¡Ojalá volviese Felipe González!

Cuanto más escucho las opiniones de Felipe González, el gran jarrón chino, sobre el desbarajuste nacional, más prefiero sus 78 años que los 48 de Pedro Sánchez o los 39 de Pablo Casado. ¿Es grave, doctor? A ningún articulista le gusta echarse años, estar de vuelta o tener novia en Alcalá, que ni es novia ni es na. Doctor: le juro que no me duele la nostalgia.

Cada vez, como les decía, que escucho a González tengo la sensación de estar en una España que no existe pero con mejor porvenir que la real.

Y llego a la conclusión de que estaríamos en mejores manos si un tipo como Felipe González estuviese en la Moncloa y no regalando opiniones certeras y afiladas que se las lleva el viento.

A diferencia de la ruta del bakalao, se puede gobernar y bien con 70 tacos o más. A las pruebas me remito: los dos candidatos a la Casa Blanca este 2020, el retorno histórico de De Gaulle en Francia con 68 años –cuando edificó la V República, una Capilla Sixtina de la estabilidad– o el de Winston Churchill en su último mandato electoral, con 77 años y ciertos hábitos etílicos que hoy nos parecerían incompatibles incluso con vivir cuando acaso le aportaban lucidez y sentido del humor.

No, uno no es tan idiota de pensar que Felipe González vaya a volver aunque a la vista del panorama... ¿De qué debate España? De todo menos de cómo invertir los providenciales fondos para la reconstrucción de la UE, con el agravante “patriótico” de que la Generalitat podría estar ausente de la reunión del 26 de octubre de Gobierno y presidentes autonómicos bajo la presencia de la mismísima jefa de la Comisión Europea (nuestro impagable Juan Domingo es proclive a la silla vacía.

Mon dieu!).

En muchos hombres, la edad juega a favor del liderazgo político. Han desaparecido las pulsiones sexuales o los afanes de labrarse un patrimonio. Lo esencial, en cambio, empleo del tiempo inclusive, manda. Y una hora de lucidez cunde más que 24 de todo pollo sin cabeza.

Es una lástima que en este país haya gobernantes tan jóvenes y ministros tan jóvenes e ineptos, como el tal Garzón. Una generación proclive a atacar “el régimen del 78” sin ofrecer a cambio nada, ni siquiera sensatez o concordia en días tan adversos para la gente.

Los partidos políticos priman la mediocridad. Son fábricas de ir tirando y no salir del rebaño.

¡Que desperdicio de líderes por eso de la edad!

Prefiero los 78

años de un jarrón chino a los 48 de Pedro Sánchez o los 39

de Casado