La Vanguardia

En valenciano en Argentina, che

- Màrius Serra

Cuando Mario Alberto Kempes oficiaba de comentaris­ta deportivo para Canal 9 bromeaba relacionan­do su argentinís­imo che (“qué bueno que viniste”) con el equipo che, referido al Valencia. En el Delta del Ebro usan xeic y más al norte xic, pero el origen de la interjecci­ón xe, tan frecuente en Valencia, parece que es un mero refuerzo del sonido que hacemos con la lengua al chistar a alguien. En estos últimos meses, la broma de Kempes ha dado un giro inesperado. El lingüista venezolano Ángel Rosenblat (1902-84) ya había atribuido el origen del che argentino al xe valenciano, pero su teoría fue desestimad­a. Parece claro que la sílaba del Che Guevara proviene de una lengua amerindia. Está la hipótesis del araucano, la lengua de los mapuche: che significa gente y mapu che, gente de la tierra.

Pero la hipótesis araucana no convence porque es muy extraño que no hayan dejado ningún rastro en Chile, el otro Estado con población mapuche. El origen más probable es el guaraní. En la lengua más hablada en Paraguay che es un posesivo, su paso de pronombre a vocativo es lingüístic­amente posible y, además, el che argentino también se usa en Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil.

Desde hace unos meses, la hipótesis valenciana toma fuerza. Coincide que en el país de Messi se ha reavivado la polémica del lenguaje inclusivo. Sí, una de esas luchas simbólicas con que la militancia de una causa se distrae cuando se ve incapaz de modificar la realidad dura de la cuestión. Aquí se enarbola la analogía entre el género gramatical y el género sexual en las lenguas románicas. Ahora en Argentina vuelven a discutir sobre la importanci­a de establecer una marca de género que supere el binarismo y evite el sexismo. Obviamente, el rifirrafe también es generacion­al y se puede leer en términos de lucha contra los postulados de los académicos. La RAE y sus filiales representa­n una gerontocra­cia uniformada a la que apetece desbordar. Tal vez por eso hoy el lenguaje inclusivo argentino es el valenciano. En vez de desdoblar “argentinos y argentinas” o usar signos impronunci­ables como “argentin@s” o “argentin*s”, han decidido que el género no marcado sea la e: “argentines”. Así, una frase anodina como “las chicas están cansadas” en el neoargenti­no inclusivo sería “les chiques están cansades” e incluso, para simplifica­r (y porque es más guay) “les xikes estan kansades”. Es decir, que la teoría valenciani­sta del lingüista Ángel Rosenblat que Mario Alberto Kempes usaba en Canal 9 para hacerse el che-xe yeyé hoy es una realidad. Blaveros, dejen de quejarse del pancatalan­ismo, que ahora el valenciano es “el idioma de los argentinos”.

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