El Fondo de Recuperación peligra
No parece acertado, en plena pandemia de la Covid-19, querer vincular las ayudas del millonario Fondo de Recuperación europeo y del presupuesto europeo 2021-2027 al respeto del Estado de derecho en Polonia y Hungría. Es demasiado elevado el riesgo de pobreza y paro que puede provocar en el continente el bloqueo del gran proyecto de reconstrucción europea debido a la amenaza de veto de esos dos países si se les imponen condiciones políticas. La Unión Europea tiene otros mecanismos de presión que habría podido utilizar en el pasado o que puede aplicar más adelante. Ahora no es el momento de mezclar ambas cosas, ya que la situación de la economía y del empleo es crítica en muchos países.
El Fondo de Recuperación, para salir adelante, necesita ser revalidado por los parlamentos de los veintisiete estados miembros y, además, precisa también la luz verde del Parlamento Europeo, ya que es quien debe aprobar su reglamento, así como el marco financiero plurianual de la UE, en el que se deben encuadrar las partidas presupuestarias necesarias. Tanto en un caso como en otro son varios los países que quieren aprovechar esta ocasión para incluir el cumplimiento de los principios democráticos fundacionales de la UE como condición previa para poder recibir las millonarias ayudas. Solo dos países han sido apercibidos de incumplimiento de los mismos, y son los citados Polonia y Hungría.
Dichos estados, donde gobiernan partidos nacionalistas y autoritarios, han sido denunciados por la Comisión Europea por vulnerar la independencia del poder judicial, la libertad de expresión y los derechos de las minorías. Tanto Hungría como Polonia han hecho saber que no aceptarán condiciones políticas para recibir, a cambio, las ayudas de la UE. En este sentido, como hemos dicho, amenazan con vetar la aprobación del gran proyecto europeo de reconstrucción en sus parlamentos nacionales.
Paralelamente, en el Parlamento Europeo, crecen las presiones para endurecer las condiciones que afectarían a ambos países. Paradójicamente dichas presiones proceden de los conocidos como países frugales, con Holanda a la cabeza seguida de Suecia, Dinamarca y Finlandia. Estos quieren introducir modificaciones más exigentes en la propuesta de compromiso que hizo Alemania en su día para vincular el pago de los fondos de recuperación al cumplimiento del Estado de derecho. Cabe recordar que los países frugales son los que, desde el principio, se opusieron al Fondo de Recuperación europeo porque son donantes netos y no quieren que su dinero vaya a financiar a los países del sur, a los que califican de poco rigurosos con su gasto público. La duda que flota en el ambiente es si la postura radical de los países frugales para exigir el respeto al Estado de derecho a cambio de dinero responde a una sincera voluntad democrática o se trata, en cambio, de una maniobra para hacer descarrilar el Fondo de Recuperación, bien para bloquearlo o bien para negociar una sustanciosa rebaja de su cuantía.
En cualquier caso la realidad es que el millonario proyecto, en el que por primera vez en la historia de la UE se establece una solidaridad compartida, se halla doblemente amenazado por las amenazas de veto de ambos grupos de países, que podrían rechazarlo en sus respectivos parlamentos nacionales, y por el riesgo adicional de que el Parlamento Europeo no lograse mayoría para aprobar su reglamento y el marco fiscal presupuestario 2021-2027.
Todos los grandes avances comunitarios han sido siempre a base de profundas negociaciones, de intercambios y de un gran despliegue de la diplomacia, con tensión hasta el último minuto. En esta ocasión será necesario un esfuerzo supremo para sacar adelante el Fondo de Recuperación. La UE no puede permitirse ese fracaso porque pondría en cuestión su propia razón de ser, ni tampoco un retraso en su ejecución porque perjudicaría gravemente la rápida recuperación que la economía europea necesita, especialmente la de los países del sur.
Doble amenaza de bloqueo de los países ‘frugales’ y de Hungría y Polonia al gran plan europeo contra la crisis