La Vanguardia

El ancho electoral de la tercera vía

El sondeo de GAD3 revela que las reducidas pérdidas del sufragio independen­tista acotan el voto potencial del nacionalis­mo moderado

- CARLES CASTRO

El ancho y el recorrido electoral de la tercera vía catalana siguen siendo un misterio dentro de un enigma. El espacio potencial del nacionalis­mo moderado –una oferta en línea con la tradiciona­l ejecutoria de Convergènc­ia i Unió– dibuja un perímetro muy reducido, a la luz de los datos del último sondeo de GAD3 para La Vanguardia. La traducción en cifras absolutas de las estimacion­es del sondeo, aplicadas sobre una participac­ión del 69%, revelan que las pérdidas del voto opuesto a la independen­cia cuadruplic­an las que se registran entre el electorado soberanist­a. Ahí reside la razón de que, por primera vez, el independen­tismo pueda superar el listón del 50% de los votos emitidos.

Concretame­nte, y en comparació­n con el resultado de los comicios del 2017, Jxcat, Esquerra y la CUP cederían a la abstención casi 125.000 votantes, según las proyeccion­es del sondeo, mientras que el resto de los partidos se dejarían en ese pozo negro cerca de 440.000 papeletas. El principal damnificad­o por esas desercione­s sería Ciudadanos, con 700.000 electores menos.

Pero las ganancias del PSC (más de 125.000 votantes sobre su cosecha de hace tres años), el PP (casi 60.000) y Vox (160.000) apenas cubrirían la mitad de las pérdidas de Cs, a las que habría que añadir casi 70.000 electores de los comunes. En total, el espacio opuesto a la secesión se dejaría en casa a uno de cada cinco votantes del 2017.

En cambio, en el espacio independen­tista unilateral las eventuales pérdidas de Jxcat (también cercanas al 20% de su cómputo de hace tres años) se verían absorbidas en más del 50% por el ascenso de ERC. Y solo las fugas de la CUP –en su mayoría hacia la abstención, aunque un pequeño grupo de desertores optaría por recalar en Junts– elevarían las pérdidas del sufragio soberanist­a hasta cerca del 6%.

Esa expectativ­a supondría que el nacionalis­mo moderado solo dispondría de una reserva de voto potencial que no llegaría a los 125.000 sufragios. Es decir, algo más de los 103.000 que cosechó Unió Democràtic­a en las últimas elecciones a las que se presentó (en el 2015). El único consuelo del centro catalanist­a ahora sería que si, efectivame­nte, la participac­ión cayera por debajo del 75%, esas papeletas supondrían más del 3% de los votos y le permitiría­n entrar en el reparto de escaños (con un máximo de entre tres y cuatro diputados).

En cualquier caso, sería una magra cosecha, que solo valdría su peso en oro en el supuesto de que el independen­tismo unilateral perdiese la mayoría absoluta. Y eso solo ocurriría si Jxcat, ERC y la CUP cedieran entre las tres fuerzas más de seis puntos de la cuota electoral conjunta que les adjudica la encuesta.

Por supuesto, una vez en la pista de baile de la convocator­ia electoral, las ofertas nacionalis­tas moderadas podrían aspirar a seducir a aquellos votantes independen­tistas tibios, que emitieron un voto táctico o reactivo pero que no aspiran realmente a la ruptura con España: se trata de unos 300.000 electores soberanist­as que, según el sondeo, no votarían a favor de la secesión en un referéndum de autodeterm­inación o cuyo objetivo básico sería mejorar la financiaci­ón de Catalunya.

Paralelame­nte, la otra bolsa de posibles candidatos a votar a formacione­s catalanist­as moderadas podría encontrars­e en los casi 370.000 electores que votaron a Ciudadanos en el 2017 y que ahora hipotética­mente se abstendrán. ¿Cuántos de ellos podrían apoyar hoy a una nueva versión de la CIU que algunos ya votaron antes de su metamorfos­is independen­tista? Es decir, si nuevamente el nacionalis­mo moderado se ofreciera también como un voto ideológico útil de centro y centrodere­cha.

Los potenciale­s destinatar­ios de esa oferta deberían ser aquellos electores que votaron a Ciudadanos en el 2017 pero que ya no lo harán ahora, que se ubican ideológica­mente en el centro o centrodere­cha y cuya identidad es mixta: tan español como catalán. Y esa bolsa, a partir de lo que sugieren los datos del sondeo, podría alcanzar a 180.000 electores huérfanos de Cs.

A partir de ahí, si el nacionalis­mo moderado lograse incorporar, por un lado, a los electores prófugos del independen­tismo y, por otro, a buena parte de los desertores de Cs genuinamen­te centristas, su masa crítica se acercaría a los 300.000 votantes. Y eso supondría el 8% de los sufragios y diez escaños. Con esa cosecha la tercera vía ya no sería un carril de vía estrecha.

LAS ESTIMACION­ES ABSOLUTAS El soberanism­o se deja en la abstención 125.000 votantes del 2017; los otros partidos, 440.000

VIVERO DE SUFRAGIO MODERADO El centro catalanist­a puede apelar a algunos huérfanos de Cs y a los secesionis­tas tácticos

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