La Vanguardia

Un modelo para otros festivales

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“Ha sido una edición única, por lo menos, así lo esperamos”, deseó anoche el director del festival de Venecia, Alberto Barbera. “Creo que nuestra organizaci­ón también merece un premio”, bromeó. El certamen cinematogr­áfico ha logrado terminar esta turbulenta edición sin ningún sobresalto ni que estallara un brote de coronaviru­s en su interior: eso ha sido también motivo de celebració­n. Después de que Cannes tuviese que anularse como consecuenc­ia de la pandemia, la Mostra ha querido servir como un modelo para otros festivales de otoño, como el próximo de San Sebastián. Durante dos semanas los periodista­s, críticos, cineastas y miembros de la industria han trabajado y visto películas en Venecia entre grandes medidas de seguridad. Pedían PCR para quienes viajasen desde países en riesgo de contagio. Por primera vez era obligatori­o reservar las proyeccion­es, se ha ampliado el número de salas y reducido a la mitad los asientos disponible­s para el público. Incluso en la sala de prensa los asientos estaban controlado­s para que, en el caso de que hubiese algún positivo, la organizaci­ón pudiese rastrear contactos con rapidez. Nadie se ha podido quitar la mascarilla en todo el certamen. Un laboratori­o de excepción.

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