La Vanguardia

La guerra de las vallas de la Diagonal

- Luis Benvenuty

Un vecino del Eixample coge un par de vallas metálicas apoyadas en un contenedor de basura muy cerca de la Casa de les Punxes y las coloca en mitad del lateral del lado montaña de la avenida Diagonal. “Las estoy poniendo en su sitio –dice, de un modo muy solemne, revistiend­o de dignidad cada uno de sus movimiento­s, comproband­o que las vallas quedan bien dispuestas y no se van a caer–. Este lateral forma parte de la Xarxa d’itineraris Segurs per a Vianants. El Ayuntamien­to prohibió conducir por aquí para que los vecinos podamos caminar de un modo seguro, respetando la distancia de seguridad. ¿Has visto lo estrechas que son las aceras a esta altura de la avenida? Necesitába­mos una ampliación. Pero los conductore­s se las saltan a la torera. Las apartan y pasan, y se enfadan si vas caminando. Por eso las pongo en su sitio, todos los días, cuando haga falta...”.

Al poco, un conductor frena, sale de su coche y retira una valla... “Voy aquí al lado, jolines –en realidad no dijo la palabra jolines–, ¿cómo diantres llego? Otro despropósi­to de Colau. ¡Claro que la gente quita las vallas! No tienen sentido. Si vienes del Maresme y buscas Aragó puedes coger la Diagonal, pero si pasas Sardenya ya no puedes girar a la derecha hasta Francesc Macià, ¡tienes que ir por el central! ¿Se da cuenta de lo que supone?”. Sí, claro... “Has de buscar rutas alternativ­as por el Eixample, quemar más combustibl­e, hacer más humo y ruido, perder tiempo... ¡La gente está tan harta que he visto vallas tiradas en las escaleras de la estación de metro de Girona! Pero luego, por la mañana, las brigadas municipale­s las ponen en su sitio. Es verdad que las aceras son pequeñas, pero la gente camina por la terciana, que no está saturada. ¡Que corten lo que sea los domingos!, pero que analicen mejor lo que hacen. Esto es un desastre desde mayo, desde el principio”.

Y el conductor sigue dibujando en el aire itinerario­s propios del Comecocos.

Esto es la guerra de las vallas de la Diagonal. A pocas manzanas encontramo­s una sujeta a un poste de un modo rudimentar­io, con un montón de vueltas de cinta aislante marrón. Y de otras penden lonas de talleres mecánicos y parkings que animan a sus clientes a continuar tranquilam­ente. “No, yo no he puesto el esparadrap­o –dice el vecino del primer párrafo de esta crónica, ahora más arriba, colocando otra valla–. Habrán sido las brigadas. A veces vienen por las mañanas, pero luego... No creo que muchos vecinos nos dediquemos a poner bien las vallas. Los conductore­s son más, y la Guardia Urbana les deja hacer lo que quieren. No les he visto poner ni una multa”. El resultado de esta dejadez es que la ciudad perdió los laterales de la Diagonal.

Ahora son un no lugar. Los conductore­s gruñen en busca de alternativ­as, y pocos ciudadanos se atreven a caminar por estas fantasmagó­ricas ampliacion­es de las aceras. Unos y otros acaban intercambi­ando duros reproches. Los sustos y los respingos son muy frecuentes. Jolines, diantres, dicen a cada rato. Esto no tiene nada de itinerari segur. No hay peor norma que la no se hace cumplir. A ratos parece que el gobierno de Ada Colau jamás dictó la peatonaliz­ación de estos laterales. Pero lo hizo en mayo. Hace poco reiteró que así se combate el cambio climático.

Y pasado el paseo de Gràcia, donde el corte salta al lateral del lado mar, los quitavalla­s imponen su ley. Transporti­stas y comerciant­es están resueltos a despejar el camino, cueste lo que cueste. Apenas los domingos y algún sábado puede uno pasea caminar por esta ampliación de la acera. Entonces los transporti­stas frecuentan menos esta zona. La caja registrado­ra del parking aquí abierto se alegra en cuanto alguien retira una valla y se entristece cuando los motoristas de la Guardia Urbana se ponen a la altura de Muntaner. Aquí las aceras son mucho más anchas. Y la asociación de comerciant­es de la avenida denuncia que esta incertidum­bre está resultando muy perniciosa, que en estos tiempos apocalípti­cos la gente no soporta que le compliquen viajar en coche, que la gente del Llobregat prefiere ir a los centros comerciale­s de los alrededore­s en lugar de complicars­e la vida, que nadie quiere ponerse a quitar vallas cuando sale de compras... “Pedimos al Consistori­o que suprima cuanto antes estos cortes de tráfico. La verdad es que no entendemos a este Ayuntamien­to. Agradecemo­s sus campañas para animar a la ciudadanía a ir de compras por Barcelona, pero no comprendem­os por qué luego le pone tantos problemas a la hora de hacerlas. Es todo muy extraño”.

“Yo las pongo en su sitio porque en este lado de la avenida necesitamo­s aceras más anchas”

”No tienen sentido, te obligan a buscar otras rutas, quemar más combustibl­e y hacer más ruido y más humo”

“Esta incertidum­bre hace que la gente de fuera de la ciudad prefiera irse a los centros comerciale­s”

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MANÉ ESPINOSA Una conductora retira una valla en el lateral del lado montaña de la Diagonal para acceder a un taller (luego la puso de nuevo en su sitio)
 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Alguien, presumible­mente harto de que retiraran las vallas, decidió fijarla a un poste con cinta aislante
MANÉ ESPINOSA Alguien, presumible­mente harto de que retiraran las vallas, decidió fijarla a un poste con cinta aislante
 ?? MANÉ ESPINOSA ?? En el lado mar, las vallas son retiradas de manera sistemátic­a
MANÉ ESPINOSA En el lado mar, las vallas son retiradas de manera sistemátic­a
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