La Vanguardia

CLAMOR CONTRA EL RACISMO EN WASHINGTON

Miles de personas marchan en la capital contra el racismo y Trump

- FRANCESC PEIRÓN Washington. Correspons­al

Miles de personas se concentrar­on ayer en Washington contra el racismo y la violencia policial contra los negros.

Terry Willis echó a andar y continúa en su marcha.

En larga fila que se ha montado a partir de la calle 17, y que se extiende varias calles más allá por la Constituti­on Avenue de Washington, no son pocos los que jalean al “hombre de las 1.000 millas” y le dan las gracias al grito de “Blakc Lives Matter”.

“Me inspiró la muerte de George Floyd. Decidí recorrer a pie la distancia de Alabama a Minnesota, las 1.000 millas, para reclamar un cambio, justicia e igualdad”.

Floyd murió el 25 de mayo en Minneapoli­s, después de que el policía blanco Derek Chauvin presionara con su rodilla sobre su cuello durante ocho minutos y 46 segundos. Willis se puso en ruta el 2 de junio y concluyó el 12 de julio.

Está convencido de que este es el momento de la transforma­ción racial, “Hasta los de la NBA hacen boicot”, señala. “Empezamos a ver el cambio, mejor dicho, empezamos a unirnos”, aclara.

No contentó con esa caminata, este carpintero negro residente en Montgomery (Alabama) se marcó otro reto, en el que está inmerso: recorrer 80 ciudades, pisar todos los estados del país, para que “la gente tome conciencia de la brutalidad policial”.

La ruta le trajo este viernes a la capital de Estados Unidos, donde miles de personas llenaron el Mall para reclamar una reforma de la justicia e igualdad racial.

A diferencia de lo visto hace escasas horas ahí cerca, en la Casa Blanca, donde los asistentes al discurso de nominación del presidente Donald Trump se saltaron todas las normas para mitigar el coronaviru­s, aquí se toma la temperatur­a a todos los que entran al recinto y se cumple a rajatabla el mandato de la mascarilla.

En el punto álgido, mantener la distancia social resulta difícil.

Hay gente que se acerca a Willis –criado en un orfanato de Michingan–, y se saca una foto. “Si soy honesto, es triste ver a tanta gente. Esto dice que tenemos un problema. Querría ser como cualquier otro y estar con mi hijo”, dice.

Este viernes 28 de agosto no es una fecha cualquiera. Hace 57 años, en este mismo lugar, el reverendo Martin Luther King pronunció su famoso discurso del “yo tengo un sueño”.

Uno de sus sucesores, el reverendo Al Sharpton, responsabl­e de la National Action Network, eligió esta jornada para hacer otra marcha a Washington. La propuso durante el funeral de George

EL MISMO DÍA, HACE 57 AÑOS En este mismo escenario, King pronunció su “Yo tengo un sueño”

LA VISIÓN EN EL 2020 Clamor contra el intento del presidente y aliados de recortar el derecho al voto

Floyd bajo el título “quita tu rodilla de nuestros cuellos”.

Ha llegado en una semana marcada por los disturbios raciales –“el virus americano”, se lee en algún póster– ocurridos en Kenosha (Wisconsin). Un policía blanco pegó siete tiros por la espalda y a quemarropa a Jacob Blake, de 29 años, al intentar entrar en su coche. Tres de sus hijos estaban en el asiento trasero.las protestas tuvieron un punto trágico. Un joven blanco acudió armado y mató a dos manifestan­tes.

“En el sueño de Martin Luther King también había una pesadilla”, proclama desde el escenario Jumaane Williams, afroameric­ano y defensor de los ciudadanos en Nueva York. “Estamos aquí, no nos vamos a ninguna parte, también somos estadounid­enses, so

mos patriotas”, apostilla. Un niño, sentado en el césped junto a su madre, muestra un cartel, un trozo de cartón en el que ha escrito: “¿Soy el próximo?”. Una mujer blanca contesta que “lo vamos a evitar”. La madre levanta el puño cerrado. Esa mujer blanca se llama

Helen y sabe lo que la ha traído a este lugar.

“Como mujer blanca nunca me preocupé de que mis hijos salieran a la calle, pero mira –y abraza a dos niños negros–, estos son mis nietos y con ellos he descubiert­o que Estados Unidos es racista”.

Esos niños deberían ser de una edad similar a la de Yolanda Renee

King, de 12 años, nieta del reverendo King. “Nosotros cumpliremo­s el sueño de mi abuelo”, clama desde el escenario ante el Lincoln Memorial. “Somos la generación que desmantela­rá el racismo sistémico para siempre”, promete antes de darle la palabra a su padre, Martin Luther King III, que tenía diez años cuando perdió a tiros a su progenitor. El hijo del mito sostiene que “aún luchamos por la justicia, por desmilitar­izar la policía y contra el encarcelam­iento masivo”.pero donde pone más énfasis es en una circunstan­cia que conecta con el legado de su padre, cuando Trump y sus aliados tratan de recortar el derecho al voto. “Hay una rodilla presionand­o sobre el cuello de nuestra democracia y nuestra nación no puede vivir mucho sin el oxígeno de la libertad”, advierte.

Al Sharpton, que introdujo durante su intervenci­ón a familiares de Breonna Taylor y de George

Floyd, remarca que este país necesita una conversaci­ón “sobre tu racismo, tu fanatismo”. Y reitera el desafío al presidente. “No importa lo larga que sea la cola, ni lo que tú hagas, vamos a ir a votar”.

Todo el masaje de ego que se dio Trump la noche del jueves se convierte al día siguiente en material de desecho. Henry Ziegler exhibe un cartel. “Hacer que América sea grande de nuevo: tira a la basura a Trump”.

El blanco Ziegler ha vuelto al Mall como hacía en los años sesenta. “Jamás pensé que alguien pudiera ser peor que Nixon”.

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JOSÉ LUIS MAGANA / AP
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DREW ANGERER / AFP La manifestac­ión, frente al monumento a Abraham Lincoln

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