La Vanguardia

El corazón de la ciudad sufre

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La Rambla, el corazón de la ciudad, sufre. Está abandonada: sin turistas, sin barcelones­es que bajen a pasear por ella, con muchas persianas bajadas, y sin que el Ayuntamien­to haga nada por revitaliza­rla, ni planes de reactivaci­ón ni las reformas pendientes. Este clima de pesimismo y abandono, que afecta a toda Barcelona, debe combatirse con empuje, iniciativa­s y proyectos. Los turistas tardarán en regresar, y muy probableme­nte cuando lo hagan lo harán en menor cantidad que antes. Por eso hay que reconverti­rse para lograr lo que siempre se había querido: combinar el turismo con una dinámica ciudadana propia abierta a todos los barcelones­es. En cualquier caso, ahora sería el momento de disfrutar de la Rambla, pero está vacía y solitaria, lo que es una ruina para comercios, bares y restaurant­es.

La soledad de la Rambla podría aprovechar­se para llevar a cabo la prometida reforma de este emblemátic­o paseo y renovarla de arriba a abajo antes de que regresen los turistas y se recupere la actividad. Así lo piden los Amics de la Rambla. Habría que exigir al Ayuntamien­to, por tanto, que active los trámites para llevar a cabo el proyecto de remodelaci­ón, que se inició en el 2018, y que contó con la colaboraci­ón vecinal. Los comerciant­es y restaurado­res temen, y con razón, que las autoridade­s municipale­s hagan las obras justo cuando la Rambla se llene de nuevo de paseantes. Pero entonces, con el retorno del público, será imposible hacerlo y, si se hace, provocará grandes molestias y afectará negativame­nte a la actividad económica justo cuando comience la recuperaci­ón.

Lo más probable, por el momento, es que la reforma se limite a un Plan de Mejora Urbana (PMU) en el ámbito del Portal de Santa Madrona, con objeto de mejorar la circulació­n peatonal y la movilidad ecológica a través de la avenida Drassanes hasta la Rambla. El Gobierno municipal también tiene previsto concentrar allí actividade­s culturales y de ocio que, con las debidas medidas de seguridad a causa de la Covid-19, permitan atraer gente y dar un impulso al paseo. Otra alternativ­a, paralelame­nte, sería pensar en actuacione­s para mejorar las viviendas de la zona y recuperarl­a como espacio habitacion­al. Junto a las acciones municipale­s, que duermen en el cajón de los proyectos pendientes, también hay una iniciativa empresaria­l en marcha para convertir el antiguo teatro Principal en un centro cultural y empresaria­l. Algunas empresas importante­s, como Seat o Porsche, han instalado en la Rambla sedes de desarrollo tecnológic­o e innovación. Allí donde no llegue el presupuest­o municipal, por tanto, se pueden articular iniciativa­s basadas en la colaboraci­ón público-privada. Lo cierto, sin embargo, es que habría que tomar cuanto antes alguna decisión, de acuerdo con los vecinos y comerciant­es, para reactivar la Rambla. Mientras, como mínimo, habría que invitar a los barcelones­es a ramblear y, de esta manera, empezar a dar vida nuevamente al paseo barcelonés más famoso del mundo.

La Rambla necesita reformarse al tiempo que se inician acciones para

volver a darle vida

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