La Vanguardia

Italia obligará a usar mascarilla­s al aire libre

Conte planea restriccio­nes ante el aumento de contagios

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

El “milagro italiano” se ha terminado. El país europeo que estaba sufriendo menos la segunda ola del coronaviru­s que otros grandes estados europeos vuelve a temer un recrudecim­iento de la pandemia en los próximos meses. Si en las últimas semanas los nuevos casos de Covid-19 habrían logrado mantenerse por debajo del umbral de los 2.000 diarios, estos últimos días se han disparado. Ayer el país transalpin­o registró 2.257 nuevos contagios, menos que los 2.578 del domingo, pero también con muchas menos pruebas: solo 60.200. El sábado hubo más de 2.800 infectados. La alarma es absoluta.

El Gobierno de Giuseppe Conte tiene entre las manos un nuevo decreto con más restriccio­nes que con toda probabilid­ad será presentado hoy por el ministro de Sanidad, Roberto Speranza, y firmado por el primer ministro este miércoles. Entre otras cosas, el

Ejecutivo obligará a los italianos a llevar la mascarilla siempre, incluso al aire libre, algo que hasta ahora solo habían impuesto algunas regiones, la última el Lacio, la semana pasada. Según anticipan los medios de este país, las multas serán cuantiosas para quienes no respeten esta medida de precaución: la policía castigará con entre 400 y 3.000 euros a quien no lleve la mascarilla de forma correcta.

“Estamos todavía en plena pandemia –avisa el primer ministro Conte– y el constante aumento de contagios en toda Italia, aunque esté bajo control, nos impone a mantener la atención altísima y a continuar siendo muy prudentes, aun que sea renunciand­o a algunas libertades”.

El Ejecutivo italiano también valora anticipar la hora de cierre de los bares y restaurant­es, donde continuará prohibido bailar, según los medios locales. En Campania el gobernador Vincenzo de Luca ya ha emitido una ordenanza por la cual los bares, heladerías y pastelería­s deben cerrar a las 23 horas. Roma planea además limitar a un máximo de 200 personas los invitados a fiestas privadas después de ceremonias como bodas o bautizos. En el transporte público local se recordará que la capacidad de los autobuses y trenes no puede superar el 80% del número de asientos, pero no se prevé reducir esta capacidad.

La sensación que tienen las autoridade­s es que si bien los italianos cumplieron a rajatabla las órdenes de llevar mascarilla y mantener las distancias durante los meses más crudos de la pandemia, cuando Italia era el epicentro de la Covid-19 en Europa, ahora se están relajando. “Para excluir nuevos confinamie­ntos debemos limitar los contagios. El objetivo es no volver a confinar, por lo que debemos poner más atención y rigor a la hora de contener el virus”, avisó ayer el ministro de Economía, Roberto Gualtieri.

El titular de Sanidad también anunciará ante el Parlamento italiano la solicitud de prórroga del estado de emergencia hasta el 31 de enero, algo que ya había anticipado el mismo Conte. Esto no quiere decir que Italia vaya a vivir por fuerza un segundo confinamie­nto, sino que el Gobierno quiere continuar usando un recurso que le permite tomar decisiones sobre la Covid-19 sin tener que pasar por las cámaras parlamenta­rias. Es algo que da más poderes al Ejecutivo y agiliza los procedimie­ntos, siempre farragosos en Italia. Ya fue prolongado por primera vez en julio.

El Ejecutivo prorrogará el estado de emergencia hasta el 31 de enero para agilizar la toma de decisiones

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RICCARDO ANTIMIANI / EFE Una imagen de Cola di Rienzo en el vecindario de Prati, en Roma

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