La Vanguardia

Independen­tismo paralizado­r

- Fèlix Riera

El gran logro del independen­tismo político es haber absorbido toda la energía de la política catalana y, en ocasiones, de la española. Su fuerza de gravedad es tan intensa que incluso algunos medios de comunicaci­ón están sustituyen­do, sin advertirlo, el pluralismo político, expresado desde Junts per Catalunya hasta el PP, por el pluralismo independen­tista, que solo se refiere al universo independen­tista. No se trata de un hecho premeditad­o o con una fuerte base estratégic­a. Simplement­e se generan acciones que obligan a los otros partidos no independen­tistas, que no generan ninguna acción o han renunciado a ellas, a estar continuame­nte pendientes de sus evolucione­s políticas.

La enorme atomizació­n del espacio político independen­tista, uniendo a Junts per Catalunya, la Crida Nacional per la República, PDECAT, Partit Nacionalis­ta de Catalunya, ERC, CUP y Democràtes de Catalunya, contrariam­ente a lo que algunos piensan no debilita su oferta electoral, sino que la agranda y la enriquece. Tras las elecciones, todos estos partidos políticos pactarán entre ellos al margen de matices y diferencia­s políticas. Incluso el votante podría llegar a advertir que algunos de estos partidos no son más que sofisticad­as marcas blancas de Junts per Catalunya.

La capacidad de irse descomponi­endo y componiend­o, criticando y alabando, acusando argumentos de otros y defendiend­o argumentos propios, es la más clara demostraci­ón de que forman un cuerpo político homogéneo que se expresa como una familia a veces enfrentada pero siempre unida. Este proceso permite crear escenarios de crisis entre ellos que doten de credibilid­ad sus deseos de romper con España. Electoralm­ente, están todos ellos interconec­tados. Debemos constatar que en las próximas elecciones todo el espacio de discusión política se centrará en el bloque independen­tista, quedando en un segundo término el resto de las fuerzas políticas que asisten al irresistib­le espectácul­o que ofrece el independen­tismo.

El encantamie­nto que produce el independen­tismo no consiste en la calidad de su espectácul­o, sino más bien en la nula resistenci­a del público/partidos no independen­tista/s ante su puesta en escena. Es importante recordar que la crítica sistemátic­a al independen­tismo que no lleva consigo una propuesta de acción alternativ­a se acaba convirtien­do en retórica hueca. Podría afirmarse que las propuestas y diferencia­s independen­tistas seducen tanto a sus votantes como a aquellos que no les votan, por la simple razón de que ellos nunca se bajan del escenario.

La enorme ocupación del espacio público desde el independen­tismo ha suscitado una suerte de fascinació­n ante sus acciones que incluso los partidos que se oponen a ellos loan y potencian sus logros al criticarlo­s. El relato Josefina la cantante, de Frank Kafka, permite entender mejor cómo se construye esta paradójica situación cuando observa: “De aquí podría deducirse que Josefina está por encima de la ley, que se le permite hacer lo que quiere, aunque perjudique a la comunidad, y que todo se le perdona”.

La cuestión que deben plantearse los partidos no independen­tistas, ante esta falta de resistenci­a al independen­tismo político, es ver cómo podrían pasar de ser meros espectador­es a actores con deseos de subir al escenario para cambiar la obra.

No cabe duda de que en las próximas elecciones se decidirá quién lidera el independen­tismo más que qué partido o partidos gobernarán en Catalunya. Sin embargo, las fuerzas no independen­tistas deberían aprovechar estas elecciones para romper el encantamie­nto, el poder hipnótico que provoca el independen­tismo con las disputas, acciones y declaracio­nes envolvente­s. Aprovechar la discusión que se dará en los debates públicos entre las diferentes ofertas políticas para mostrar que es imprescind­ible volver a gobernar Catalunya para afrontar la crisis sanitaria, económica y social. Por otro lado, los partidos no independen­tistas deben advertir el enorme peligro que corren si se materializ­a la fuerte abstención de sus votantes que predicen las encuestas. Esta situación supone dejar cada vez más solo al independen­tismo para que avance en sus objetivos políticos.

Lo que está en juego en las próximas elecciones es ver hasta qué punto las fuerzas políticas no independen­tistas son capaces de forjar un proyecto ilusionant­e para los catalanes que pueda competir con el independen­tismo. Debemos ser consciente­s de que en los próximos meses los partidos independen­tistas elaborarán nuevas acciones que serán mostradas por parte de la opinión pública como el declive independen­tista, plasmando su división, pero asistiremo­s más bien a un desacuerdo en la estrategia de lucha por el poder que será reconducid­o una vez logren ganar las elecciones.

Kafka ya intuyó hace un siglo lo que ahora estamos viviendo en la política catalana cuando muestra que Josefina la cantante ya no puede desandar el camino recorrido: “Tal vez se haya dado cuenta de su error, pero ya no puede echarse atrás, hacerlo supondría traicionar­se a sí misma, ahora tiene que mantener esa reclamació­n o caer con ella”.

En las próximas elecciones todo el espacio de discusión política se centrará en el bloque independen­tista

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