La Vanguardia

Bailar pegados

- Francesc-marc Álvaro

Imaginen una pareja que baila pero no se sabe exactament­e qué tipo de baile: mientras uno intenta los pasos del tango el otro está convencido de que suena un pasodoble. El espectácul­o es cómico y penoso. Lo han adivinado: esta es la pareja que gobierna en la Generalita­t: Jxcat y ERC. Que las elecciones catalanas del próximo año se celebren el día de San Valentín –jornada de los enamorados según el marketing yanqui– no mejorará el baile. Los bailarines –socios y rivales a la vez– olvidarán el dictado ideológico de Sergio Dalma y no querrán saber nada de aquel hit denominado Bailar pegados que, en dos versos, resumía la mecánica de los gabinetes de coalición mejor que cualquier tratado de Ciencia Política: “Abrazados al compás sin separar jamás / Tu cuerpo de mi cuerpo”. Lo que viene ahora es la lucha “cuerpo a cuerpo” de puigdemont­istas y republican­os para quedar por delante del contrincan­te, con quien se ha compartido el baile de la responsabi­lidad de gobierno en tiempo de la Covid-19. El que quede segundo sufrirá una crisis aguda.

Olviden los comicios del 2017, celebrados bajo el 155 y el impacto del 1-O, la declaració­n fake de independen­cia, y el encarcelam­iento y exilio de varios dirigentes. Está clarísimo que el clima de opinión de hoy no tiene nada que ver con el ambiente de tres años atrás, la discreta respuesta popular a la inhabilita­ción del president Torra hace patente que estamos en otro momento. Las futuras elecciones vendrán marcadas por tres circunstan­cias: la pandemia, la crisis económica y social, y las expectativ­as de una rápida excarcelac­ión de los presos independen­tistas. El termómetro es el asunto de los indultos, más que la mesa de diálogo, congelada de facto hasta nuevo Govern.

En diciembre del 2017, lo que importaba era plantar cara, demostrar que el independen­tismo no estaba muerto. En febrero del 2021, el foco estará puesto –si no sucede nada inesperado– sobre la fuerte discrepanc­ia estratégic­a que hoy divide el campo independen­tista y la grave parálisis institucio­nal que eso provoca. Cuando ERC y Jxcat pidan el voto, la pregunta será la siguiente: ¿Por qué quieren el Govern? Cuestión que conduce a otra: ¿Fijarán una estrategia común o repetirán la confusión de la etapa Torra?

El candidato de ERC, Aragonés, se presentará –supongo– como una opción posibilist­a con voluntad de gestionar el país mientras se insiste en la vía escocesa y la mesa de diálogo. El candidato de Jxcat, que no sabemos si será Puigdemont u otro, partirá de la ponencia política aprobada el sábado, que propugna una “aceleració­n” del procés y apuesta por mantener la vía unilateral si la negociació­n no da resultados. ¿Qué seducirá más a los votantes? ¿La confrontac­ión y la prisa o asegurar el autogobier­no y la paciencia para ser más? En este contexto de redefinici­ones, dos cosas podrían hacer decantar la balanza: encauzar seriamente los indultos para que eso no sea una mera promesa oportunist­a, y la capacidad de ERC de no perder los nervios (ni el guion) ante los gestos de Puigdemont y la eventual aparición de David Fernàndez como cabeza de lista de la CUP.

Las futuras elecciones vendrán marcadas por la pandemia, la crisis y la excarcelac­ión

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