Campazzo alarga la sequía
Un gran último cuarto del argentino da la Supercopa al Real Madrid ante el Barça
Real Madrid: Campazzo (21), Carroll (2), Abalde (13), Deck (11), Tavares (2); Randolph (3), Rudy (4), Thompkins (5), Garuba (3), Llull (8) y Laprovittola (2).
Barça: Calathes (11), Heurtel (4), Claver (1), Mirotic (22), Oriola (2); Bolmaro (4), Hanga (1), Abrines (8), Smits (0) y Davies (12).
El final del camino sigue siendo toda una incógnita. El principio no está siendo bueno. Es una evidencia. El ilusionante proyecto que está empezando a construir Sarunas Jasikevicius ya lleva dos reveses cuando aún no ha empezado la Liga. Pequeños pero significativos. La derrota ante el Andorra en la Lliga Catalana supuso el primer aviso, aunque en plena pretemporada fue un tropiezo sin consecuencias. Ayer, el Barça cayó en la final de la Supercopa Endesa ante el Real Madrid y la herida, esta sí, requiere cierto vendaje. El equipo de Laso encadena tres supertítulos consecutivos y desempata en el palmarés de la competición adelantando a su máximo rival: 7-6.
El conjunto blaugrana saldó la pasada temporada, igualmente ilusionante, sin títulos y, de momento, seguirá sin sumar ninguno unos cuantos meses más. Mínimo hasta la Copa de febrero. Una sequía que con Mirotic en el vestuario debe obligar a replantear algunas cosas.
No hay alarmas encendidas en el Palau. Ni mucho menos. La Supercopa es el título que tiene menos trascendencia del año, pero siempre es una buena prueba de fuego para lo que viene después. No se puede obviar que el Barça dio la cara y compitió, claro que es lo mínimo que se le puede exigir a una plantilla como la blaugrana, que no tiene nada que envidiar a ninguna en toda Europa. “Hay que ser optimistas, he visto trocitos del Barça que queremos”, aseguraba Jasikevicius al acabar ante los micrófonos de Movistar, eso sí, con el rostro cariacontecido.
El cambio de libreto es grande en el Palau y los jugadores tardarán en entender y asimilar los sistemas del nuevo técnico, que poco tienen que ver con los de Pesic. Y eso se notó en los momentos decisivos. El Barça no supo atacar bien sus últimas posesiones y ante un equipo como el Real Madrid de Laso eso es pecado mortal. Que Hanga acaparara las dos últimas jugadas es fiel reflejo del largo camino que queda por recorrer. El conjunto blaugrana necesitaba un triple en su última posesión para forzar la prórroga. Disponía de tiempo para construir una jugada pero ni Abrines ni Mirotic ni Heurtel pudieron recibir el balón y el húngaro tuvo que tirar forzado
EL DATO y falló. Una jugada que recordó en cierta medida a la última de la final de la Liga, también con segundos de sobra para encontrar un tiro abierto y que se jugó Higgins desequilibrado con el mismo final fatídico para el Barça.
El primer clásico del curso fue un partido intenso e igualado. Ninguno de los dos equipos superó los seis puntos de diferencia. El Real Madrid, en el primer cuarto (18-12, minuto 9); y el Barça en el último (50-56, minuto 32). Fue precisamente en ese momento en el que se vieron todas las debilidades de los azulgrana. Al toque de corneta del MVP Campazzo, estelar en el que puede ser su último título con el Madrid antes de cruzar el charco, el equipo de Laso firmó un 13-2 que dejó medio groguis a los blaugrana. La quinta falta de Calathes, de nuevo brillante en la dirección, a dos minutos para el final en una jugada desgraciada con dos rebotes ofensivos del Madrid, dejó al Barça sin ideas para las jugadas finales. Heurtel no supo asumir el mando de las operaciones. Tampoco Mirotic, que a pesar de no anotar en el primer cuarto de hora, escaló hasta los 22 puntos.
El Barça no está tocado ni hundido, pero bien haría en dejar de disparar al agua.
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CLÁSICO MUY IGUALADO
Los blaugrana no supieron manejar bien las últimas posesiones, que acabaron en manos de Hanga