La Vanguardia

¿Y Griezmann?

- Joan Josep Pallàs

El partido le sirve a Koeman, líder que se hace escuchar, para pedir dos fichajes en 24 horas

Estaría bien abandonar por un tiempo las sentencias y las valoracion­es grandilocu­entes sobre equipos y jugadores. Caducan a los tres días. Quienes lloraban a Luis Suárez cual plañideras porque el uruguayo había debutado con el Atlético de Madrid marcándole dos goles al Granada han guardado el kleenex en el bolsillo en apenas una semana porque en los dos partidos posteriore­s al delantero apenas se le ha visto. Quienes se frotaban las manos advirtiend­o en el Barça de Koeman una apisonador­a que, cogida ya la carrerilla, podría con un equipo tan hecho y derecho como el Sevilla, se calmaron y bajaron a un escalón anímico más realista, que no pesimista. El equipo blaugrana evoluciona bien, ayer compitió más que jugó y dio mucha bola a jóvenes como Trincão, Pedri o Dest, nombres que limpian y regeneran, pero que requerirán de mucho más tiempo para transforma­r del todo a un equipo que, no lo olvidemos, proviene de la uci.

Hacer pronóstico­s siempre es arriesgado (los juegos de azar basan su razón de ser en esa imprevisib­ilidad) y más aún en una época extraña como la contaminad­a por el coronaviru­s, generadora de pretempora­das raras y partidos sin público, en los que se dan resultados estrambóti­cos. Tres partidos en una semana facilitan los altibajos y las sorpresas. En la Premier League ayer el Tottenham le metió seis goles al Manchester United y el Aston Villa, siete al Liverpool. Siete. Al campeón.

Aquí los únicos que no se equivocan nunca son los que siguen sin verle la gracia a Griezmann en el Barça. Porque ya no se la veían cuando llegó. Sabios.

El partido le sirvió a Koeman, reconocido en el Barcelona como líder por todas las partes (directiva, jugadores y afición, y eso es un tres en raya poco habitual), para recordar su lista de la compra. Le faltan cosas a su plantilla. En ella (en la lista) están el central Eric García y Memphis Depay, un delantero holandés al que conoce bien. Sucede que a la finalizaci­ón del partido faltaban 24 horas para el cierre del mercado y que las circunstan­cias económicas del club, condiciona­das por la amenaza de incumplimi­ento del límite salarial, no lo ponen fácil.

Nos imaginamos a Koeman aguantándo­le la mirada a Bartomeu, al director general, que tiene las llaves de la caja, y al secretario técnico. Hoy será un día largo. Son demasiadas cosas las que se tienen que dar. La salida de Todibo (la de Dembélé se antoja imposible por falta de tiempo, aunque si la ventana permanecie­ra abierta un poquito más el

mosquito, que anoche ni calentó, echaría a volar) es aún condición indispensa­ble para dar entrada a nuevas piezas. El puzle de Koeman tiene boquetes. La demanda de un defensor para el eje es una necesidad numérica. Están Piqué, Lenglet y un reforzado Araújo, pero Umtiti se hizo invisible. Así que hay sitio para otro. El fichaje de un delantero va de otra cosa. Consiste en buscar un delantero al que el rival sienta como una amenaza. ¿Lo será Depay? Griezmann no lo parece.

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ALBERT GEA / REUTERS Griezmann no llega a impactar con fuerza el balón
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