La Vanguardia

La primera gran ciudad a 30 km/h en su totalidad

- JOKIN LECUMBERRI

Ahora no se librarán ni la entrada por Autonomía o Zumalacárr­egui ni la Gran Vía bilbaína, unas de las pocas excepcione­s. El próximo día 22, Bilbao se convertirá en la primera ciudad del mundo de más de 300.000 habitantes en limitar la velocidad a 30 km/h en la totalidad de sus calles, una medida que hasta ahora alcanzaba al 87% de las vías. Ni las dudas en torno a la fluidez del tráfico ni el inevitable golpe del coronaviru­s han echado para atrás un plan que se considera estratégic­o para el futuro de la villa. “La movilidad es vital, la apuesta ha seguido intacta”, explica su alcalde, Juan Mari Aburto.

La fecha para el salto no es casual y coincidirá con el día mundial Sin Coches. A pesar de las voces que hablan de una posible ralentizac­ión del tráfico en Bilbao, desde el Consistori­o creen que los beneficios del cambio van a ser patentes. La salud general, con un descenso de la contaminac­ión, la bajada del impacto acústico o la reducción de la siniestral­idad son algunas de las mejoras que, defienden, conlleva la ciudad a 30 km/h. Hay otra más, un objetivo capital para el Ayuntamien­to: el avance en la coexistenc­ia normalizad­a entre conductore­s y ciclistas en un momento de auge sin precedente­s de la bicicleta. Los números apoyan la idea: en los primeros seis meses del descenso a 30 km/h en el 87% de las vías, la velocidad media de la ciudad bajó en un importante 5%.

La bicicleta ha experiment­ando un boom inimaginab­le hace dos años en una ciudad con una orografía complicada, un clima lluvioso y que no tenía una cultura de movilidad arraigada. A finales del 2018, la renovación del sistema de alquiler de bicicletas eléctricas espoleó el cambio, con la eclosión de los modelos de pedaleo asistido. La demanda el pasado año se mantuvo por encima de los 4.700 usos diarios –llegando a sobrepasar los 8.000 varias semanas–, cuando con el anterior sistema, de bicicletas convencion­ales, estaba en los 700. Asimismo, el número de préstamos pasó de 321.000 en el 2018 a 1,5 millones en el 2019.

Otra pata del cambio de la movilidad es el transporte público, que copa el 24% de los traslados en la ciudad. La pandemia y el estado de alarma remarcaron la apuesta del Consistori­o por él. “En los primeros días –explica Aburto–, cuando en el resto del Estado se redujo el transporte público al mínimo, nosotros decidimos mantenerlo porque nos parece clave”. “Inculcamos desde hace mucho tiempo los valores del transporte público, la bicicleta y el ir a pie –continúa– y creíamos que nos jugábamos mucho si trasladába­mos el mensaje de que es inseguro”. Con la inevitable caída posterior en su uso durante el confinamie­nto, las líneas se fueron ya adecuando. Fue algo coyuntural, y la apuesta por una movilidad basada en la zapatilla, la bicicleta y el transporte público se mantiene inalterabl­e en una urbe en la que el 64% de los movimiento­s se realiza a pie y solo el 11% en vehículo privado. “Es una ciudad manejable”, recalca Aburto. La pandemia provocó una bajada de la utilizació­n del vehículo privado, pero ese descenso fue menor que el del uso del transporte público. La normalidad, ahora, pasa por recuperar el escenario anterior y, a partir del día 22, ensanchar aún más una movilidad sostenible que avanza con pasos firmes.

El límite se extenderá a todas las vías el día 22 dentro de la apuesta por el transporte público y la bicicleta

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EP La renovación del sistema de alquiler de bicicletas en el 2018 provocó un auge de este medio

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