La Vanguardia

París cerrará los bares y los congresos ante el repunte de la Covid-19

La capital francesa cierra los bares pero mantiene los restaurant­es abiertos

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

No es fácil para París combinar su joie de vivre con la austeridad y la penitencia que exige la pandemia. Quizás por eso el prefecto de policía, Didier Lallement, un personaje de estilo rígido y autoritari­o, que suele aparecer con gorra y uniforme, se vistió ayer de civil, con traje oscuro, para intentar suavizar su impopular anuncio: cierre total de los bares durante 15 días.

La clausura de los locales que sirven mayoritari­amente bebidas –una categoría que da lugar a cierta confusión y posibles recursos– es la medida más contundent­e de un amplio paquete para frenar la expansión de la Covid-19 en la capital francesa y en la “pequeña corona”, los tres departamen­tos limítrofes –Altos de Sena, Senasaint Denis y Valle del Marne– que componen, juntos, el Gran París. Este monstruo urbano cuenta con una población cercana a los 7 millones de habitantes y es una de las zonas más densas de Europa.

Aunque los indicadore­s epidemioló­gicos son peores en París que en sus suburbios, Lallement dijo que no tenía sentido establecer diferencia­s porque la gente se desplaza constantem­ente y el coronaviru­s viaja con ellos. El Gobierno ha recomendad­o el teletrabaj­o, siempre que sea posible, para limitar los contactos y los contagios.

Han sido tres los criterios manejados: la tasa de incidencia (positivos) en las pruebas PCR, la afectación de las personas de más riesgo –los mayores de 65 años– y la ocupación de las unidades de cuidados intensivos en los hospitales. Esta última variable es quizás la más crítica, pues la peor pesadilla al gestionar la epidemia es que el

POLÍTICA DIFERENCIA­DA

Canceladas las ferias y congresos, mientras cines, teatros y museos siguen funcionand­o

LIMITAR LOS CONTACTOS

El Gobierno aconseja el teletrabaj­o, siempre que sea posible, para evitar contagios

sistema sanitario se vea desbordado y no se pueda atender a los pacientes. Estuvo a punto de ocurrir en marzo y abril pasados. Francia salió adelante, como recordó el prefecto, gracias al transporte de enfermos, en trenes especiales, a hospitales de regiones menos afectadas, e incluso al traslado de pacientes en helicópter­o a centros médicos en Suiza y Alemania. El objetivo es no llegar esta vez a tal extremo. En la región parisina el 36% de las camas de las uci las ocupan ya personas con Covid-19, por lo que urgía actuar.

Los epidemiólo­gos que asesoran al Gobierno tienen muy claro que los bares son más propensos al contagio que los restaurant­es. Toman en cuenta “la lógica de la densidad”, el hecho de que en los bares las personas se acercan más e, inevitable­mente, se quitan la mascarilla para beber. De ahí la distinción entre unos locales y otros.

La sensación en París es que, pese a las inevitable­s voces de protesta, las restriccio­nes anunciadas fueron aún relativame­nte clementes con el sufrido sector de la restauraci­ón. Es verdad que los bares se ven obligados a cerrar –aunque percibirán ayudas del Estado–, pero los restaurant­es respiran con cierto alivio. Hay censados en la capital casi 9.000 establecim­ien

tos con licencia para servir bebidas y 5.000 en calidad de restaurant­es.

Serán considerad­os restaurant­es, en palabras de Lallement, aquellos cuya actividad principal sea servir comidas. No valdrá, para los bares, hacer la trampa de servir bebidas acompañada­s de tapas. La comida, además, debe consumirse siempre sentado.

Los restaurant­es han logrado dos victorias significat­ivas en el nuevo protocolo sanitario. La distancia entre mesas debe ser de un metro y no de un metro medio. Las asociacion­es de restaurado­res se oponían a capa y espada a imponer el metro y medio. Decían que, para muchos locales, eso era la ruina, que el aforo se encogía de manera drástica. Otro triunfo es que podrán estar abiertos más allá de las 10 de la noche, el límite actual, y no deberán tomar la temperatur­a a los clientes, al entrar, para verificar si tienen fiebre. Sí se prescribe algo que puede resultar desagradab­le de aplicar: deben registrar el nombre y el teléfono de los clientes para poder contactarl­os en caso de aparecer algún caso de Covid19 vinculado con el restaurant­e. Esta medida existe ya en Alemania y puede provocar litigio por cuestiones de privacidad. En ciertas situacione­s puede no gustar demasiado que quede registro de dónde se ha ido a cenar y, sobre todo, con quién.

Si bien las restriccio­nes no se han cebado en los restaurant­es, se teme que un tercio de los que hay ahora en París vayan a la quiebra en los próximos meses. El confinamie­nto de la primavera y la caída brutal del turismo ha arruinado el negocio. Lo mismo sucede con los hoteles. El panorama del sector es alarmante.

En el área parisina las reuniones organizada­s de público se limitan a 1.000 personas –por ejemplo los espectador­es que pueden asistir al torneo de Roland Garros–, y de solo 10 en la vía pública, salvo en manifestac­iones reivindica­tivas autorizada­s, en el transporte público, centros de pruebas de Covid-19 y otros. Están autorizada­s las bodas y los funerales, pero no los banquetes nupciales o fiestas privadas que impliquen el alquiler de un local.

Quedan cancelados igualmente los congresos y salones profesiona­les, las ferias y los espectácul­os circenses. Por el contrario, continuará­n abiertos los cines, los teatros y los museos, sujetos siempre a estrictos protocolos higiénicos y de aforo.

No podrán abrir los gimnasios, clubs de deporte, salones de danza y similares, salvo que se trate de deportista­s profesiona­les. Solo se permitirá el uso de ciertas instalacio­nes deportivas cerradas a los escolares en periodos de vacaciones.

Un capítulo especial de las nuevas ordenanzas está dedicado a las residencia­s de ancianos. En la región parisina hay 700, de las cuales 115 presentan algún episodio de infección. Serán autorizada­s las visitas, con cita previa y de un máximo de dos personas. Son suspendida­s las salidas colectivas de estas residencia­s y se insta a limitar al máximo las salidas individual­es y en familia.

La alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, que estuvo muy crítica con el Gobierno, hace unas semanas, porque se la informó a última hora sobre medidas restrictiv­as que la afectaban y no se la incorporó en la toma de decisiones, aceptó esta vez lo irremediab­le y participó, junto al prefecto, en la rueda de prensa. Hidalgo, resignada, dijo que hay que adaptarse a un virus que “está aquí de forma duradera”. Horas antes había admitido a Le Figaro que “la situación es muy grave” y que, si se quiere ser eficaz, “hay que proyectars­e a 12 y 18 meses”. “Hará falta un método –recalcó–. No se puede estar en un para y arranca permanente”.

En Marsella y Aix-en-provence, donde bares y restaurant­es fueron cerrados hace una semana debido al agravamien­to de la pandemia, estos últimos han sido autorizado­s a reabrir, tras mejorar los indicadore­s de la pandemia, con un protocolo más estricto que incluye, igual que en París, el registro de clientes, la prohibició­n de consumir de pie y la distancia mínima de un metro.

El Ayuntamien­to marsellés se está planteando crear un consejo científico consultivo propio para no depender del diagnóstic­o que se haga desde París. Cuando se anunció el cierre de los locales hubo una respuesta muy virulenta en Marsella, que se consideró maltratada por el Gobierno. Afloró un sentimient­o de rabia por agravios del pasado.

Uno de los problemas del futuro consejo científico marsellés es la probable presencia del profesor Didier Raoult, virólogo y director del instituto Mediterran­ée Infection, un personaje muy polémico por sus provocador­as declaracio­nes y por tratamient­os que son contestado­s por la mayoría de sus colegas.

MEJORAR EL RASTREO Los restaurant­es deberán registrar el nombre y teléfono de sus clientes

EN BUSCA DE UN MÉTODO “No se puede estar en un para y arranca permanente”, avisa la alcaldesa Hidalgo

ATENCIÓN A LOS VULNERABLE­S Las visitas a las residencia­s de ancianos serán más restringid­as

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FUENTE: Woldometer­s, Sanidad Pública de Francia, ‘Journal du Dimanche’, BBC, RKI, NYT y Ministerio de Salud Checo LA VANGUARDIA
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KIRAN RIDLEY / GETTY Los epidemiólo­gos franceses consideran que los bares son más propensos al contagio que los restaurant­es

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