La Vanguardia

Jane Fraser

Nueva consejera delegada de Citi

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Jane Fraser se convertirá en febrero en la nueva consejera delegada del banco americano Citi, tras 16 años en la entidad. Es la primer vez que se nombra a una mujer al frente de uno de los seis grandes bancos de Estados Unidos.

Amenudo, las fiestas navideñas son no solo un momento de reunión y descanso sino de toma de decisiones sobre el futuro familiar. En diciembre del 2008, Jane Fraser y su marido, Alberto Piedra, se sentaron a hablar. Uno de los dos tenía que dar un paso al lado en sus exitosas carreras profesiona­les en el mundo de la banca para centrarse en la familia. “Y fue él quien dijo ‘Vale, seré yo quien lo deje y pruebe algo diferente’. La verdad es que no habríamos podido seguir como hasta entonces”, admitió Fraser hace seis años.

Fue una apuesta ganadora. En febrero, Fraser, de 53 años, madre de dos hijos, se convertirá en consejera delegada del Citi, el banco donde ha trabajado los últimos 16 años apagando todos sus fuegos de una división a otra, de un país a otro. Su acento británico no será lo único raro en Wall Street: Fraser será la primera mujer al frente de uno de los seis grandes bancos de Estados Unidos y una de las pocas (38) que hay al mando de las 500 mayores empresas del país. Mientras tanto, en el mundo de las finanzas se comenta con envidia la “vida ideal” que lleva su marido, que se fue de Dresdner Kleinwort cobrando su bonus y ahora asesora a institucio­nes.

Nacida en Escocia en 1963, Jane Fraser se formó en Cambridge y la escuela de negocios de Harvard. Sus primeros pasos profesiona­les la llevaron al banco Goldman Sachs en Londres como analista de fusiones. Entre 1990 y 1992 vivió en Madrid, donde trabajó para AB Asesores, la firma de la que Luis de Guindos fue consejero y socio fundador. En la capital española conoció a su marido, ejecutivo de Bank of America, hijo de un ministro de Economía de Fidel Castro.

La pareja, casada desde 1996, se mudó a Nueva York, donde Fraser empezó a trabajar en la consultora Mckinsey & Company. Había visto de cerca cómo funcionaba la banca de inversión y concluyó que no era un buen lugar para compaginar carrera profesiona­l y familia, y ella quería tenerla. A las dos semanas de dar a luz a su primer bebé, la llamaron para proponerle ser partner. Aceptó, pero durante los primeros años de crianza de sus hijos trabajó a tiempo parcial en Londres.

“Es duro. Ves que gente a la que has dirigido o que metiste en la empresa avanza más rápido que tú”, confesó en la CNN.

No es que no se pueda tener todo en la vida, se explica Fraser. “Lo que no puedes es tener todo al mismo tiempo. Pero sí si te lo planteas en varias décadas. Hay que pensar en la carrera y en la vida personal en función de esas necesidade­s. Renuncias a algo ahora para alcanzarlo luego”. Después de diez años en Mckinsey, la fichó Citigroup. En sus 16 años en el banco, ha sacado de múltiples apuros a diferentes divisiones y lo ha ayudado a superar la debacle que le llevó a pedir un rescate de 45.000 millones de dólares.

Empezó en la división de estrategia, donde puso en marcha un plan para consolidar el banco y desprender­se de las divisiones o activos menos productivo­s. En el 2009, en plena crisis financiera, pasó a dirigir la división de banca privada, que saneó. Cuatro años más tarde, el director ejecutivo, Michael Corbat, la puso al frente de la división de hipotecas, para lo que tuvo que mudarse con la familia a San Luis (Misuri).

De ocuparse de los problemas de los mega ricos pasó a tratar otros más comunes, los impagos de préstamos hipotecari­os, una herencia tóxica para el banco. Fraser se encontró con un equipo desmoraliz­ado y la reputación del sector por los suelos tras el escándalo de las hipotecas basura. En menos de un año llegó a un acuerdo con los reguladore­s para pagar 7.000 millones de dólares por engañar a los inversores y zanjar el tema.

Sus responsabi­lidades aumentaron. Impresiona­do por su gestión, Corbat la puso al frente de la división de banca comercial y de consumo. En el 2015 la envió a México como responsabl­e de Citigroup en América Latina para limpiar los negocios de sus bancos en la región, en particular Bananamex. La llegada de una mujer británica provocó suspicacia­s. “Me recibió una prensa muy negativa”, contó Fraser, que en la primera reunión con empleados los desarmó a todos al hablar castellano, la lengua que aprendió en Madrid. Durante su mandato, los ingresos de la división latinoamer­icana de Citigroup aumentaron casi un tercio y los beneficios, dos tercios, según el Financial Times.

Hace un año, Corbat y la junta de accionista­s de Citigroup, con sede en Miami, nombraron a Fraser presidenta, un cargo que se vio como plataforma para el posible relevo del consejero delegado. Durante la crisis del coronaviru­s, la ejecutiva ha gestionado el plan de teletrabaj­o de sus empleados así como la vuelta a las oficinas. Su promoción llega antes de lo esperado, acelerada según The Wall Street Journal por la reprimenda de la Reserva Federal a Corbat por sus fallos en el control de riesgos. Hay un nuevo fuego que apagar y esta vez el banco, presionado además para aumentar su rentabilid­ad, quiere que Fraser lo resuelva desde la cima.

“No puedes tener todo en la vida al mismo tiempo, pero sí si te lo planteas en varias décadas”, afirma la ejecutiva

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ERIN SCOTT / REUTERS

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