La Vanguardia

Victor Tutugoro

Líder canaco

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

La población de Nueva Caledonia votó ayer por permanecer en Francia, con un 53,3% de los sufragios, pese a que el voto por la independen­cia, que promueve la minoría canaca, aumentó hasta un 46% y mantiene vivo el contencios­o.

El nuevo referéndum no ha resuelto la situación sino que prolonga un conflicto de desenlace incierto. El archipiéla­go de Nueva Caledonia decidió ayer, por segunda vez en menos de dos años, rechazar la independen­cia y continuar siendo parte de Francia. Sin embargo, los secesionis­tas avanzaron respecto a la consulta de noviembre del 2018 y alcanzaron el 46,7% de apoyo, mientras que el no a la secesión obtuvo el 53,3 de los sufragios.

La distancia entre lealistas e independen­tistas es cada vez menor. Son ahora solo 7 puntos a favor de los primeros, cuando hace dos años eran 13. El contencios­o está abierto porque existe la posibilida­d de organizar una tercera votación en el 2022.

La triple fractura –social, étnica y geográfica– no se supera. Eso obligará al Gobierno de París a promover un diálogo definitivo entre las dos comunidade­s principale­s de las islas para buscar una salida pactada. No es fácil encontrar una vía intermedia entre la plena soberanía y la pertenenci­a a Francia. La actual autonomía, bastante amplia, no parece suficiente para los secesionis­tas.

La participac­ión en la consulta fue muy alta, del 85,6% del censo. Los resultados evidenciar­on una disparidad total en las posiciones. En el norte de la isla principal, Grande Terre, habitado por los canacos, y en otras islas de mayoría aborigen, el sí a la independen­cia fue abrumador, de hasta el 96% en algunos pueblos. En las áreas más densas de población de origen europeo, en torno a la capital, Nouméa, fue todo lo contrario.

En una alocución televisada, desde el Elíseo, el presidente de la República, Emmanuel Macron, expresó “el profundo sentimient­o de reconocimi­ento” por el voto favorable a permanecer en Francia, si bien recalcó que el Estado es y seguirá neutral. Macron matizó que acogía el resultado “con humildad” y que entendía el deseo de los independen­tistas. “Con vosotros, solo juntos, construire­mos la

Nueva Caledonia del mañana”, dijo, con una calculada ambigüedad. Ante el horizonte de un posible tercer referéndum, advirtió que quedan dos años “para dialogar y diseñar el futuro”, y que, si se llega a convocar, tendrán que quedar muy claras para los dos bandos las consecuenc­ias de la independen­cia y de permanecer en Francia, para que nadie se lleve a engaño.

A diferencia de otros territorio­s franceses de ultramar, como las islas antillanas de Guadalupe y Martinica, la Guayana –en Sudamérica–, o las islas de Mayotte y la Reunión, en el océano Índico, que son departamen­tos franceses en igualdad de condicione­s que los de la Francia metropolit­ana –sin derecho a la autodeterm­inación–, en Nueva Caledonia se aceptó aplicar criterios de descoloniz­ación. Eso se debe a razones históricas y a que un movimiento independen­tista, el Frente Nacional de Liberación Canaco y Socialista (FNLKS), se lanzó a la lucha armada, en los años ochenta del siglo pasado, y a punto estuvo de desatar una guerra civil. Nueva Caledonia, situada a 17.000 kilómetros de la metrópoli –un día de vuelo– y a 1.500 kilómetros de la costa oriental australian­a, pertenece a Francia desde 1853.

Los acuerdos de Matignon, en 1988, y los de Nouméa, diez años después –firmados por los líderes canacos, los lealistas y el Gobierno de París– establecie­ron un dilatado calendario para facilitar el camino a la plena soberanía, si así lo decidía la población de Nueva Caledonia. Esta singularid­ad se incorporó en el título XIII de la Constituci­ón francesa de 1958, la que instauró la V República.

Las islas que componen Nueva Caledonia poseen una superficie total de 18.500 kilómetros cuadrados –algo más de la mitad de Catalunya–, pero, dada la lejanía respecto a otros países, su zona económica exclusiva en el Pacífico cubre 1,4 millones de kilómetros cuadrados, equivalent­e a la mitad del mar Mediterrán­eo. Eso supone una riqueza potencial enorme en recursos pesqueros y de otra índole que deben ser defendidos. Además, Nueva Caledonia alberga las segundas mayores reservas mundiales de níquel.

Los partidario­s de seguir en Francia invocan a menudo el peligro de una eventual Kanaky –nombre pensado para el nuevo estado independie­nte– muy vulnerable a las injerencia­s y al expansioni­smo de China. Pekín desarrolla en Oceanía una estrategia sutil, parecida a la que aplica en África y Latinoamér­ica, de préstamos y de construcci­ón de infraestru­cturas. El riesgo para los receptores es quedar atrapados en la deuda y la dependenci­a. Es un fenómeno que ya se observa en otros diminutos países del Pacífico como Vanuatu –excolonia francobrit­ánica–, las islas Salomón o las Fiyi. En las Salomon se ha llegado al extremo de que una parte del archipiéla­go reclama un referéndum de secesión porque se opone a la creciente influencia china. Los lealistas de Nueva Caledonia sostienen que continuar en Francia, potencia nuclear y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, es una mejor garantía para preservar los intereses. Pero la partida aún no ha terminado.

Macron agradece “con humildad” el voto y pide diálogo a las dos comunidade­s que viven en las islas

 ??  ??
 ?? THEO ROUBY / AFP ?? Afluencia. La participac­ión en el referéndum de independen­cia fue del 85,6% del censo, prueba del interés que la cuestión suscita. Se formaron largas colas ante los colegios electorale­s, como este de la capital, Nouméa
THEO ROUBY / AFP Afluencia. La participac­ión en el referéndum de independen­cia fue del 85,6% del censo, prueba del interés que la cuestión suscita. Se formaron largas colas ante los colegios electorale­s, como este de la capital, Nouméa
 ?? LV
FUENTE: Google Maps, Yesaustral­ia.com ??
LV FUENTE: Google Maps, Yesaustral­ia.com

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain