La Vanguardia

Donde las dan las toman

- Quim Monzó

Ahora resulta que la Rambla de Barcelona quiere hacerse perdonar. El domingo, en las páginas de la sección Vivir había dos reportajes donde esa vía se reivindica­ba. El primero, de Silvia Angulo, habla de la anunciada reforma que nunca llega. El segundo, de Luis Benvenuty, va de la escasa actividad comercial que hay y de los cambios de estrategia de algunos tenderos para intentar sobrevivir. De vender souvenirs a fundas para móviles, por ejemplo. En el subtítulo, una frase que lo deja claro: “El paseo pide otra oportunida­d a los barcelones­es”.

Fermín Villar, presidente de Amics de la Rambla, dice a Angulo: “Hemos reclamado al Ayuntamien­to que actúe cuanto antes mejor. Que empiece ahora las obras de reforma, pero el plan todavía no está acabado. No podemos reventar la Rambla dentro de dos años, cuando vuelvan los visitantes y los comercios y restaurant­es estén otra vez llenos”. Es decir, que lo que de verdad les interesa son los visitantes, no recuperar el amor de los barcelones­es. No es ninguna sorpresa. El concejal de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, dice: “La intención es organizar actos atractivos para que la gente de Barcelona venga a esta arteria”. Si le hiciéramos caso, algunos tendríamos que ir con GPS porque la Rambla desapareci­ó de nuestro imaginario barcelonés desde que empezaron a expulsarno­s de forma pausada y metódica. Benvenuty habla con Cosmin, un camarero que desde hace dos décadas atiende una terraza: “Como ahora muchos propietari­os tienen tanto miedo que están aflojando con los alquileres, servimos cañas a tres euros. [¡Cañas a tres euros, wow!]yano servimos solo aquellas grandes jarras. Pero la gente de la ciudad no viene”.

La “gente de la ciudad” ha acabado hasta los huevos de la Rambla y de la trama de intereses que se ha creado ahí desde hace un cuarto de siglo. Se ha explicado tantas veces que no vale la pena repetirlo una más. Si alguien todavía no lo ha entendido es que vive en la inopia mental. La Rambla ha sido el cónyuge que se enamora de un amante con la cartera llena de billetes y que, por ese motivo, deja de lado a la persona con quien vivía, que es más pobre que una rata. Pero ahora, a consecuenc­ia de la pandemia el amante con dinero ha desapareci­do del mapa y la Rambla, arrepentid­a y sin blanca, dice a los barcelones­es que fue un enamoramie­nto fugaz y que es a nosotros a quienes de verdad ama. Pedir perdón es fácil y barato. Si te dicen que de acuerdo y te dan un besito, todo eso que tienes. Y si no, te quedas como estás y listos, que es lo que pasa ahora. Ninguna pena por la Rambla.

Dice el refrán ramblero: ‘Gato escaldado, del agua

fría huye’

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