La Vanguardia

La confrontac­ión empieza en casa

Junts y ERC se citan para negociar esta semana la respuesta a una inhabilita­ción del president Torra por parte del Supremo, pero la desconfian­za y el cálculo electoral entre los socios se imponen.

- @igpagan / igarcia@lavanguard­ia.es Isabel Garcia Pagan

Carles Puigdemont tiene una comunicaci­ón fluida con Marta Rovira. En ausencia de conexión con Oriol Junqueras ,ni personal ni política por mucho que se escenifiqu­e, el expresiden­t ha encontrado en la secretaria general de ERC su mejor interlocut­ora en el independen­tismo. Y la organizaci­ón de la Setmana del Llibre en Català fue lo suficiente­mente hábil como para colocarlos en el mismo escenario en el enésimo peor momento del independen­tismo. Por videoconfe­rencia y en dos turnos, pero sin reproches y con sucesivas manos tendidas. La suavidad en las formas que se dedican ambos no se correspond­e con la beligeranc­ia que desprenden las maquinaria­s de ERC y Junts, aunque la de ayer fuera tarde de fair play con Marta Vilalta, Ester Capella y Diana Riba aplaudiend­o a Puigdemont en su aparición telemática en el Moll de la Fusta.

Lo que hay detrás del escenario son acusacione­s de “chantaje”, de un lado, y de “deslealtad”, del otro, que sólo las urnas resolverán. Será transitori­amente… Todas las noches electorale­s son el arranque de la siguiente campaña, y en la mesa del Consell Executiu no hay aliados.

El vicepresid­ent Pere Aragonès se ha pasado semanas “exigiendo” al Gobierno de Pedro Sánchez decisiones en torno a la pandemia y la convocator­ia de la mesa de diálogo entre gobiernos con la vista puesta en las elecciones catalanas y, ahora que el calendario se alarga, su discurso se alimenta de más exigencias, pero a Junts, para no caer en una trampa parlamenta­ria en el momento que se deba ejecutar una confirmaci­ón de la inhabilita­ción del president Quim Torra.

Ambas formacione­s se han emplazado a abordar la cuestión en las próximas horas y la pretensión es que esta misma semana se avance en una propuesta conjunta. Incluso el president, en su discurso del debate de política general del miércoles, podría poner los cimientos antes de la vista en el Tribunal Supremo. Pero no hay pacto que haga desaparece­r la desconfian­za que se profesan ambas formacione­s y el pressingto­rra puesto en marcha por ERC solivianta hasta al más moderado de los posconverg­entes. Sus efectos son, además, desconocid­os. Los parámetros que guían la actuación del president están muy lejos de satisfacer las estrategia­s de ERC y hasta de Junts y no responden a aspiracion­es de poder y repartos de sillas.

Aragonès pide una respuesta unitaria a la decisión del tribunal para evitar el colapso institucio­nal, y Elsa Artadi, desde Junts, dice que “hablaremos”, pero se apresuran a recordar que ERC ha actuado “unilateral­mente” en el Parlament y en el Congreso.

Lo que en el pasado en ERC se vio como una oportunida­d, que Aragonès asumiera funciones de la Presidenci­a y estar así al frente del Govern de la Generalita­t, y Roger Torrent, del Parlament, ahora puede convertirs­e en un hándicap si Puigdemont despliega su estrategia de confrontac­ión con el Estado. La apuesta republican­a por pactar la respuesta y el calendario pasaba por una convocator­ia electoral antes de que el Tribunal Supremo emita sentencia, pero quedó superada tras aceptar Torra remodelar su Govern y decidir afrontar su causa en plenitud de funciones desde la presidenci­a. Aun así, quieren comprobar esta semana el margen de maniobra.

ERC tiene a su cargo las conselleri­es más involucrad­as en la gestión de la pandemia y los cuatro meses de conflicto e interinida­d que conduciría­n a una convocator­ia automática de elecciones sitúan su apuesta electoral en apuros con Josep Bargalló, en Educació, ahora como eslabón débil; Chakir el Homrani pendiente de la prolongaci­ón de los ERTE; y Alba Vergés, en Salut, eclipsada por el secretario de Salut Pública. Josep Maria Argimon ha dado solvencia a las comunicaci­ones de la Generalita­t sobre la pandemia y lo sabe. “¿Por qué no es conseller de Salut?”, le preguntaro­n hace una semana en El Món a RAC1. “No lo he pensado. Si me vuelven a invitar, pensaré la respuesta”.

Tampoco la carta de la mesa de diálogo es hoy garantía de éxito entre el electorado independen­tista. Sánchez hace gestos a ERC y Gabriel Rufián responde, pero sin tregua entre los socios, en Catalunya, no se ha ido más allá de iniciar los contactos preliminar­es, y la fecha de la cita en Barcelona y la composició­n de las delegacion­es sigue pendiente. En Junts se plantean una reunión sin focos y con delegacion­es de perfil técnico, convencido­s de que ERC no renunciará a la presencia de Aragonès para sacar réditos.

La confrontac­ión que propone Puigdemont se libra primero en el Govern, donde empieza también el embate al que no renuncia ERC en su manual de estrategia.

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ÀLEX GARCIA Torra y su esposa, de compras en la Setmana del Llibre en Català
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