Persona planeta
El mundo está en permanente cambio desde la irrupción de la Covid-19 y son muchas las cuestiones pendientes de resolver. La medicina y la ciencia están en el centro de atención, a la espera de la vacuna salvadora. Nosotros, los ciudadanos de a pie, más que meter presión a los científicos o ver al otro como agente de infección, podemos apelar a nuestra solidaridad. Un sentimiento que prosperó durante el confinamiento, pero que en estos días anda a la baja. Antes salías a la calle a pasear al perro y en esa ciudad fantasma empatizabas con los héroes que sostenían los servicios mínimos arriesgando sus vidas. Por no hablar de todos los médicos y sanitarios que sostuvieron jornadas infinitas. Había solidaridad en la escalera de vecinos, en las familias y una férrea disciplina para salir juntos del atolladero.
Hoy, ya desconfinados, pensamos que todo se ha acabado, como si pudiéramos regresar a lo de siempre, siendo de nuevo más egoístas, egocéntricos e individualistas.
Ayudar, empatizar y pensar en el otro es algo fundamental para alimentar un sentimiento que ha salvado a la humanidad de desastres mayores como guerras o catástrofes naturales. El cine, desde Dunkerque a Lo imposible, ha dejado muestras incontables de comportamientos solidarios que podríamos repasar en estos días de libre albedrío. Nos miramos al ombligo pero carecemos de autocrítica u opinión respecto a lo que hemos hecho mal como colectivo humano para que un pequeño organismo haya convulsionado nuestras vidas. Tal vez es tiempo de valorar la forma que tenemos de relacionarnos con un planeta exhausto de nosotros. Al igual que en la clásica película Ultimátum a la Tierra un alienígena venía a decirnos que dejáramos de jugar con las bombas atómicas, parece como si la Tierra nos hubiera enviado una señal.
La solidaridad y la ecosofía, o sabiduría de la tierra, son valores a recuperar. Como propuso el sociólogo Theodore Roszak, impulsado por los aires utópicos de la contracultura y el movimiento hippie, somos personas planeta, con derecho a una conciencia personal con la que discernir y una global o planetaria para prosperar.
La vía del autoconocimiento nos hace personas. La competencia nos convierte en individuos. El individualismo colectivo nos transforma en seres antisociales alienados. Son palabras escritas hace más de 40 años, antes de que llegaran las redes sociales y los walking dead.
Podemos restaurar el diálogo entre la persona y el planeta, siendo solidarios no sólo entre nosotros sino con los seres que nos rodean y el entorno que nos acoge.
Mensajes de otro tiempo que hoy nos pueden ayudar.