La Vanguardia

Los Kontos, de Grecia a Cadaqués

Un libro explica la historia de una estirpe de buzos y buscadores de coral originario­s de la isla de Symi

- JOSEP PLAYÀ MASET

Yorgos Kontos Jasifotis, un buzo de la isla griega de Symi, llegó en 1887 al puerto de Barcelona para enseñar el uso de la escafandra a la Marina de guerra española. Su intención era dedicarse también a la pesca de la esponja, que había practicado en el mar Egeo, pero pronto lo cambió por el coral, que ofrecía más oportunida­des de negocio. Y con él se trasladaro­n pronto otros miembros de su familia. Era la estirpe de los Kontos, que acabaría arraigando en Portvendre­s y Cadaqués.

Ahora dos bisnietos de Yorgos, Konstantí Kontos y Pere Vehí Contos, han publicado la historia de estos héroes del mar en el libro Els Kontos. Una nissaga de bussos i corallers. De Grècia a Cadaqués, con la colaboraci­ón de los historiado­res Erika Serna y Pep Vila que se han encargado de la parte documental.

La experienci­a de la pesca, de esponja y de coral, bajando a las profundida­des del mar, hizo que los Kontos, y otros buzos, fueran contratado­s para la limpieza de cascos de barcos en los puertos de Barcelona, Palma de Mallorca o Porvendres y para el desguace de barcos que habían naufragado. Era una profesión de riesgo, con accidentes frecuentes. Lo más normal era trabajar una media hora a una profundida­d de 13 o 14 brazas, unos 22 metros. Pero podían llegar a bajar a unas 30 brazas. Cuando subían lo tenían que hacer poco a poco. Al salir del agua fumaban un cigarrillo y se les preguntaba si se encontraba­n bien. Si no era así o sentían un hormigueo en los brazos o piernas, les volvían a poner el casco y les bajaban hasta seis brazas durante tres cuartos de hora para hacer bien la descompres­ión. El mismo Yorgos dejó de bajar por culpa de un accidente que al final de su vida lo dejó inválido. Aun así, su hijo Kostas Kontos, que también fue buzo, le confesó un día al escritor Josep Pla: “Se está mejor a veinte brazas que por muchas calles y plazas”.

En Barcelona Yorgos se asoció con Claudio López, el marqués de Comillas, que fue padrino de su hijo mayor, Kostas. Pero lo que marcó su vida fue el encargo de desguazar el barco británico Llanishen. El año 1917 un submarino alemán lo torpedeó, durante la Primera Guerra Mundial, y después de ser abandonado por los marineros fue a la deriva hasta hundirse a Es Caials, delante mismo de Cadaqués. Desde el momento del encargo, cuando los Kontos ya se instalan en Cadaqués, y hasta 1925 extrajeron 20 toneladas de metal y 800 de hierro. La fama que les dio hizo que recibieran otros encargos para sacar un coche del mar en Portvendre­s –población donde se instalaron otros dos hijos–, un camión despeñado al mar desde las costas del Garraf, un motor fuera borda hundido en Montgó, una mina explosiva en el puerto de Barcelona o el barco Phedon, atascado y hundido en la cala Montjoi, de Roses.

Yorgos tuvo cinco hijos. El mayor, Kostas, fue el heredero de la empresa y se casó con Maria Batllori

de Cadaqués. El pequeño, Alejandro, se casó con Pilar Faixó, también de Cadaqués. También continuaro­n con las campañas de coral y esponja. Entre 1932 y 1933 se pasan 14 meses extrayendo esponja en las Baleares. Para la pesca del coral podían pasarse también dos o tres meses durmiendo a bordo de la barca. Konstantí Kontos enumera a otros 17 buzos de origen griego que trabajaban con ellos. “El trabajo de buzo –explica– era muy arriesgado, pero muy bien pagado, eso quiere decir que los griegos eran gente con dinero y por lo visto aficionado­s a la buena vida. Tuvieron más de un contratiem­po relacionad­o con el alcohol, con las faldas”.

Después de la Guerra Civil, Alejandro montó un taller mecánico y en el año 1946 el bar Boya, que todavía continúa su nieto Pere Vehí Contos (el apellido lo escribe con C porque así se inscribió en el registro civil). El hijo mayor de Kostas, Jorge, siempre decía que había sido el primer buzo catalán, ya que antes lo eran griegos o italianos. Un hermano suyo, Alejandro, que también iba a la pesca del coral, construía maquetas de barcos. Y otro, Demetri, fue escultor.

La presencia de los Kontos en Cadaqués no ha pasado desapercib­ida. Picasso, durante su estancia en 1910, pintó un óleo conocido con el nombre de Barca griega en Cadaqués y varios dibujos inspirados en la barca Antoñita de los Kontos. Y Salvador Dalí que había conocido a la familia quiso que en la fachada del Teatre-museu de Figueres hubiera un maniquí vestido de buzo. Años antes, en 1936, había de protagoniz­ar un curioso incidente cuando dio una conferenci­a en Londres poniéndose una escafandra. “Desgraciad­amente en este viaje a sus profundida­des –escribe Pere Vehí–, Dalí no previó que se le acabaría el aire... ¡y por poco no se muere!”.

Picasso y Dalí conocieron y se inspiraron en las barcas y escafandra­s de los Kontos de Cadaqués

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. (1932). Arriba, Kostas Kontos se prepara para una inmersión en las islas Medes, en el verano de 1948
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Una profesión de riesgo. A la izquierda, uno de los buzos griegos saliendo del agua en Cadaqués

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