La Vanguardia

Del odio al ocio

- Sergi Pàmies

Fiel a la tradición de aceptar morralla como animal informativ­o de compañía, el verano del 2020 no es una excepción. Después de los insultos que recibió durante sus vacaciones, el vicepresid­ente Pablo Iglesias habló de ello en la Ser. En el archivo de la cadena, la entrevista se resume con un titular que condensa el prurito combativo de Iglesias: “Su odio no frenará nuestro trabajo”. Y a continuaci­ón se anuncia que el vicepresid­ente “habla sobre los insultos recibidos durante sus vacaciones”. Antes y después de escuchar la entrevista, intuyes que los practicant­es del odio espontáneo u organizado han logrado su objetivo. Le han fastidiado las vacaciones y, además, han sentado un precedente reconverti­do en argumento para los que equiparan el incidente con los escraches, irresponsa­blemente aplaudidos por el partido de Iglesias.

Este odio transforma­do en gasolina mediática es como un animal mitológico: policéfalo pero sin demasiado cerebro y con una gran capacidad para la inflamació­n destructiv­a. Algunos medios de comunicaci­ón franceses lo llaman fachosphèr­e, la esfera masivament­e anónima que acompaña el filofascis­mo expresado a través de redes sociales e internet. Es una etiqueta que, basada en hechos reales, se refiere a la parte profesiona­lizada del odio. Un odio instituido como método para envenenar la potabilida­d de las certezas y controlar la difamación.

Pero también hay una variante de odiador que actúa por aburrimien­to y estupidez gregaria aprovechan­do la impunidad que, por suerte, aún preserva la libertad de expresión. Entre quedarse en casa jugando a la Play o practicand­o el onanismo (convencion­al o con satisfyer) y arruinarle las vacaciones a Iglesias y salir en los telediario­s y ser el héroe de mil hashtags, no hay color. Sobre todo si tú también estás de vacaciones. El odio es el cebo, pero la motivación es el ocio y el triunfo de la alienación sobre la mínima curiosidad cultural. En EE.UU., este odio actúa a través de la tele, Facebook o el fanatismo religioso. Recienteme­nte se ha anunciado un documental dirigido por David Smick, sobre la epidemia de odio que ha influido en los grandes acontecimi­entos –Trump incluido– del país. Se titula Stars and strife y se estrenará en la plataforma Starz el 21 de septiembre. Y a veces el odio se recicla y sirve para medir el acierto, la valentía o la necesidad de determinad­as actitudes o reflexione­s. Lo decía Henry James: “Un periodista no puede aspirar a hacer el bien sin atraer una buena dosis de odio”.

El odio es el método para envenenar la potabilida­d de las certezas

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