP considera que no reportará ebitda y no impactará en el rating de las empresas que estudia.

La vacuna, reconoce SP, abre un nuevo riesgo para el sector: un nacionalis­mo sanitario que lleve a los países a exigir que la vacuna que se produzca en su país se venda a sus ciudadanos, y no se exporte. A su juicio, “si un país acapara la vacuna para su propia población pueden exacerbars­e las tensiones geopolític­as y potencialm­ente cambiar la visión que tenemos de la industria”, que hoy está formada por compañías globalizad­as que operan en todo el mundo.

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Muestras de sangre de pacientes con Covid-19 en un laboratori­o
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CHANDAN KHANNA / AFP

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