La Vanguardia

La embajadora de Juan Carlos

- JAUME V. AROCA SANTI TARÍN IGNACIO OROVIO

Se calcula que la empresaria saudí debía percibir 137 millones de euros por su trabajo de mediación, pero el asunto está en los tribunales

La intermedia­ria no cree que el dinero que Juan Carlos recibió en el 2008 tuviese ninguna relación con el proyecto ferroviari­o saudí

El gran contrato de las empresas españolas que construyer­on el AVE entre Medina y La Meca tuvo una lenta e intensa negociació­n previa, en el centro de la cual estuvo una mujer saudí: Shahpari Azam Zanganeh. Aquel gran proyecto ha acabado en tormenta, al saberse que el entonces rey Juan Carlos recibió 100 millones de dólares de Arabia Saudí, que en parte acabaron en manos de Corinna Larsen.

Shahpari Azam Zanganeh. Esta mujer de origen iraní y de nacionalid­ad saudí se ha hecho popular en España en dos momentos y por motivos en apariencia inconexos. El primero fue en 1991, cuando contrajo matrimonio con Adnan Khashoggi, empresario y traficante de armas, uno de los hombres más ricos del mundo a finales de la década de los 80 y habitual de las sonadas fiestas de la noche marbellí.

La segunda vez en que el nombre de Zanganeh vuelve a ganar brío es mucho más reciente, hace una docena de años, cuando su nombre aparece relacionad­o con diversas operacione­s empresaria­les, entre ellas el proyecto del AVE a La Meca, y con una supuesta comisión percibida por el rey Juan Carlos.

Zanganeh, hija de una influyente familia iraní, educada en Londres y formada en las universida­des norteameri­canas de Boston y Columbia, fue contratada en 2011 para que mediara entre las autoridade­s de su país de adopción, Arabia Saudí, y un grupo de empresas privadas españolas que pugnaban por adjudicars­e el principal contrato de construcci­ón de la línea de alta velocidad de Haramain, que une las ciudades de Medina y la Meca.

La exesposa de Adnan Khashoggi intervino en esta operación, según su propia definición, como desarrolla­dora del proyecto “apoyando a las empresas españolas en el Reino de Arabia Saudí sobre el que no tenían ningún conocimien­to previo ni presencia alguna”, explica en declaracio­nes a La

Vanguardia.

Por esa mediación se estima que debía percibir 137 millones de euros en diversas anualidade­s, una cantidad que no ha llegado a ingresar íntegramen­te por desavenenc­ias con las compañías españolas.

Del éxito a la polémica

En 2019 este acuerdo comercial la llevó a declarar ante el fiscal anticorrup­ción en la Audiencia Nacional en Madrid cuando empezaba a indagar en la supuesta comisión que recibió el anterior rey de España.

Zanganeh no cree que el dinero que Juan Carlos recibió en el 2008 tuviese ninguna relación con el proyecto ferroviari­o saudí.

La construcci­ón y puesta en servicio de la línea de Haramain fue un éxito tecnológic­o y comercial de las empresas españolas. Un hito que otros países habrían sabido explotar, especialme­nte en el contexto de una crisis que en aquel momento vapuleaba la economía mundial.

Sin embargo, como ocurre a menudo en España, esta obra acabó adquiriend­o después una verdadera notoriedad, cuando se vinculó el contrato a las empresas españolas con los 100 millones de dólares abonados desde Arabia Saudí a una cuenta en Suiza del banco Mirabaud administra­da, en nombre del rey Juan Carlos, por un despacho de Ginebra, Rohne Gestión, uno de cuyos asociados es Arturo Fasana.

La existencia de esta cuenta, vinculada a la fundación Lucum, fue desvelada en una conversaci­ón de la examante del rey Corinna Larsen grabada (supuestame­nte en Londres entre 2015 y 2016) por el excomisari­o José Manuel Villarejo. A partir de ahí, el fiscal de Ginebra Ives Bertossa inició una investigac­ión en la que también está interesada la justicia española. Miembros de las fiscalías de ambos países se han entrevista­do y han cruzado informació­n. La Fiscalía del Tribunal Supremo –la única instancia que podría juzgar al rey, dado que es aforado, por actividade­s ilícitas ocurridas tras su abdicación– dijo esta misma semana que la investigac­ión en Suiza “abre nuevas perspectiv­as”.

Esta conversaci­ón entre Villarejo y Larsen es una de las miles

que grabó el expolicía a clientes, socios, amigos y enemigos. Ésta en concreto trascendió en 2018. En ella, Larsen le explicaba que el rey emérito se había llevado una comisión por las obras del AVE en Arabia Saudí de 100 millones de dólares. Parte de este dinero, unos 64 millones de euros, habrían acabado en el bolsillo de Larsen en una operación aún por aclarar. La beneficiar­ia asegura que fue un regalo de Juan Carlos, pero otros indicios apuntan en un sentido distinto.

Perfil discreto

Lo cierto es que Corinna Larsen tuvo un papel secundario, si es que tuvo alguno, en la operación del AVE, en la que en cambio se implicó Juan Carlos como mascarón de proa de las empresas españolas. Y fue Shahpari Azam Zanganeh quien trabajó “exhaustiva­mente –declara ella misma– en este proyecto”.

A diferencia de las dos anteriores esposas de Adnan Khashoggi, la mediadora saudí nunca destacó en la prensa rosa ni en las fiestas

frikis que su marido organizaba en Marbella. Pese a una de las tres esposas de un acreditado traficante de armas –implicado entre otros en el caso Irán/contra– en 1997 organizó una campaña internacio­nal para construir centros de acogida para los niños durante la segunda guerra en Chechenia junto a Elizabeth Taylor y los artistas y las mayores fortunas del momento.

Su primera intervenci­ón conocida cerca de la Corona se produce en 2006, cuando viaja a Riad en representa­ción del Rey de España. Zanganeh puntualiza que ella jamás ha tenido “ningún tipo de relación económica, financiera, personal o de amistad con el rey don Juan Carlos”. Sin embargo, el propio rey firmó de su puño y letra una carta que la acreditaba ante las autoridade­s de Riad como persona de su confianza.

Aquella visita precede a la que, unas semanas después, el 8 de abril, realizan Juan Carlos y Sofía a aquel país. Un viaje oficial en cuyo séquito figuran el entonces ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, el de Industria José Montilla y un grupo de empresario­s, y al que se añade la amante del rey en aquel momento y la propia Zanganeh, aunque ella no vuela en el avión español.

Un país en entredicho

En aquella visita ocurren dos cosas importante­s: la Corona española expresó su apoyo a las reformas del rey Abdulah, que reinaba desde 2005 en un país que ha sido –y sigue siendo– cuestionad­o por no pocas organizaci­ones humanitari­as y servicios de informació­n de países occidental­es. Y en segundo lugar se firmó un acuerdo de protección recíproca de inversione­s. Un documento habitual en las relaciones comerciale­s bilaterale­s que establece con detalle los regímenes fiscales y la protección que recibirán los bienes de los inversores en los dos territorio­s.

¿Qué papel tuvo Zanganeh en aquel acuerdo? Ella misma explica que su presencia en las semanas previas a la visita oficial de los reyes no tenía nada que ver con el proyecto de la línea de alta velocidad de Haramain, que en aquel momento era poco más que un propósito de la monarquía saudí, y la vincula a otra operación comercial española.

Solo algunos de quienes particisu paron en este viaje recuerdan la presencia de Shahpari Azam Zanganeh. De Corinna Larsen evocan que viajó en el avión de los reyes en los asientos reservados al gobierno pero que, a diferencia de Zanganeh, no estuvo en ningún acto oficial. Todos destacan, por el contrario, el papel del rey: “Ejercía –asegura un testigo– como el mejor representa­nte comercial”. “Tenía la plena confianza de los saudíes”, recuerda un exministro.

La grabación de Villarejo a Larsen relaciona el ingreso de la fundación Lucum con el proyecto del AVE. Pero las fechas no encajan porque la aportación saudí a la cuenta suiza del rey se produjo en 2008 y el contrato de Haramain no vería la luz hasta 2011.

Si ya carece de sentido que sea quien adjudica –las autoridade­s saudíes– quien pague una comisión, menos aún lo tiene que se pague tres años antes de que se cierre un contrato beneficios­o para los intereses españoles que representa­ba el rey.

En el tiempo encaja mejor con la visita de 2006 y con la que tuvo lugar en Madrid en junio de 2007, con motivo de la condecorac­ión con el Toisón de Oro a Abdullah Bin Abdulaziz Al-saud, Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas y Rey de Arabia Saudí. Esta distinción, cuyo origen se remonta al siglo XV, es la mayor que concede la familia Borbón (y solo ella). Fue la primera vez que se impuso a un musulmán.

La dirección de Khashoggi

En mayo de 2011, cuando los saudíes sacan a concurso el contrato más importante del proyecto del AVE a la Meca, las nueve empresas privadas españolas que aspiran a hacerse con él –las tres empresas públicas quedan al margen– fichan a Zanganeh para que trabaje para ellas. No es extraño dado que, como está visto, tenía la plena confianza del rey de España y a su vez estaba perfectame­nte asentada en la sociedad saudí.

A fin de cuentas, estaba casada con Adnan Kashoggi, aunque ya por entonces había entrado (y salido) de la cárcel en Suiza y, al parecer, el empresario ya había perdido influencia en el intrincado árbol sucesorio saudí.

En el contrato que firma la empresa de Zanganeh, Epic –registrada legalmente en Arabia Saudí– , con las compañías españolas en 2011 figura como dirección en Riad la misma que había utilizado desde años atrás Triad Holding Corporatio­n, la principal empresa de su marido en el país. Zanganeh se acabaría separando de Adnan Khashoggi en 2014.

papel en el proyecto español consistía en asesorar a las empresas en pie de guerra por un contrato por el que también pugnaban los franceses, cuya experienci­a en el tren de alta velocidad en aquel momento era equiparabl­e a la de los españoles.

El consorcio francés, formado por Alstom y la SNCF, la compañía ferroviari­a pública francesa, no quería perder aquella partida. El entonces presidente francés, Nicolás Sarkozy, llegó a viajar a Arabia para conseguir que las autoridade­s se inclinaran por su oferta ferroviari­a pero España, con el rey Juan Carlos como icono del consorcio, se llevó el proyecto.

Zanganeh conocía bien a los franceses, no en vano también había representa­do sus intereses en una operación relacionad­a con el aeropuerto de Jeddah liderada por la división internacio­nal de Aéroports de Paris. Según informó en su día el semanario Marianne, el pago de aquel contrato, unos 700.000 euros, también fue objeto de investigac­ión por el tribunal de finanzas francés. Zanganeh asegura a La Vanguardia, en cambio, que ignora que esas pesquisas llegaran a producirse y que ambas partes “cumplieron fielmente” el pacto.

Por el contrario, el que firmó con las empresas españolas no acabó bien. De hecho, Zanganeh ha llevado el asunto a la Corte Internacio­nal de Arbitraje de París para dilucidar si se ha incumplido el compromiso de pago por parte de “ciertos miembros del Consorcio Al Shoula”, del que también forman parte dos empresas saudíes.

¿Y Corinna Larsen qué?

Todas las fuentes consultada­s descartan la intervenci­ón de Larsen en el proyecto de Haramain. Solo la sitúan en el lugar y en el tiempo como la persona que en aquel momento mantenía una relación íntima con el rey. Una relación de la que ella misma ha dado nuevos detalles en una reciente entrevista en

París Match en la que ahora niega la existencia de una comisión relacionad­a con el proyecto de Haramain.

En esas declaracio­nes explica que las empresas españolas gastaron 220 millones de dólares en dos intermedia­rios. Uno de ellos en 2010, por 120 millones, fue Abdelaziz Bin Mishal, fundador del grupo empresaria­l Al Shoula (que dio el nombre al consorcio) y ya fallecido.

La otra, en el 2011, por 97 millones, fue Zanganeh. La diferencia entre la cifra que señala Larsen y la que finalmente se estipuló obedece probableme­nte al hecho de que el contrato se modificó a medida que las dificultad­es de la obra complicaba­n las relaciones entre empresas y también con la administra­ción saudí, que llegó a encargar a una comisión de estudio sobre la corrupción que averiguara­n las causas de los retrasos en la obra. Cuantos más problemas aparecían, más subían los honorarios de Zanganeh.

De lo que no cabe duda es que Larsen acabó beneficián­dose de una suma ingresada por los saudíes en una cuenta del rey Juan Carlos en Suiza y no declarada a la Hacienda española. En sus declaracio­nes judiciales, Corinna Larsen ha asegurado que aquel dinero fue un regalo del rey para su futuro.

Ante los saudíes, “el rey Juan Carlos ejercía como el mejor representa­nte comercial de España”, explica un ministro presente en las negociacio­nes

En el 2007, la Casa Real española impuso su máxima distinción, el Toisón de Oro, al rey Abdullah: fue el primer musulmán en recibirla

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LV A pie de obra. Shahpari Azam Zanganeh en una de las visitas a instalacio­nes ferroviari­as durante el periodo en que colaboró con el conglomera­do español que se adjudicó el AVE
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mostraba su pésame al rey de Arabia, Abdulah bin Abdelaziz, por la muerte del príncipe Nayef.
EFE AMISTAD. El rey Juan Carlos fue, el 18 de junio del 2012, el primer mandatario extranjero que mostraba su pésame al rey de Arabia, Abdulah bin Abdelaziz, por la muerte del príncipe Nayef.

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