El virus desatasca la apuesta por la movilidad en Madrid
El diagnóstico es claro. Madrid registró el pasado martes, con la vuelta al cole, 3,5 millones de desplazamientos menos que el mismo día del año pasado, pero se contabilizó el mismo número de coches. O dicho de otra manera, la pandemia ha modificado la forma de moverse de los madrileños, pero no en la dirección adecuada. La defensa del coche privado que el Ayuntamiento de coalición entre PP y Cs recuperó a su llegada al palacio de Cibeles echó por tierra los avances implantados por la exalcaldesa Manuela Carmena durante la anterior legislatura. Y la anulación de Madrid Central, la desaparición de las limitaciones a la circulación en caso de rebasarse los límites de contaminación y la reducción de carriles bici hicieron el resto provocando, en palabras del concejal de Más Madrid Luis Cueto, un “retroceso mental y urbanístico de cincuenta años”.
El impacto de la pandemia, sin embargo, ha obrado el milagro provocando un cambio de rumbo de 180 grados en las políticas de movilidad del Consistorio. Como si el programa electoral de hace apenas un año nunca hubiera existido, la Concejalía de Medio Ambiente presentó la pasada semana una batería de medidas para desarrollar su apuesta por la movilidad sostenible “garantizando mecanismos para cumplir con los límites de la calidad del aire y promover el uso de la eficiencia energética”. Entre ellos destacan la implantación de una tarifa “dinámica” del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER), cuyos precios variarán en función de la antigüedad del vehículo y los niveles de contaminación de la capital, así como la creación de plazas de aparcamiento de alta rotación por un tiempo máximo de 45 minutos. y la instalación de 150 nuevos puntos de recarga para vehículos eléctricos.
El peatón es otro de los beneficiados de las próximas modificaciones de la ordenanza municipal con la prohibición del estacionamiento de las bicicletas y patinetes de alquiler en las aceras con el fin de mantenerlas despejadas de obstáculos. Algo para lo cual se aumentarán en un 40% los espacios aparcabicicletas.
En paralelo se va a retomar el plan de peatonalización temporal los fines de semana de 12 calles, entre las 8 y las 21 horas –un total de 120.000 metros cuadrados en ocho distritos– y que tiene el tramo del paseo del Prado entre Carlos V Cibeles como máximo exponente.
Menos aplaudida ha sido la actuación en materia de carriles bici cuya ratio, en la capital, es 15 veces menor que en Bilbao, Sevilla, Valeècia y Barcelona. Según detalla la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Madrid apenas cuenta con un kilómetro de carril bici protegido por cada 100 kilómetros de vía pública. El Ayuntamiento ha acometido la creación de seis nuevas sendas este verano, pero su carácter provisional le confiere un plus de peligrosidad al ser habitualmente rebasados por coches y furgonetas que los emplean para adelantar o incluso aparcar en doble fila.
El Ayuntamiento, que anuló Madrid Central antes de la pandemia, ha dado un giro de 180 grados en su política
Pero el verdadero punto negro de la movilidad de Madrid sigue siendo el metro. Los continuos recortes en infraestructuras y personal aplicados por el Gobierno regional han contribuido al hacinamiento de los viajeros al incumplir su límite de densidad programando servicios por los que apelotona a seis usuarios por metro cuadrado cuando la licitación del contrato lo fija en un máximo de cuatro. El Ejecutivo lleva desde el 2018 prometiendo la contratación de 300 nuevos maquinistas para ampliar el número de convoyes y acortar los tiempos de espera, pero en la práctica apenas se han licitado 30 plazas.