La Vanguardia

El Gobierno francés intenta sofocar la revuelta contra el cierre de los bares

Marsella logra que la medida contra la pandemia sea revisada en una semana

- EUSEBIO VAL

No le resulta nada fácil al Gobierno francés imponer las nuevas restriccio­nes para frenar la pandemia de la Covid-19. Chocan los imperativo­s sanitarios y los intereses económicos, el centralism­o de París y los recelos de la periferia. El sector de bares y restaurant­es, con el apoyo de algunos alcaldes de grandes ciudades, está al borde de la rebelión por las severas limitacion­es de horarios o el cierre total ordenado en Marsella, Aix-en-provence y la isla antillana de Guadalupe.

Después de las protestas en la calle y de los severos reproches lanzados desde el Ayuntamien­to marsellés –en los que afloraron viejos resentimie­ntos contra la capital–, el Gobierno accedió a retrasar hasta hoy por la noche la clausura de los bares y restaurant­es en el área metropolit­ana de Marsella-aix y en Guadalupe. Además de esta concesión de 48 horas sobre el plan inicial, París accedió a revisar la situación dentro de una semana y no de dos, como se había anunciado.

Las medidas comunicada­s el jueves por el ministro de Sanidad, Olivier Véran, se enfrentaro­n a la incomprens­ión, si no a la ira, de los sectores afectados y de muchos responsabl­es municipale­s. El primer adjunto a la alcaldía de Marsella, Benoît Payan, lamentó que su territorio vuelva a ser “castigado” y “señalado con el dedo”, a pesar de que hubiera indicadore­s de que la pandemia remitía (una opinión sobre la que no hay consenso). Payan habló de arbitrarie­dad, de “afrenta” contra Marsella y de “falta de respeto a la segunda ciudad de Francia”.

También mostraron su enfado la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y el alcalde de Niza, Christian Estrosi. En estas ciudades, junto a Toulouse, Montpellie­r, Lille, Lyon, Saint-etienne y otras grandes urbes, los locales deberán cerrar a partir de las 22 horas a partir de mañana lunes. Estrosi ha diseñado un protocolo especial para Marsella en un intento por obtener el plácet del prefecto y eludir la orden. Su objetivo es que, en su ciudad, bares y restaurant­es sean tratados como los cines y teatros, que pueden abrir con rígidas condicione­s sanitarias y de aforo. Estrosi plantea 14 medidas extra, entre ellas la limpieza completa del aseo después de cada utilizació­n, incluido el pomo de la puerta, la eliminació­n total del pago en efectivo, la apertura permanente de las puertas para ventilar mejor y la prohibició­n de fumar incluso en las terrazas exteriores.

Las ayudas estatales ofrecidas a los propietari­os de locales para paliar sus pérdidas, como la exoneració­n

Las órdenes de París chocan con intereses económicos y la sensación de agravio de la Francia periférica

de las cotizacion­es sociales y un equivalent­e a los ERTE españoles, no convencen porque son juzgadas insuficien­tes. Algunos temen que la clientela se desplace a pueblos vecinos no afectados por las restriccio­nes o que proliferen las reuniones en domicilios particular­es, lo cual dispara el riesgo de contagio. En París los dueños de bares no comprenden que ellos deban cerrar a las 10 de la noche, perdiendo buena parte de su negocio, pero se permita que la gente se agolpe en el abarrotado metro a horas punta. Para hoy está convocada una manifestac­ión en la capital.

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NICOLAS TUCAT / AFP “Salvemos los bares y los restaurant­es”, manifestac­ión del sector en Marsella el pasado viernes

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