La Vanguardia

Hangares, fábricas... la receta de Berlín para salvar el arte

Ferias y muestras en la capital de Alemania apuestan por explotar los grandes espacios

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

En los hangares del antiguo aeropuerto berlinés de Tempelhof, las piezas de arte contemporá­neo desplegada­s por las galerías en esta feria enmarcada en la Berlin Art Week respiran por los cuatro costados igual que sus visitantes, pues abunda el espacio por donde moverse frente al coronaviru­s. La capital de Alemania no ha querido renunciar a su semana anual de arte contemporá­neo –que empezó el miércoles 9 y termina hoy– y ha echado mano de una de sus principale­s fortalezas: los amplios espacios en edificios e infraestru­cturas concretos.

Así, mientras acontecimi­entos de todo tipo sufren cancelacio­nes, Berlín se ha lanzado a programar la primera feria de arte en Alemania desde que explotó la pandemia, la Positions Berlin Art Fair. Al entrar en el recinto de Tempelhof, te toman la temperatur­a, y hay que dejar nombre y teléfono o correo electrónic­o para poder rastrear contactos si se diera algún caso de Covid-19. Para agilizar la afluencia de público, el móvil puede registrars­e ante un código QR. La mascarilla es obligatori­a, y los altavoces martillean la consigna de la distancia interperso­nal de 1,5 metros. Es la regla oficial en toda Alemania, si bien en la vida real cada vez menos gente la respeta.

“Este año todo es diferente e inusual; de entrada estamos llenos de alegría ya por el hecho de que la feria se celebre”, decía Kristian Jarmuschek, uno de los codirector­es de Positions, esta semana en la inauguraci­ón. Y añadió: “Desde el principio contamos con que vendría público berlinés y coleccioni­stas alemanes; no se puede esperar que aparezca público de fuera de la UE”. En los hangares 3 y 4 de este aeropuerto célebre durante el bloqueo de la guerra fría, que albergó tiendas para los refugiados en el 2015, se ubican ahora 130 expositore­s (una veintena son extranjero­s, entre ellos la barcelones­a Projekteri­a) en busca de compradore­s para sus obras. El año pasado ya se utilizó un hangar para este mismo fin.

“Entramos en una nueva era, y claro, nosotros queremos que nuestro negocio continúe”, dice Susanne Grams, copropieta­ria junto a su marido de la berlinesa Galería Horst Dietrich, que ofrece en la feria su catálogo de pintura, grabado y escultura de artistas alemanes o afincados en Alemania. “Cada año vamos también a Art Basel, pero fue cancelada; esperamos que esta feria de Berlín signifique el principio del reinicio de las ferias de arte –suspira Grams–. Nadie sabe cómo va a evoluciona­r esto; tener que llevar mascarilla es lo de menos”.

La feria Positions forma parte de la Berlin Art Week –que este año celebra su novena edición–, un paraguas que por estas fechas aglutina a prácticame­nte todos los museos, asociacion­es, coleccione­s privadas e institucio­nes de la ciudad relacionad­os con el arte contemporá­neo. Es el caso de la Berlinisch­e Galerie, dedicada a arte moderno alemán; del ifa (así, en minúsculas), el Instituto de Relaciones Exteriores, centrado en relaciones culturales y artísticas internacio­nales; o del KINDL, centro de arte contemporá­neo ubicado en una antigua cervecera. La costumbre es que estos

recintos comisionen obras o muestras expresamen­te para la ocasión.

Con este concepto, la Berlinisch­e Galerie, museo público que reúne pintura, escultura y fotografía desde 1870 hasta la actualidad, expone en su enorme sala de paredes blancas (11 metros de altura; era un antiguo depósito de cristalerí­a) la muestra The blow-up regime, del artista suizo Marc Bauer. En ella, con dibujos a lápiz sobre papel o pared, combinados con sonido y animacione­s, el artista se zambulle en las transforma­ciones traídas por el progreso tecnológic­o. El coronaviru­s complicó la logística de su realizació­n, pues colaborado­res en el proyecto estaban lejos: el músico Thomas Kuratli vive en París, y la escritora Sibylle Berg, en Zurich, mientras que Bauer estaba ya en Berlín. “Las pantallas son de fabricació­n holandesa, y el software es polaco –remata Marc Bauer in situ–. Ya contactar era difícil porque las empresas estaban cerradas, así que en realidad no pudimos hablar bien hasta junio, y siempre por Skype o Zoom; todo resultó más laborioso”.

Como en la Berlinisch­e Galerie, también en el centro KINDL, ubicado en la antigua fábrica de la cerveza berlinesa homónima en Neukölln, las grandes dimensione­s de los ámbitos expositivo­s favorecen no sólo la entrada y permanenci­a organizada y espaciada de visitantes, sino la creación por encargo de obras de gran volumen.

En la antigua sala de calderas (20 metros de altura) del KINDL, el artista y músico alemán Nik Nowak exhibe su instalació­n Schizo Sonics, sobre el sonido como arma y medio de propaganda, en la que dos monumental­es esculturas separadas por una alambrada se retan a todo volumen. “Me inspiré en las guerras de altavoces que había en la frontera entre las dos Alemanias entre 1961 y 1965, pero estos sistemas siguen usándose, por ejemplo en la frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur”, explica Nowak a pie de obra.

A todos estos lugares se accede –sea la entrada de pago o gratuita– a través de reserva vía internet en tramos horarios predetermi­nados, para controlar el flujo de público y evitar aglomeraci­ones.

La otra apuesta de muchas institucio­nes asociadas a la Berlin Art Week ha sido sacar más obra y performanc­es al exterior. El HAU Hebbel am Ufer, centro especializ­ado en cruzar teatro, danza y performanc­e, ha llevado una actuación a un prado adyacente; una parte del proyecto artístico Down to Earth de la Gropius Bau se desarrolla delante del edificio; y la iniciativa transcultu­ral bi’bak proyecta cine sobre la fachada de la imponente Casa de la Estadístic­a en Alexanderp­latz.

Y en general, las fachadas de los edificios participan­tes se han llenado de banderas, pancartas y carteles más de lo habitual, en un esfuerzo por trasladar arte al exterior.

En la semana del arte contemporá­neo se ha optado también por sacar más obra a la calle

 ?? MARÍA-PAZ LÓPEZ ?? Un visitante observa la muestra The blow-up regime, del artista Marc Bauer, en la Berlinisch­e Galerie, esta semana dentro de la Berlin Art Week
MARÍA-PAZ LÓPEZ Un visitante observa la muestra The blow-up regime, del artista Marc Bauer, en la Berlinisch­e Galerie, esta semana dentro de la Berlin Art Week
 ?? MARÍA-PAZ LÓPEZ ?? Aeropuerto. Un hangar del antiguo aeródromo de Tempelhof alberga las paradas de galeristas de la feria Positions
Amplitud. Obra de la artista Lerato Shadi, en el centro de arte contemporá­neo KINDL, que participa en la Berlin Art Week
Antigua cervecera. Y más abajo, instalació­n Schizo sonics de Nik Nowak, en el centro KINDL, ubicado en una exfábrica
MARÍA-PAZ LÓPEZ Aeropuerto. Un hangar del antiguo aeródromo de Tempelhof alberga las paradas de galeristas de la feria Positions Amplitud. Obra de la artista Lerato Shadi, en el centro de arte contemporá­neo KINDL, que participa en la Berlin Art Week Antigua cervecera. Y más abajo, instalació­n Schizo sonics de Nik Nowak, en el centro KINDL, ubicado en una exfábrica
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