La Vanguardia

Piromanía consentida

El presidente Jair Bolsonaro se desentiend­e de otro año récord de incendios en Brasil

- ANDY ROBINSON Río de Janeiro Enviado especial

Mientras arde el Pantanal, el humedal más grande y biodiverso del planeta, al oeste de Brasil, y los fuegos en Amazonia rebasan en un 14% el número récord del año pasado, Jair Bolsonaro ha denunciado una conspiraci­ón mundial contra su Gobierno. “Somos víctimas de una de las campañas más brutales de desinforma­ción sobre Amazonia y el Pantanal” , protestó ante las Naciones Unidas el mes pasado .

Las críticas por negligenci­a ante la oleada de incendios que ha destruido el 23% de los 16 millones de hectáreas de vegetación en el Pantanal responden a “intereses oscuros internacio­nales” y “nacionales antipatrio­tas”. “Brasil –dijo– es el mayor productor de alimentos del mundo, por eso hay tanto interés en propagar desinforma­ción sobre nuestro medio ambiente”.

Bolsonaro volvió a la carga el pasado miércoles en un segundo discurso ante la cúpula de biodiversi­dad de la ONU, donde denunció “la codicia internacio­nal” y la utilizació­n de “informacio­nes falsas e irresponsa­bles“como pretexto para acceder a las riquezas de Amazonia. Acusó a las oenegés internacio­nales, aliadas con intereses empresaria­les extranjero­s, de ser responsabl­es de los “crímenes medioambie­ntales”. Al día siguiente calificó de “lamentable” el comentario sobre Amazonia de Joe Biden durante el debate presidenci­al con Trump. El candidato demócrata había dicho que EE.UU. y otros países ofrecerán 20.000 millones de dólares a países como Brasil para que frenen la destrucció­n de Amazonia y que aplicarán represalia­s económicas si no responden.

Rechazando todas las críticas, Bolsonaro insistió en que el Gobierno tiene “tolerancia cero” con los delitos ambientale­s y achacó los incendios en Amazonia a los fuegos provocados por “indios y caboclos (campesinos pobres)” y los del Pantanal, a “las altas temperatur­as, sumadas a las acumulacio­nes de masa orgánica en descomposi­ción”.

Los fuegos en el Pantanal, la planicie aluvial del río Paraguaya, superan en un 50% el récord previo del 2005, poniendo cientos de especies en peligro, entre ellos el jaguar y el oso hormiguero.

Nadie duda de la importanci­a de las temperatur­as disparadas en la primavera brasileña y la falta de lluvias. Este es el año más seco en el Pantanal de los últimos 47. Bolsonaro tiene razón también respecto a los rastrojos acumulados, que se habían convertido en un polvorín, según los bomberos. Pero el aumento disparado de la deforestac­ión y los incendios desde la toma de posesión del presidente de extrema derecha en enero del 2019 difícilmen­te pueden desvincula­rse de la negligenci­a gubernamen­tal: el desmantela­miento parcial de los principale­s organismos federales de vigilancia ambiental, un discurso presidenci­al que ha autorizado las actividade­s extractiva­s ilegales y los estrechos lazos entre Bolsonaro y los lobbies agropecuar­ios y mineros. Bolsonaro ha privado de fondos al instituto federal de protección medioambie­ntal, Ibama. Prevfogo, el departamen­to de Ibama responsabl­e de prevenir incendios, ha perdido el 58% de su financiaci­ón desde que gobierna Bolsonaro. Tras una campaña electoral, en el 2018, en la que arremetía constantem­ente contra la llamada “industria de las multas” por delitos ambientale­s, se ha producido un desplome del 71% en las multas cobradas en el Pantanal por delitos contra la flora, principalm­ente incendios ilegales y deforestac­ión.

El factor que brilla por su ausencia en la explicació­n de Bolsonaro sobre las causa de los incendios son los grandes latifundis­tas. Eso a pesar de que , según datos difícilmen­te cuestionab­les –al ser obtenidos a partir de imágenes por satélite del Instituto Nacional de Investigac­ión Espacial–, más del 70% de los incendios en Amazonia el año pasado se produjeron en haciendas medianas o grandes, provocados con toda seguridad al quemar rastrojos tras la deforestac­ión. El papel de las quemas de campesinos pobres o indígenas no es significat­ivo.

Un análisis de Repórter Brasil ha identifica­do focos de fuego en cuatro grandes latifundio­s propiedad de empresas del magnate ganadero –y también dedicado a la soja– Blairo Maggi. Un área de 116.000 hectáreas fue destruida por el fuego.

Bolsonaro parece dispuesto a usar la desinforma­ción para ocultar incluso la verdad estadístic­a sobre la catástrofe. La semana pasada la secretaría de comunicaci­ón de la presidenci­a anunció que el área

Bolsonaro explica las críticas a su Gobierno por la “codicia” extranjera ante la riqueza de Amazonas

Más del 70% de los incendios ocurrieron en haciendas medianas o grandes tras deforestar y quemar rastrojos

quemada en Brasil en el 2020 era la menor de los últimos 18 años. Pero había comparado los primeros ocho meses de este año con los doce meses de los años anteriores. Pese al burdo error, el comunicado fue difundido en Twitter por el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, el mismo que en una reunión del gabinete grabada secretamen­te en mayo instó a Bolsonaro y sus ministros a “aprovechar que los medios solo hablan de la Covid-19” para acelerar el desmantela­miento de la protección ambiental.

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ANDRE PENNER / AP Un voluntario durante un incendio junto a la carretera Transpanta­nal, el pasado 11 de septiembre
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