Gastar más, bien y rápido
Las reglas de consolidación fiscal para el 2020 y el 2021 han sido suspendidas por el Gobierno, según comunicó ayer oficialmente la ministra de Hacienda, Maria Jesús Montero, a las comunidades autónomas en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera. De cara al año próximo les propuso, eso sí, que limiten su déficit al 2,2% del producto interior bruto (PIB), aunque se trata solo de una recomendación.
La citada decisión de establecer libertad de endeudamiento, que es extensible a la propia Administración central y a las corporaciones locales, tiene una enorme trascendencia. Es la primera vez que se adopta desde que España entró en la Unión Europea y supone, en la práctica, barra libre para el gasto público durante los próximos dos años. Esto está en línea con la política fiscal expansiva recomendada por la Comisión Europea para acelerar al máximo la recuperación de la economía tras la dura recesión provocada por la Covid-19.
España, sin embargo, ha tomado dicha decisión con mucho retraso porque fue en marzo pasado cuando Bruselas activó la cláusula general de salvaguarda del pacto de estabilidad y crecimiento durante este año y el 2021 para que los estados miembros pudieran dejar en suspenso la regla de gasto y la senda de consolidación vigente.
Pero la clave de la nueva etapa no debe ser únicamente endeudarse para gastar más sino gastar bien. No debería invertirse un euro sin el correspondiente estudio sobre el adecuado retorno económico y social del proyecto al que vaya dirigido. Deberían establecerse controles muy estrictos a nivel de cada administración, tanto técnicos como políticos. El precedente de una política similar en España –el famoso Plan E del gobierno Zapatero– se tradujo en masivas inversiones totalmente improductivas y en un enorme despilfarro de dinero público. Eso no debería repetirse bajo ningún concepto. Deberían crearse organismos independientes, formados entre sector público y privado, que revisaran los proyectos y decidieran las inversiones con mayor retorno económico, tecnológico, social y de creación de empleo.
La barra libre para el gasto público se ha adoptado sin que haya todavía presupuestos generales del Estado para el año próximo, ni completa seguridad de que vaya a haberlos. En unos momentos en que se necesitan decisiones rápidas para combatir la recesión más profunda desde la Guerra Civil hasta hoy, España va con retraso también en la adopción de leyes y de medidas que puedan apuntalar la recuperación económica y la creación de empleo.
Para hoy el Consejo de Ministros tiene previsto, en el marco de esa nueva libertad, aprobar el límite de gasto no financiero (techo de gasto) y actualizar el cuadro macroeconómico necesario para ajustar su proyecto de presupuestos del Estado. Mañana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentará el llamado Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española a la patronal, los sindicatos y los veintisiete embajadores de la Unión Europea. El día 26 lo hará a las comunidades autónomas. Este plan debe ser la base para arbitrar y decidir las millonarias inversiones que deben llegar de Bruselas a partir del 2021 y durante los próximos años y que constituyen un auténtico plan Marshall para España. Pero en eso también vamos con retraso.
Además de gastar más y de hacerlo bien, también es necesario gastar rápido para reactivar la economía cuanto antes. Para ello es urgente establecer mecanismos de colaboración y codecisión con la iniciativa privada. Esta suma de esfuerzos sería la mejor garantía de eficacia para una adecuada inversión del dinero que asegure la necesaria transformación económica y de progreso de España. Políticos y sociedad civil deben reaccionar con urgencia para definir y concretar una adecuada gestión económica que, como hemos dicho, permita gastar más, gastar rápido y gastar bien. Esta es la ecuación de éxito en estos momentos.
España va con retraso en los planes para invertir el mayor endeudamiento público y la ayuda europea