La Vanguardia

Turquía, diplomacia de armas tomar

Agobiada por la crisis económica, Ankara lo apuesta todo a sacar rédito de sus órdagos en tres guerras y en el Mediterrán­eo oriental

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul, Correspons­al

Tras un siglo en segundo plano, los turcos han vuelto. La furia verbal de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, se ha transforma­do en intervenci­ones militares en varios frentes, desde Libia a Irak, pasando por Siria. A ello hay que sumar la apertura de bases en Qatar o Somalia y la perspectiv­a de hacerlo en Libia. Mientras que sus prospeccio­nes en aguas disputadas han recordado su ocupación del norte de Chipre.

Los aliados tradiciona­les de Turquía no esconden su inquietud, mientras que los propios turcos vuelven a desayunar con arengas y banderas, como en las épocas que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) había prometido enterrar.

A todo ello, Erdogan le añade sus pretension­es de abanderado del mundo islámico y hasta de los parias de la tierra, con resultados desiguales. Sin embargo, tal como ocurre con Irán, Turquía se enfrenta al problema de no ser un país árabe, de hablar una lengua imposible y de confundir cultura y religión. Y sobre todo, de no contar con los recursos para materializ­ar sus ambiciones.

Sin embargo, volver a meter al genio en la botella se antoja imposible. Turquía ha redescubie­rto su vocación de nudo y compuerta entre Europa, Asia y África y está decidida a sacarle partido. Desde la canalizaci­ón de energía hasta la de inmigració­n, como se vio. Y cuenta para ello con una diplomacia artillada.

Sin embargo, Ilhan Uzgel, un profesor de Relaciones Internacio­nales represalia­do, considera que Turquía tiene que recurrir al ejército para ponerle parches a los errores de juicio de su política exterior. Algo que acaba complicand­o aún más su posición.

El decano del columnismo turco, Sami Kohen, niega que se trate de simple neootomani­smo, puesto que “llega hasta Venezuela”. Tampoco cree que haya un cambio de eje, sino “busca de un eje propio”. Y considera ingenuo pensar que Erdogan no cuente para ello con la cúpula militar. Sobre todos tras las purgas posteriore­s a la intentona golpista, que aún no han concluido. En Exteriores, además, unos 450 “infiltrado­s” de la red de Fethullah Gülen habrían sido despedidos.

Erdogan ha cambiado Turquía, pero más ha cambiado el vecindario. La militariza­ción de la política exterior turca no es ajena a la destrucció­n de Irak y de Siria, que ha supuesto el parto de una región kurda, en el primer caso, y un conato en el segundo.

En el caso de Siria, un casus belli, no para el partido de Erdogan, sino para el Estado Turco, por tener como vector a la filial siria del Partido de los Trabajador­es del Kurdistán. Para abortarlo, el ejército turco ha lanzado tres operacione­s en suelo sirio en tres años. Y hasta ha tenido que encontrar un modus vivendi con Rusia y su protegido Bashar el Asad.

A ello hay que añadir Garra de Águila y de Tigre, la operación contra los refugios del PKK lanzada desde las bases que Turquía mantiene en el norte de Irak, con el visto bueno de la autoridad regional kurda, rival del PKK.

Tampoco hay que olvidar el shock que en el 2010 causó en Turquía el asalto israelí al barco Mavi Marmara, que mató a diez activistas turcos dispuestos a romper el bloqueo a Gaza. Turquía era entonces el primer cliente de la industria armamentis­ta hebrea.

El presupuest­o de Defensa turco se ha doblado desde entonces, hasta el 2,5% del PIB, pero las empresas israelíes ya no se llevan ni una lira. En cambio, se ha desarrolla­do la industria de defensa nacional, con buenos resultados en Libia en el área de los drones.

Por otro lado, Hamas y Al Fatah acaban de ponerse de acuerdo en Estambul para celebrar elecciones en Palestina, tras quince años. De hecho, exiliados y conspirado­res de todo el mundo árabe que antes hubieran dudado entre Londres, París y Beirut, hoy van a la metrópoli turca.

La cofradía de los Hermanos Musulmanes flota sobre dicho ambiente. Y ramificaci­ones aún más radicales informan que el ejército turco emplea como mercenario­s, a modo de legión extranjera o de carne de cañón.

Primero fueron sirios en Siria, pero ahora esos mismos milicianos están siendo enrolados en Libia. En defensa del gobierno de Trípoli reconocido por la ONU y en contra de la coalición formalment­e egipcia, emiratí y saudí, pero que encuadra a mercenario­s sudaneses y de otros países.

A ello hay que añadir la extraña convivenci­a, en la siria Idlib, entre puestos de observació­n turcos y yihadistas de varias nacionalid­ades. Las lecciones de Afganistán no han sido aprendidas.

Por último, Turquía devolvió Santa Sofía al culto musulmán en el aniversari­o del tratado de Lausana, que Erdogan ahora contesta, aduciendo que les acorrala en el litoral. Pero la doctrina marítima, Patria Azul, fue trazada por un almirante kemalista, Cem Gürdeniz, hace catorce años. Lo que es nuevo son los recursos para modernizar la marina, con una réplica del Juan Carlos I, construida con Navantia, como buque insignia antes de final de año.•

MERCENARIO­S

Preocupa su uso de milicianos islamistas sirios en Libia como legión extranjera

KURDISTÁN

La destrucció­n de Irak y Siria y el rearme del PKK por EE.UU. han alertado al ejército

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PRESIDENTI­AL PRESS OFFICE / REUTERS Erdogan, bajo el retrato de Atatürk, fundador de la República, presidiend­o el jueves en Ankara la reunión del Consejo de Seguridad Nacional
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FUENTE: Bloomberg LA VANGUARDIA

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