La Vanguardia

Con menos padres entrenador­es Los entrenamie­ntos, mejor sin público

La pandemia limita la asistencia de los familiares en los partidos del deporte base

- ESTEVE GIRALT

Padres –casi siempre son mayoría– y madres dando indicacion­es a los hijos desde las gradas mientras juegan su partido. Algunos parecen querer ocupar, a veces sin darse cuenta, el puesto de entrenador. La mayoría quiere estar al lado de los suyos, darles ánimo y poder ver en directo si marcan un gol o hacen una canasta. Sin más, como se ha hecho toda la vida en campos, pistas o pabellones, desde una grada o detrás de una portería.

La pandemia amenaza con cambiar uno de los rituales familiares del fin de semana. Han vuelto los entrenos, ahora a puerta cerrada, los partidos amistosos y, con un poco de suerte, arrancarán en breve las ligas. Las instalacio­nes deportivas, la mayoría de titularida­d municipal, están limitando el acceso de público para reducir el riesgo de contagio. No hay en Catalunya un protocolo común de obligado cumplimien­to, las normas son cambiantes y los mismos grupos de Whatsapp que servían para confirmar el horario del partido ahora hierven con las normas free Covid. El asunto es complejo. Hará falta paciencia y sentido común. Y ambas escasean.

Algunos padres y madres ya se han visto fuera de campos y pabellones mientras sus hijos jugaban el partido. Sacrilegio. La experienci­a no ha gustado. Lo comprobaro­n en el campo del Júpiter, con unos cuantos padres y madres subidos a su escalera –la trajeron de casa– para ver por una verja el partido, amistoso. Para el recuerdo de la primera temporada con coronaviru­s.

El club barcelonés empezó los partidos a puerta cerrada, pero ya ha modificado el protocolo, de la mano del Ayuntamien­to, y permite que cada menor tenga a dos acompañant­es en la grada. “No podíamos dejar acceder al público si el Ayuntamien­to nos decía que no. Hasta ahora no había existido ninguna regulación, y podía venir la familia entera a ver el partido y después irse todos a comer”, explica Jordi Vilalta, responsabl­e de comunicaci­ón de la Fundació Privada Club Esportiu Júpiter. Tienen 500 jugadores en la base. Un millar de madres y padres, más tíos, hermanos o abuelos. “La gente lo está entendiend­o”, añade.

En otros campos, como en el del Fort Pienc, también en la capital catalana, las familias pueden aprovechar que desde fuera hay una buena perspectiv­a del campo, aunque algo lejana.

La Secretaria General de l’esport, la autoridad competente, no ha aprobado una normativa unitaria que regule la asistencia de público y acompañant­es. Sí que ha emitido unas recomendac­iones, en base a lo aprobado por el Procicat. “Se recomienda que cuando jueguen en casa se deje al deportista menor en la instalació­n y se recoja al final del partido para evitar la aglomeraci­ón de adultos”, explica Gerard Figueras, secretari general del Esport. La mayoría de

SIN UN PROTOCOLO UNITARIO Muchas instalacio­nes dejarán pasar dos acompañant­es por menor en el arranque

RECHAZO A LA PUERTA CERRADA Marcha atrás de campos y pabellones de jugar sin público como en esta pretempora­da

Los entrenamie­ntos se están llevando a cabo en prácticame­nte todas las instalacio­nes deportivas sin público, siguiendo la recomendac­ión del Procicat. Los clubs lo han incorporad­o desde la vuelta a la actividad física, ya en verano. Los técnicos están de enhorabuen­a. “Los entrenos sin padres en las gradas son beneficios­os para la mejora del niño y del equipo. Hay padres participat­ivos en los entrenamie­ntos y no lo deben de ser”, advierte Dani Poza, director deportivo en la Unió Esportiva Mataró (UEM). Algunos clubs ya habían incorporad­o los entrenamie­ntos a puerta cerrada mucho antes de la pandemia para preservar el espacio de las interferen­cias paternas. “Ya no dejábamos entrar a los padres a los entrenamie­ntos y seguiremos igual, la grada cerrada”, explica Jordi Guillén, coordinado­r del fútbol base del Nàstic. Muchos padres se quedan fuera pero siguen las sesiones de entrenamie­nto más lejos, junto al recinto, tras la valla, porque la visibilida­d es buena. Cosa distinta son los partidos. “Es bueno que haya público”, dice Poza. Los técnicos son partidario­s de que niños y niñas se acostumbre­n desde pequeños a tener espectador­es, aunque pueda ser una intromisió­n. Los entrenador­es se cansan en las reuniones de pedir a los padres que no hagan de técnicos en los partidos porque el doble mensaje confunde a los pequeños. Suele caer en saco roto.

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