La técnica del abrazo
Sánchez ha puesto en marcha una técnica para aprobar los presupuestos, afrontar las elecciones catalanas y ahogar al PP que consiste en abrazar, con diferentes técnicas, a ERC, a Ciudadanos y a Ayuso.
Uno de los políticos independentistas en prisión explicaba con irritación a sus compañeros de partido cómo un familiar suyo había reaccionado con tanta alegría al anuncio del ministro de Justicia de que se iniciaba la tramitación de los indultos que prácticamente parecía que le iban a poner en libertad esa misma tarde. Cada uno de los condenados por el procés ha acogido de diferente forma esa información. En unos predomina el escepticismo, en otros el rechazo, pero también los hay que lo ven con esperanza y dan crédito a
las intenciones del Gobierno de Pedro
Sánchez.
Si los indultos y sobre todo la reforma del Código Penal han sido rescatados de un cajón es, en buena parte, por la proximidad de las elecciones catalanas. El PSC considera que esas medidas contribuirán a la desinflamación emocional de una parte del independentismo, propiciando una menor movilización del voto hacia opciones de choque político como las que propugna Carles Puigdemont, además de facilitar las negociaciones con ERC de cara a los Presupuestos. Las dos iniciativas tienen meses de tramitación por delante y su ritmo va a depender de cómo evolucione la opinión pública en Catalunya .
Sánchez no quiere dar motivos a ERC para justificar un rechazo a las cuentas del Estado. Pero también es consciente de los vaivenes que pueden producirse en Catalunya de ahora en adelante y que afectan a los republicanos. El Tribunal Supremo decidirá de forma inminente sobre la inhabilitación de Quim Torra y, si la ratifica, empezará la cuenta atrás para unas elecciones hacia final de enero o principios de febrero. Nunca hay que dar por sentadas las decisiones judiciales y un año y medio de inhabilitación de un presidente de la Generalitat por desobedecer al descolgar tarde una pancarta es considerada una pena desproporcionada por no pocos juristas. Pero lo cierto es que el independentismo ve inevitable la inhabilitación hasta el punto que Jxcat y ERC, pese a sus pésimas relaciones, están negociando hasta el último detalle de la transición a las elecciones.
En ese caso, el republicano Pere Aragonès será el presidente en funciones, pero no podrá sentarse en la silla del president en las reuniones del Govern, ni ocupar su despacho, ni pronunciar el discurso de fin de año… ERC acepta esas condiciones para evitar por todos los medios que su candidato sea tildado de “usurpador” por parte de Jxcat y se le acuse de aprovecharse de la “represión”. Que se pacten hasta esas minucias refleja hasta qué punto se miran de reojo ambos partidos y el grado de sensibilidad de ERC ante cualquier movimiento que le perjudique en la liza electoral.
Por si acaso, la Moncloa no deja de lado a la formación de Inés Arrimadas, con la que mantiene una interlocución fluida. Además, la negociación con Ciudadanos permite al Gobierno rebajar el precio del apoyo de Esquerra, que ya no tiene la única llave de la legislatura. Si hay una aritmética alternativa, sus exigencias no pueden ser tan elevadas. Y, de momento, Ciudadanos sigue ahí. Es relevante que el anuncio de la tramitación de los indultos no haya hecho pestañear a los de Arrimadas. Al fin y al cabo, ahora no es más que un paso administrativo obligado. En cambio, la reforma para rebajar las penas por sedición puede ser un obstáculo insalvable en esa relación. De momento, el Gobierno lleva en el tren de los presupuestos, además de los viajeros habituales, a los del PDECAT, ERC y Cs. Pero es consciente de que, en alguna estación del viaje, alguno decidirá apearse.
Como vemos, tanto en el caso de ERC como en el de Ciudadanos, Sánchez está practicando la técnica del abrazo. Y esta semana pasada lo intentó con el PP. No tanto porque espere algún tipo de colaboración con los populares –el enfrentamiento con el Poder Judicial, copado por conservadores, evidencia que no hay ninguna posibilidad–, sino que en este caso es un abrazo con la intención de dejar sin respiración al rival. La foto de las banderas con Sánchez e Isabel Díaz Ayuso firmando una tregua fue el primer achuchón. La presidenta madrileña, altavoz de la oposición de Pablo Casado, se queda sin aire. Si el PP sufre, tanto mejor para Cs, convertido ahora en un eventual socio de futuro.
Ayuso se resiste a tomar medidas más drásticas contra el virus, pero el Gobierno central también recela de arrebatarle el mando y baraja opciones más maquiavélicas, incluso algunas en las que puedan participar otras comunidades autónomas, ya que pueden resultar salpicadas. Sobre la pizarra, la sublimación de la técnica del abrazo. Si no se llega demasiado tarde.