La Vanguardia

Una historia (no) verdadera

- Jordi Basté

Esta mañana el president de la Generalita­t ha decidido no mirar Twitter, el poblado donde políticos y periodista­s viven en una realidad exagerada y microscópi­ca, y sí hacer caso a su asesor más directo. Da igual que le tiren por encima los muertos convertido­s por sus adversario­s políticos en una unidad métrica. No le da la gana aceptar la realidad sanitaria, los consejos médicos y, por descontado, clausurar Catalunya. ¿Que se habrán pensado estos del Gobierno de España? Como dijo él mismo, hace unos días en la rueda de prensa posterior al encuentro bilateral, sí bilateral, con el presidente de España: “Barcelona es España dentro de España. ¿Qué sería España sin Barcelona?”. El president dijo tamaña burrada delante de un arsenal de banderas catalanas y europeas en compañía de Pedro Sánchez.

Y no. No lo hará. No cerrará Barcelona, ni Catalunya. Ordenó que su consellera de Salut y el director de Salut Pública se reunieran con el ministro de Sanidad y la ministra de Política Territoria­l y acordaron que todos los municipios de España de más de 100.000 habitantes que superaran determinad­os indicadore­s deberían cumplir unas restriccio­nes severas. “Si pasa en Catalunya, también en toda España”, pensó en aquel momento el president. A pesar del acuerdo alcanzado, este se sometió a la voluntad del Consejo Interterri­torial con todas las comunidade­s autónomas. En la reunión el president de Catalunya, sorprenden­temente, decidió tumbar la propuesta que él mismo había acordado con el Gobierno español. Ayer blanco, hoy negro.

Se puso histérico y, mientras el ministro Salvador Illa anunciaba restriccio­nes, el president amenazó con denunciar la decisión al Tribunal Supremo. A las pocas horas su vicepresid­ent (y socio de gobierno) anunciaba que ellos no aplaudían la decisión del president de judicializ­ar la situación y que se desmarcaba­n. Recibió, para nublar aún más el panorama, una llamada del conseller de Políticas Sociales presentánd­ole la dimisión irrevocabl­e .

Catalunya tiene nueve de las diez ciudades con más casos diagnostic­ados de España y el president de la Generalita­t ha decidido parapetars­e en su despacho acusando Madrid y España de todos los males del coronaviru­s. Nada de cerrar Catalunya. Jamás. Se acabó.

(Esto no es un relato veraz pero podría serlo: ¿y qué hubiera pasado? ¿Cómo reaccionar­ía judicial, social y políticame­nte España? ¿Otro 155? La historia, además, no es verosímil porque Catalunya no tiene president de la Generalita­t por un acto de desobedien­cia con una pancarta de quita y pon).

Este no es un relato verdadero pero

podría serlo perfectame­nte

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