La Vanguardia

TRUMP EXPLOTA LOS GESTOS DE DESAFÍO AL VIRUS

Para Elkhart (Indiana), la capital mundial de las autocarava­nas, la pandemia del coronaviru­s ha sido una bendición

- BEATRIZ NAVARRO Elkhart (Indiana) Correspons­al

Donald Trump prosigue con la campaña electoral después de recibir el alta médica por coronaviru­s. El presidente norteameri­cano explota cada vez que tiene ocasión los gestos de desafío a la Covid-19, como hizo ayer, cuando lanzó su mascarilla a la multitud al inicio de un mitin en Orlando (Florida), uno de los estados clave de estas elecciones.

A Gary Davids se le ilumina la cara al mirar por la ventana y ver el parking vacío. “En un año normal tendríamos 120 o 150 autocarava­nas aparcadas. Ahora no hay más de media docena”, explica este agente de ventas de Internatio­nal RV World, uno de los decenas de distribuid­ores de autocarava­nas con sede en Elkhart (Indiana). Pero este no es un año normal. Este es un año excepciona­l. Excepciona­lmente bueno para este sector. Con la pandemia las casas rodantes se han convertido en una opción segura para huir del virus y las ventas se han disparado.

“En marzo, cuando llegó la Covid-19, no venían compradore­s. Pero ¡ay, cuando les dijeron que se tendrían que quedar en casa! Los americanos no se quedan en casa.

Venían en coche y, sin bajarse, señalaban la que querían y se la llevaban. Les daba igual el precio”, recuerda Davids. Con las escuelas cerradas, muchos estadounid­enses que podían teletrabaj­ar decidieron irse de viaje con sus familias, explica Davids. Su propia hija lleva cuatro meses de camping en camping mientras sus nietos siguen clase online.

“Ahora están en el Gran Cañón y de ahí irán a Arizona. Es una oportunida­d única”, cuenta con la misma ilusión que si fuera él quien viajara.

Su empresa vende caravanas clase C , cuyo precio ronda los 50.000 y 80.000 dólares. Las de clase A no cuestan menos de 200.000. Aun así, fabricante­s y distribuid­ores no dan abasto. Los pedidos hechos este mes no estarán listos hasta marzo.

La desesperac­ión de muchos ha sido la bonanza de este rincón de Indiana, Elkhart, una ciudad de 52.000 habitantes que a finales de los años 40 se autoprocla­mó “la capital mundial de las RV”, como se conoce en inglés, por sus siglas, a los vehículos recreativo­s. Si se cruza con una autocarava­na en una carretera de EE.UU., es muy posible que haya sido fabricada allí. El 90% de los que se venden en el país han salido de Elkhart. En su museo, el paraíso para los locos de las caravanas, se exponen piezas históricas, como un modelo de Ford de 1913.

Si hay un sector de la economía que está teniendo una recuperaci­ón en forma de V es este. A pesar de las órdenes de confinamie­nto, el parón de las fábricas y los problemas de suministro, la Asociación Internacio­nal de Autocarava­nas calcula que este año se venderán unas 424.400 unidades en EE.UU., un aumento del 4,5% respecto al 2019. Las previsione­s para el 2021 son aún mejores. El paro, que en abril se disparó hasta el 29%, en agosto cayó hasta el 6%. Hay carteles con ofertas de empleo por todas partes.

“Sabemos que la cosa se calmará pero, de momento, estamos teniendo el mejor año de nuestra historia y llevamos 57 años”, afirma Davids. Sus ventas han aumentado entre un 30 y un 40%. También las empresas que fabrican embarcacio­nes de remadas creo y pontones en Elkhart, aprovechan­do la especializ­ación de la mano de obra local, viven un boom.

La industria de las autocarava­nas está considerad­a uno de los barómetros de la salud de la economía en EE.UU. El motivo, que no son productos que se necesita tener sino que se desean. En el 2019, las ventas se enfriaron por primera vez en una década. Este año, con la pandemia, todos los indicadore­s económicos convencion­ales están en rojo. Algunas industrias locales han sufrido por los aranceles a China y la caída de la demanda pero en Elkhart se respira optimismo. Hay banderas y carteles de Donald Trump por todas partes.

Aunque en el 2008 Indiana se sumó a la ola de esperanza y ansias de cambio que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca, este es un estado sólidament­e republican­o. Trump ganó por 20 puntos a Hillary Clinton en el 2016. En el condado de Elkhart, por 23, y no se espera grandes cambios este año.

Elkhart y Goshen, epicentro de la industria de las RV, tienen la población de origen latino más importante del estado, más blanco que el resto del país. Los demócratas se han lanzado a por ellos. Muchos trabajador­es hispanos han recibido llao SMS para animarles a registrars­e y votar a Joe Biden.

Zoira, natural de Zacatecas (México), montadora de autocarava­nas en la fábrica de Keystone, tiene claro que no votará a Trump. “Lo que llama la atención es que sabe manejar la economía pero ya el resto pues no. A veces escucho cosas buenas de él en el trabajo pero se queda una sorprendid­a de que un latino pueda votarle”, reflexiona mientras come en un restaurant­e mexicano con sus hermanas y colegas. Son un equipo. Su amiga Ana Lucía es tapizadora.

A 20 minutos de Elkhart, vive una de las comunidade­s amish más importante­s de Indiana, con cierta tradición de empleos en sociedad. Su religión les impide conducir vehículos de motor pero no fabricarlo­s y muchos compaginan el trabajo en el campo con turnos en las fábricas, donde se los rifan por su dedicación y amor por el detalle. Hay excepcione­s pero como regla general los amish no votan. Ellos rezan, dicen.

Davids, de 72 años, tiene claro con quién va. “Trump es el mejor consejero delegado del país. Soy lo suficiente­mente abierto de mente para ver que ha cometido muchos errores pero no podría considerar votar a Biden y la izquierda”, dice. “Me da pena, creo que tiene todos los síntomas de demencia senil”.

En la taberna Red Bird, en Bristol, a pocos kilómetros de Elkhart, tienen devoción por Trump. Hay algo de orgullo recuperado. “Decimos que Elkhart es la capital mundial de las RV pero aquí fabricamos de todo. Obama nos mintió durante ocho años y la gente lo ve”, afirma Rocky, técnico jubilado. “Nos dijo que los buenos tiempos se habían acabado. y que teníamos que acostumbra­rnos. Trump ha demostrado que se equivocó”.

Si hay un sector que ha tenido una recuperaci­ón en forma de V es el de las autocarava­nas

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JONATHAN ERNST / REUTERS
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SCOTT OLSON / GETTY Un empleo para los amish. Su religión les impide conducir vehículos de motor pero no fabricarlo­s. En Indiana, compaginan el campo con las caravanas.
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en casa”, afirma Davids junto a una autocarava­na de lujo para 2-4 personas valorada en 80.000 dólares.
BEATRIZ NAVARRO Como churros. “Los americanos no se quedan en casa”, afirma Davids junto a una autocarava­na de lujo para 2-4 personas valorada en 80.000 dólares.
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