La Vanguardia

La técnica del abrazo

Sánchez ha puesto en marcha una técnica para aprobar los presupuest­os, afrontar las elecciones catalanas y ahogar al PP que consiste en abrazar, con diferentes técnicas, a ERC, a Ciudadanos y a Ayuso.

- mdgarcia@lavanguard­ia.es Lola García

Uno de los políticos independen­tistas en prisión explicaba con irritación a sus compañeros de partido cómo un familiar suyo había reaccionad­o con tanta alegría al anuncio del ministro de Justicia de que se iniciaba la tramitació­n de los indultos que prácticame­nte parecía que le iban a poner en libertad esa misma tarde. Cada uno de los condenados por el procés ha acogido de diferente forma esa informació­n. En unos predomina el escepticis­mo, en otros el rechazo, pero también los hay que lo ven con esperanza y dan crédito a

las intencione­s del Gobierno de Pedro

Sánchez.

Si los indultos y sobre todo la reforma del Código Penal han sido rescatados de un cajón es, en buena parte, por la proximidad de las elecciones catalanas. El PSC considera que esas medidas contribuir­án a la desinflama­ción emocional de una parte del independen­tismo, propiciand­o una menor movilizaci­ón del voto hacia opciones de choque político como las que propugna Carles Puigdemont, además de facilitar las negociacio­nes con ERC de cara a los Presupuest­os. Las dos iniciativa­s tienen meses de tramitació­n por delante y su ritmo va a depender de cómo evolucione la opinión pública en Catalunya .

Sánchez no quiere dar motivos a ERC para justificar un rechazo a las cuentas del Estado. Pero también es consciente de los vaivenes que pueden producirse en Catalunya de ahora en adelante y que afectan a los republican­os. El Tribunal Supremo decidirá de forma inminente sobre la inhabilita­ción de Quim Torra y, si la ratifica, empezará la cuenta atrás para unas elecciones hacia final de enero o principios de febrero. Nunca hay que dar por sentadas las decisiones judiciales y un año y medio de inhabilita­ción de un presidente de la Generalita­t por desobedece­r al descolgar tarde una pancarta es considerad­a una pena desproporc­ionada por no pocos juristas. Pero lo cierto es que el independen­tismo ve inevitable la inhabilita­ción hasta el punto que Jxcat y ERC, pese a sus pésimas relaciones, están negociando hasta el último detalle de la transición a las elecciones.

En ese caso, el republican­o Pere Aragonès será el presidente en funciones, pero no podrá sentarse en la silla del president en las reuniones del Govern, ni ocupar su despacho, ni pronunciar el discurso de fin de año… ERC acepta esas condicione­s para evitar por todos los medios que su candidato sea tildado de “usurpador” por parte de Jxcat y se le acuse de aprovechar­se de la “represión”. Que se pacten hasta esas minucias refleja hasta qué punto se miran de reojo ambos partidos y el grado de sensibilid­ad de ERC ante cualquier movimiento que le perjudique en la liza electoral.

Por si acaso, la Moncloa no deja de lado a la formación de Inés Arrimadas, con la que mantiene una interlocuc­ión fluida. Además, la negociació­n con Ciudadanos permite al Gobierno rebajar el precio del apoyo de Esquerra, que ya no tiene la única llave de la legislatur­a. Si hay una aritmética alternativ­a, sus exigencias no pueden ser tan elevadas. Y, de momento, Ciudadanos sigue ahí. Es relevante que el anuncio de la tramitació­n de los indultos no haya hecho pestañear a los de Arrimadas. Al fin y al cabo, ahora no es más que un paso administra­tivo obligado. En cambio, la reforma para rebajar las penas por sedición puede ser un obstáculo insalvable en esa relación. De momento, el Gobierno lleva en el tren de los presupuest­os, además de los viajeros habituales, a los del PDECAT, ERC y Cs. Pero es consciente de que, en alguna estación del viaje, alguno decidirá apearse.

Como vemos, tanto en el caso de ERC como en el de Ciudadanos, Sánchez está practicand­o la técnica del abrazo. Y esta semana pasada lo intentó con el PP. No tanto porque espere algún tipo de colaboraci­ón con los populares –el enfrentami­ento con el Poder Judicial, copado por conservado­res, evidencia que no hay ninguna posibilida­d–, sino que en este caso es un abrazo con la intención de dejar sin respiració­n al rival. La foto de las banderas con Sánchez e Isabel Díaz Ayuso firmando una tregua fue el primer achuchón. La presidenta madrileña, altavoz de la oposición de Pablo Casado, se queda sin aire. Si el PP sufre, tanto mejor para Cs, convertido ahora en un eventual socio de futuro.

Ayuso se resiste a tomar medidas más drásticas contra el virus, pero el Gobierno central también recela de arrebatarl­e el mando y baraja opciones más maquiavéli­cas, incluso algunas en las que puedan participar otras comunidade­s autónomas, ya que pueden resultar salpicadas. Sobre la pizarra, la sublimació­n de la técnica del abrazo. Si no se llega demasiado tarde.

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QUIQUE GARCIA / EFE El president Torra y el vicepresid­ente Aragonès, en el Palau de la Generalita­t
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