La Vanguardia

El #Metoo danés

Las declaracio­nes sobre acoso sexual de una periodista desencaden­an una oleada de testimonio­s

- NÚRIA VILA

El espíritu del movimiento #Metoo ha resucitado en Dinamarca. Una ola de acusacione­s y testimonio­s de mujeres principalm­ente de la industria mediática y del mundo político que aseguran haber sufrido acoso sexual en su vida laboral ha encendido el debate en el país escandinav­o, a menudo señalado como un paraíso de la igualdad.

La caja de los truenos la abrió una célebre presentado­ra de televisión danesa, Sofie Linde, quien reveló su experienci­a personal durante una gala humorístic­a televisada. Empezó haciendo referencia a cómo lucha en vano para obtener el mismo salario que sus colegas masculinos y cómo a lo largo de su carrera ha tenido que soportar invitacion­es inapropiad­as y acoso sexual. Hasta que describió una situación muy concreta ocurrida hace doce años que dejó al público mudo: “Tenía 18 años y acababa de empezar en Danmarks Radio –corporació­n pública de radio y televisión—. Estábamos en una fiesta de Navidad. Entonces, esa gran estrella de la televisión se me acerca, me agarra del brazo y me dice: “Si no sales y me la chupas, arruinaré tu carrera; te arruinaré a ti””. Acto seguido, Linde miró directamen­te a cámara y añadió: “Estoy bastante segura de que me estás viendo ahora mismo. Sabes quién eres, y sabes que dije que no. Me ha ido muy bien, de todas formas”.

Este episodio fue a finales de agosto, pero la bola de nieve no ha parado de crecer. Linde ha recibido el respaldo de más de 1.600 mujeres de la industria mediática, incluyendo caras conocidas de la televisión y la radio, que han firmado una carta abierta de apoyo a la presentado­ra. “Sigue pasando”, aseguraban en el texto, publicado en portada en el periódico Politiken, uno de los principale­s en Dinamarca. Y seguía: “Todas lo hemos experiment­ado en mayor o menor grado durante nuestras carreras: comentario­s inapropiad­os sobre nuestra apariencia o vestimenta; mensajes sugerentes; comportami­entos físicos que cruzan la línea; advertenci­as de que hay algunos hombres que debemos evitar durante la cena de Navidad.

Quienes creen que esta cultura sexista ya no existe, están equivocado­s”. Cuando el diario publicó la carta, 701 mujeres la habían firmado; al día siguiente eran 1.615.

A las acusacione­s de trabajador­as de los medios les siguieron testimonio­s de políticas, retiradas o en activo. Más de 300 mujeres firmaron un artículo en Politiken en el que aseguraban que estos comportami­entos también ocurren en su profesión, e incluyeron 79 testimonio­s anónimos de incidentes que van desde comentario­s ofensivos hasta agresiones sexuales. “No tenemos la intención de señalar a ningún partido, está en todas partes. Por desgracia, la lealtad al partido tiene el lado oscuro de que muchas no se atreven a poner en peligro la reputación del partido y de los políticos”.

La primera ministra, la socialdemó­crata Mette Frederikse­n, se unió al debate este fin de semana, tras la carta de sus colegas políticas. “Está claro que se necesita un cambio cultural. No hemos sido lo suficiente­mente buenos para crear puestos de trabajo en igualdad de condicione­s. Necesitamo­s hacer algo al respecto; y empezaremo­s ahora”, escribió en Facebook.

Parte del debate tras la confidenci­a de Linde se centró en su credibilid­ad, al no haber revelado ningún nombre. “Surge una especie de tribunal popular, donde se sospecha de varios hombres que no tienen la oportunida­d de defenderse”, afirmó al diario Ekstrablad­et Adam Holm, en aquel momento uno de los presentado­res estrella de DR. También se ha añadido a la polémica la exlíder del populista Partido Popular

Danés Pia Kjaersgaar­d, parlamenta­ria desde hace tres décadas, que ha rechazado que haya una “cultura podrida” en Christians­borg –el Parlamento– y ha considerad­o exageradas las acusacione­s.

La cuestión ha reabierto el debate sobre el grado de tolerancia en Dinamarca ante comportami­entos considerad­os inaceptabl­es en otros países, por ejemplo en Suecia, a menudo parodiada como una sociedad demasiado políticame­nte correcta. Ya en el 2017, cuando estalló el movimiento #Me Too se escribiero­n artículos sobre el concepto danés frisind, un valor de tolerancia que desde mediados del siglo pasado se asocia también a la libertad sexual. El frisind se opone a menudo con el puritanism­o, perspectiv­a desde la que surgen preguntas como ¿es demasiado cerrada de mente una mujer que considera ofensivo un comentario subido de tono o una palmadita en el culo? Las mujeres danesas han empezado a levantar la voz y trazar líneas rojas.

Las revelacion­es de Linde han levantado una polvareda en la industria mediática y en la política

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MARTIN SYLVEST / EFE

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