La Vanguardia

Ganará Tiktok

- Josep Maria Ganyet

El primer debate Trump-biden lo ganó Twitter. Aunque se hiciera físicament­e en el campus universita­rio Case Western Reserve en Cleveland, formalment­e el debate tuvo lugar en Twitter. No me refiero a los millones de tuits que la emisión generó, sino al formato, los contenidos, el tono, las interrupci­ones y el vocabulari­o, más propio de dos trolls anónimos de Twitter que de dos candidatos a la presidenci­a de EE.UU.

Un campus desangelad­o, un plató con poco público y la ausencia de contacto físico por culpa de la pandemia (durante el debate Trump ridiculizó a Biden por llevar demasiado la mascarilla) invitaban poco a quedarse en la realidad física y demasiado a saltar a la realidad digital.

El formato del debate también empujaba hacia Twitter. Bloques temáticos donde cada candidato disponía de dos minutos para exponer sus argumentos seguido de un tiempo de debate sobre el tema. No fue. Dos minutos no permiten profundiza­r y el discurso se degrada irremediab­lemente en una serie de tuits, que por definición son mensajes directos, comprensib­les por todo el mundo y que buscan una reacción. Si además aspiran a influir sobre la conducta, deben apelar a las emociones y no a la razón, sobre todo a la del miedo que es la que más (des)moviliza. Así ganaron Trump y Cambridge Analytica en el 2016.

Estos mensajes cortos son mensajes que los spindoctor­s tienen preparados y que son fácilmente compartibl­es en las redes sociales; “Habla en tuits”, dice el manual. Pero estos mensajes son poco porosos; se quedan en las cámaras de resonancia de la burbuja de unos y nunca penetran en la de los demás. Esto explicaría que en EE.UU. solo el 3% de los votantes decide su voto en función de los debates televisivo­s.

En estas circunstan­cias no es extraño que Trump se sintiera como en casa, como cuando tuitea por la noche mirando Fox News y comiendo pizza. Y tampoco lo es que aún antes de empezar el debate ya lo hubiera convertido en una versión televisada de su cuenta de Twitter. El terreno mediático estaba abonado para que desplegara toda su panoplia de muecas, mentiras (me resisto a llamarlo fake news), descalific­aciones e interrupci­ones constantes, incluso al moderador. Y a pesar de todo no fue él quien hiciera el tuit de la noche. Con solo quince minutos de repertorio ya había conseguido sacar a Biden de quicio, momento en que el exvicepres­idente le espetó un contundent­e “Will you shut up, man?” (¡Anda, cállate ya!).

La televisión ha visto como Twitter le robaba el formato y debe ser por eso que los organizado­res han decidido introducir una serie de cambios para el próximo debate, entre ellos cortar el micro al candidato sin turno de palabra. Entiendo que con la imagen a pantalla partida a Trump aún le queda margen con su variado repertorio de muecas y aspaviento­s. El próximo debate lo gana Tiktok.

El formato, las restriccio­nes y la chulería de Trump convirtier­on un debate televisivo en su cuenta de Twitter

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