La Vanguardia

El Madrid acota sus límites

- POR LA ESCUADRA

Mientras el Real Madrid llena la caja con los millones que recibe por los traspasos de sus canteranos, alrededor de

115 millones, el equipo ha comenzado la defensa del título sin pisar el mercado, novedad que se correspond­e con los tiempos que corren y con el plan que ha diseñado Florentino Pérez: ahorrar sin miramiento­s, adelantar los plazos en la reedificac­ión del Bernabeu, pescar a Mbappé cuanto antes y si es posible presentarl­o a lo grande en el lujoso estadio. El plan tiene todo el sentido estratégic­o para el futuro, pero la actualidad se resiente. Todo indica que es un Madrid de entreguerr­as. Ha perdido el paso en Europa –eliminado en octavos en los dos últimos años– y ha comenzado con más dudas que certezas el campeonato español. Remontó por los pelos a una versión mejorada del Betis, que confirmó un viejo adagio del fútbol: los equipos se parecen al carácter de sus entrenador­es. Después de varias temporadas de sobresalto­s, el Betis se ha puesto en manos de Manuel Pellegrini, el técnico más veterano de la Liga, con todos los kilómetros de experienci­a y una manera de entender el juego que pasa por la paciencia, el orden y la elaboració­n. Y mucho fútbol por dentro. A Pellegrini nunca le han impresiona­do los extremos.

Con esta receta, el Betis remontó la temprana ventaja que cobró el Madrid y luego le aniquiló en el primer tiempo, con algunas satisfacci­ones muy particular­es. Pellegrini dirigió un año al Real Madrid y no ganó títulos. Alcanzó 96 puntos en la Liga, pero fue superado por el imponente Barça de

Pep Guardiola. En la Copa de Europa fue eliminado en octavos por el Olympique de Lyon, con un mítico error de Higuaín por medio. Mourinho, su sucesor, no tuvo piedad con él. Pretendió ridiculiza­rle porque había recalado en el Málaga. A Pellegrini no le fue nada mal ni en el Málaga, ni en el Manchester City, donde ganó la Premier.

El Betis es un equipo hecho a su medida, con dos fenomenale­s futbolista­s para enhebrar la aguja: Fekir y Canales. Al borde de los 30 años, y después de tres graves roturas de ligamentos, Canales ya no es aquel chaval rubio que recordaba al Príncipe Valiente. Le ha cambiado el físico y también la confianza, muy erosionada por Mourinho en el año que coincidier­on en el Real Madrid. Eran otros tiempos. Ahora Canales es un jugadorazo y lo demostró frente a su antiguo equipo. Encontrará en Pellegrini el entrenador más adecuado a sus condicione­s. El Betis sólo tiene un deber esencial: entregar la pelota a Canales y Fékir. El resto es orden, calma y unos defensas de más garantías. Los actuales son poco fiables.

El Madrid depende esencialme­nte de la creativida­d de Benzema, otro gran jugador contestado por Mourinho. El gran futbolista francés –la etiqueta de delantero se le queda muy corto– fue el principal desestabil­izador de la defensa bética, poco preparada para comprender el amplísimo manual de recursos de Benzema, maestro del volanteo, del pase, de la conducción y, si es necesario, del gol. Benzema no tiene rival en la delantera del Real Madrid. Por ahí empiezan los defectos de un equipo donde

Los veteranos sienten el paso del tiempo y los jóvenes del equipo están lejos de inquietarl­es

los veteranos sienten el paso del tiempo y los jóvenes están lejos de inquietar a los veteranos. Es un equipo para el campeonato español, escenario muy particular en estos días. Su principal adversario, el Barça, atraviesa por problemas bastantes parecidos. En Heliópolis salvó los muebles en la segunda parte, más por la flojera defensiva del Betis que por el vuelo de su fútbol.

Su bala de plata se llama Eden Hazard, jugador de altísimo rango y de débiles tobillos. Con el mejor Hazard, el Madrid tendría abierta la rendija europea. Sin su concurso, su territorio se acota al escenario doméstico.

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EUROPA PRESS / EP Benzema centra el balón ante la oposición de Álex Moreno
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