“Hay trabajadores en ERTE que recurren al Banco de Alimentos”
Dificultades para hacer frente al pago de suministros, alquileres e hipotecas
“Tenemos la sensación de estar inmersos en un caos y no vemos la salida”, comenta con pesadumbre Manoli Izquierdo. El calvario de esta empleada de hotel de 48 años y su marido –ambos afectados por un ERTE– es el que atraviesan muchos de los 720.000 trabajadores que se encuentran en esta situación medio año después de que se impulsara este mecanismo para evitar despidos masivos por la pandemia.
Con un hijo de 19 años –estudiante– a cargo, Izquierdo asegura que ha habido meses en los que “no ha percibido ningún ingreso” debido al colapso del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) tras el alud de expedientes registrados durante el estado de alarma. Consumido todo el dinero de la cuenta bancaria, admite que han tenido “que tirar de tarjeta”. En la mayoría de casos los ahorros han frenado el golpe, como también le ha ocurrido a Diogo Freitas, portugués de 31 años y empleado de un conocido hotel barcelonés. El joven denuncia que estuvo sin cobrar el subsidio desde marzo hasta mediados de agosto. Pese a que el 70% de los hoteles de la ciudad siguen cerrados por la falta de turismo y eventos, Freitas se muestra esperanzado de que pronto “todo vuelva a la normalidad”, aunque se plantea buscar trabajo en otro país si la situación se prolonga.
Los trabajadores en ERTE siguen viviendo
“con mucha incertidumbre y angustia por no saber si acabarán perdiendo el empleo”, explica la secretaria de Política Sindical de UGT Catalunya, Nuria Gilgado, al tiempo que advierte que muchos de ellos tienen dificultades para subsistir, puesto que la prestación que perciben corresponde al 70 % de la base de cotización –entre 1.098 euros y 1.411 euros máximo, dependiendo de la situación familiar– y proceden de sectores con salarios bajos y condiciones precarias. “Los que han consumido ya todos sus ahorros se preguntan si pueden buscar trabajo en otro sitio y cómo afectará a su prestación por desempleo, quieren trabajar como sea”, explica Jesús Lodeiro, secretario sectorial de Hostelería y Turismo de UGT Catalunya y afectado por un ERTE. En su caso, desde hace 41 años trabaja en un lujoso hotel de la ciudad que permanece cerrado con pocas expectativas de reapertura tras la anulación o aplazamiento de varios eventos, como el Mobile World Congress (MWC).
Según los sindicatos, los empleados de hostelería, restauración y ocio nocturno son los más perjudicados. “Cuando nos confinaron en marzo, muchos pensamos que después de Semana Santa estos sectores empezarían a recuperarse, pero no ha sido así”, apunta el delegado de hostelería de la Federación de Servicios de CC.OO., Paco Galván, que también está afectado por un ERTE. Sobre la tardanza en regularizar el pago de las prestaciones –algunas continúan sin llegar–, asegura que “muchos afectados se han quedado sin líquido para pagar hipotecas, alquileres o consumo de suministros básicos”.
Y aún cobrando la prestación correspondiente, a menudo esta no es suficiente . “Barcelona es una ciudad muy cara, con alquileres altos. Mucha gente llegaba al límite ya antes de la pandemia”, avisa Galván, que asevera que hay trabajadores en ERTE recurriendo a comedores sociales o al Banco de Alimentos. Otro ejemplo. Vladimir Moreno, de 57 años, con un hijo estudiante de 22, explica que con los 1.200 euros brutos del ERTE y los 400 euros del subsidio por desempleo que cobra su mujer no les alcanza para suministros, alimentación y estudios. “Pensaba que en tres o cuatro meses saldríamos de esta situación, pero ahora no veo el fin”, admite.
Los sindicatos alertan de que muchos afectados por expedientes proceden de sectores con salarios bajos