Recuperar el equilibrio ciudadano
Nada más terminar el confinamiento de la pasada primavera, las terrazas de Barcelona aportaron una de las primeras expresiones de la recuperada vitalidad ciudadana. Tras meses recluidos, los barceloneses las ocuparon de inmediato, deseosos de volver a la calle y socializar. Durante semanas, fue difícil hallar una mesa libre en las terrazas más céntricas.
El Gremi de Restauració, muy perjudicado por el confinamiento, y con la actividad entonces limitada en el interior de sus locales, hizo una decidida apuesta por las terrazas al aire libre, donde podía salvar parte de su facturación. El Ayuntamiento recibió entonces miles de peticiones para ampliar terrazas preexistentes o para montar otras de nueva planta. Mediado julio, se habían contabilizado alrededor de cinco mil. Dos tercios largos de estas peticiones fueron aprobadas, recibiendo sustanciosas bonificaciones en la tasa asociada a la ocupación de la vía pública. Tan solo fueron rechazadas las de las terrazas que aspiraban a crecer donde no había aceras o calzadas colindantes aptas para ello. Fuentes municipales indicaron que las ampliaciones efectivas habían ocupado ya unos 3.000 metros cuadrados de calzadas, antes destinados a la circulación rodada o al aparcamiento, y que se podían llegar a ocupar unos 25.000 más. Distritos clave como el Eixample, de donde procedía el 32% de las solicitudes, Ciutat Vella (13%) y Sant Martí (12%) fueron los que registraron el mayor número de demandas.
Las terrazas al aire libre, favorecidas por un clima suave, son equipamientos de larguísima tradición en Barcelona. Pero este súbito e importante crecimiento de superficie que han logrado tiene también consecuencias negativas para no pocos ciudadanos. Cerca de dos mil plazas de aparcamiento de automóviles y motocicletas han sido suprimidas, dificultando los movimientos de sus usuarios. Además, el crecimiento de las terrazas ha venido acompañado de un despliegue de bloques de hormigón y bolardos de tonos chillones que, sumados al vivo colorido aplicado al asfalto en muchas calles céntricas para identificar nuevos espacios ganados a los coches y cedidos a peatones y ciclistas, han desfigurado parcialmente el Eixample. Un Eixample que lleva más de siglo y medio de irreprochable servicio, demostrando su adaptabilidad y su versatilidad, que ahora se ven temporalmente afectadas por la nueva plantilla de actividades que se les ha superpuesto.
Tarde o temprano, la pandemia que nos aflige pasará. Y cuando eso suceda llegará el momento oportuno para que la ciudad recupere sus equilibrios y dé respuesta a las múltiples exigencias que debe atender. El propio Ayuntamiento fijó a finales del 2021 el término del plazo para las terrazas este año sobredimensionadas.
El Ayuntamiento fijó la fecha de finales del 2021 como plazo para las terrazas ampliadas