EL BARÇA EN 3D
Primer obstáculo al 4-2-3-1
Por primera vez el Barça se encontró delante a un equipo con más ritmo que él y dispuesto a correr. Y esto es lo que provocó que gran parte del partido se sucediera en un contexto de ida-vuelta en el que el Barça experimentó el principal riesgo del 4-2-3-1: romperse como equipo. Eso es lo que explica que los blaugrana no tuvieran la continuidad habitual en el juego. En el minuto 30 (el tramo que más acentuó este hecho), el Sevilla acumulaba más pases (269 por 241) y, al final del partido, los disparos se equipararon (13 para el Barça, 12 para el Sevilla) y la posesión casi también (54%, 46%). Un aviso para el equipo. Este es el riesgo que tendrá que minimizar.
Las segundas acciones
En el fútbol actual, las jugadas no terminan cuando se produce un remate. Ya no existe ese punto de relajación propio de la conclusión de una acción. Esta es la razón por la que las transiciones y las segundas acciones se han convertido en un hecho tan relevante. Y el encuentro de ayer es la demostración perfecta ya que justo así llegaron los dos goles. En el primero, un Araújo que cuajó un buen encuentro responde bien al primer salto, pero no sigue activado en la acción que permite el 1-0 de De Jong y, en el 1-1 de Coutinho, Koundé no lee el posible rechace quedándose excesivamente en el medio.
Dest y De Jong, mediapunta
En el minuto 75, Koeman realizó un reajuste interesante a partir de dos movimientos. El primero de ellos, obligado. La lesión de Alba aceleró el debut de Dest por la izquierda. El segundo fue elevar la posición de De Jong en la mediapunta para implantar un medio del campo más estable posicionalmente. La variación mejoró algo a los blaugrana. Pasaron de un 53% de posesión a un 60% y dispararon cinco veces en este tramo. Dest dejó su sello en una primera acción en la que a pesar de actuar a pierna no hábil se jugó un uno contra uno para después asociarse rápido y corto con Messi. De Jong llegó bien al área y se juntó más a los pivotes.