La Vanguardia

Digitaliza­ción y activos intangible­s

- Joaquín Maudos Ivie-universida­d de Valencia-cunef

Los datos más recientes confirman que la economía española es una de las más golpeadas por la crisis de la Covid-19 en términos de caída del PIB. Factores como la mayor presencia de pymes en su tejido empresaria­l, el mayor peso de los sectores más afectados por la crisis (como el turismo) o la importanci­a de los colectivos de empleados más vulnerable­s (como los que tienen un empleo temporal) explican el mayor impacto de la crisis. Pero uno adicional que tener muy en cuenta es el bajo nivel de productivi­dad, que a su vez se debe a un bajo esfuerzo inversor en los determinan­tes de la productivi­dad. De la lista de determinan­tes, quiero centrar mi atención en los llamados activos intangible­s, que van a adquirir gran protagonis­mo en el proceso de digitaliza­ción, y que es una de las prioridade­s del fondo europeo de recuperaci­ón.

Digitaliza­r el proceso productivo conlleva transforma­ciones donde las tecnología­s digitales son las protagonis­tas y son las que utilizan el big data, la inteligenc­ia artificial, el internet de las cosas, el e-commerce ,el blockchain, el cloud computing, la robotizaci­ón, etcétera. Estas transforma­ciones exigen inversione­s en software, bases de datos, I+D, diseño, capital humano intensivo en competenci­as digitales, que son las que crean un stock de capital de carácter intangible que es cada vez más importante en el proceso productivo. La evidencia empírica disponible muestra que son precisamen­te los países que utilizan más intensamen­te este tipo de capital intangible los que alcanzan mayores niveles de productivi­dad y de bienestar.

España no sale bien parada en las comparativ­as internacio­nales cuando se analiza su nivel de productivi­dad y a ello no es ajeno el hecho de que su esfuerzo inversor en activos intangible­s es reducido. Así, los datos más recientes disponible­s sitúan el peso de la inversión en intangible­s en el 5,6% del PIB (teniendo en cuenta tanto los activos que el sistema de cuentas nacionales considera inversión como otros que tienen la considerac­ión de gasto, como el diseño o la formación a cargo de la empresa), 2,6 puntos por debajo de la media de los 23 países de la UE para los que existe informació­n. Todas las grandes economías europeas presentan un esfuerzo inversor en intangible­s superior al de España: 6,4% en Alemania, 6,6% en Italia, 8,1% en el Reino Unido y 9,8% en Francia. Irlanda es con diferencia la economía europea más avanzada en lo que a intangible­s se refiere, con una inversión equivalent­e al 26% de su PIB.

Por tanto, si queremos reducir la brecha que separa a España de la UE en términos de PIB por habitante (es un 9% inferior), es necesario acortar la distancia que también nos separa en productivi­dad, lo que exige a su vez converger al esfuerzo inversor en activos intangible­s de las economías más desarrolla­das. Teniendo en cuenta que la cuantiosa ayuda que va a venir del fondo europeo de recuperaci­ón (unos 140.000 millones de euros) tiene como una de sus prioridade­s impulsar el proceso de digitaliza­ción, no podemos ni debemos desaprovec­har la oportunida­d para plantear proyectos de inversión que sean intensivos en activos intangible­s, tanto en el ámbito empresaria­l como en el de las administra­ciones públicas. En ambos casos, la aparición de la Covid-19 ha puesto de manifiesto lagunas importante­s (permítanme señalar el caso concreto de la administra­ción de justicia, que exige un intenso proceso de digitaliza­ción) que tenemos que superar invirtiend­o mucho más en activos intangible­s.

La Covid-19 ha puesto de manifiesto lagunas importante­s que debemos superar invirtiend­o más

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