La Vanguardia

El FMI anima a pisar el acelerador del gasto público y olvidar la deuda

El organismo asegura que elevar las inversione­s un 1% incrementa el PIB un 2,7%

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

El mensaje, en plena negociació­n en España de los presupuest­os, es muy explícito: hay que gastar más. El Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) invitó ayer en un estudio a pisar el acelerador del dinero público.

Curiosamen­te, el pasado 1 de octubre los técnicos de la institució­n en Washington enviaron una alerta en la que recordaron que a causa de la Covid, en comparació­n con finales del 2019, los coeficient­es de endeudamie­nto promedio en el 2021 aumentarán un 20% del PIB en las economías avanzadas, un 10% en los emergentes y cerca de un 7% en los países de bajos ingresos.

En este sentido, la apuesta por elevar las inversione­s públicas presentada ayer puede parecer algo contradict­oria con lo dicho unos pocos días antes. Porque este gasto necesariam­ente hará aumentar el endeudamie­nto, que ya se encuentra en niveles históricam­ente altos.

Sin embargo, las actuales condicione­s de financiaci­ón, muy favorables, suponen para el Fondo un buen aliciente para que los poderes públicos se rasquen los bolsillos. “El bajo nivel de las tasas de interés en todo el mundo apunta a que es un buen momento para invertir”, porque “su coste es reducido”. “El Fondo

tiene un poco de mala conciencia, porque en la crisis anterior del 2008 se excedió con el rigor”, comenta José García Montalvo, profesor de la UPF. “La receta de gastar más no es nueva, lo único es que recomienda utilizar canales como los fondos europeos para no aumentar demasiado la deuda de cada país”.

Así que para el FMI, ante esta crisis económica global se saldrá adelante gracias a la ayuda del Estado. Un llamamient­o a políticas keynesiana­s, un nuevo New Deal, ante “el derrumbami­ento de la economía mundial más brusco y profundo de la historia contemporá­nea”.

Según este organismo, “la inversión pública es esencial”. Este tipo de políticas “podría crear millones de puestos de trabajo directamen­te en el corto plazo y millones más de forma indirecta en el largo plazo. Un aumento de la inversión pública equivalent­e al 1% del PIB “podría incrementa­r la riqueza en un 2,7%, la inversión privada en un 10% y el empleo en un 1,2%”. Para la UE, esto supondría crear entre dos y tres millones de puestos de trabajo.

¿Dónde intervenir? La institució­n que dirige Kristalina Georgieva pone sobre la mesa algunos ejemplos muy concretos de cómo era la situación antes de la Covid. En las economías avanzadas, cita “el evidente deterioro de las carreteras y puentes”, –en Estados Unidos, la edad promedio de los puentes es actualment­e de 45 años, cuando “la vida útil típica de un puente es de 50 años”–mientras que en los países emergentes y en desarrollo señala “ingentes necesidade­s de infraestru­cturas de transporte, agua potable, saneamient­o”. Ahora, tras la pandemia, habrá que añadirle a esta lista “la atención de salud, la educación, la seguridad de los edificios, la seguridad del transporte y la infraestru­ctura digital”.

La exigencia de incrementa­r la presencia del Estado en la economía se debe también a que, según el FMI, la inversión privada en estos momentos es muy escasa, debido a la fuerte incertidum­bre acerca del futuro de la pandemia y las perspectiv­as económicas.

Al Estado le correspond­e pues tomar el relevo. El efecto multiplica­dor que se crearía, además, podría devolver la confianza precisamen­te al sector privado, que a su vez volvería a abrir los bolsillos e invertir.

Quien tiene poco margen de maniobra en este contexto son los países emergentes. “Si bien muchas economías avanzadas todavía tienen capacidad de endeudamie­nto, los países de mercados emergentes y los de bajo ingreso afrontan limitacion­es mucho más restrictiv­as de su capacidad de contraer nuevas deudas”, explicaban hace unos días.

Para ello, el Fondo cree que habría apoyar a las economías menos avanzadas, con el “objetivo de proporcion­ar un alivio da la deuda rápido y suficiente­mente profundo a los países que lo necesitan, lo que beneficiar­á no solo a estos países sino a todo el sistema”. En resumen, primero aliviar, luego invertir. Los Estados tienen la última palabra.

Los países emergentes, ya muy endeudados, tienen menor margen de maniobra

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DAVID BORRAT / EFE Las inversione­s en infraestru­cturas podrían crear millones de empleos en las economías avanzadas, según el Fondo

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