Un hombre lobo del pirineo francés y un ‘Alien’ ruso llegan a Sitges
La ciencia ficción rusa está viviendo uno de sus mejores momentos y el festival de Sitges es el mejor escaparate para comprobarlo en esta edición tan extraña. Así lo demuestran películas ambientadas en la década de los ochenta como The Superdeep ,de Arseny Sukhin, fuera de concurso, o Sputnik, ópera prima de Egor Abramenko, proyectada ayer en la sección oficial a competición. El debut de Abramenko resulta un homenaje al Alien de Ridley Scott en toda regla, con bicho que se cuela en el cuerpo de un cosmonauta que regresa a la Tierra después de un accidente en su nave espacial. El director maneja con brío la cámara y sabe cómo mantener in crescendo la tensión con una puesta en escena de colores fríos y personajes de rostros inexpresivos que conforman el engranaje de un relato donde abunda el drama y unos efectos especiales de primer nivel. El protagonista, con un hijo en el orfanato, mantiene una relación simbiótica con la babosa criatura extraterrestre.
La aparición de una valiente neuropsicóloga llamada Tatiana Yurievna –brillante Oksana Akinshina– le ayudará a salir de una prisión en la que el ejército soviético guarda demasiados secretos. El miedo, el significado de heroísmo y el peso de las cosas que dejamos atrás son algunos de los elementos que juegan en una trama que, pese a ser predecible, se disfruta. Y de la ciencia ficción rusa a la fantasía rural que proponen los cineastas gemelos Ludovic y Zoran Boukherma en la delirante Teddy, incursión en el mito del hombre lobo enmarcado en un pueblo de los pirineos franceses y con el protagonismo de un joven pasado de vueltas que vive con su tía enferma, trabaja haciendo masajes y consume setas alucinógenas con su novia rica.
Cuando le ataca un lobo que está acabando con el ganado, sus deseos de salir de caza serán incontrolables. La película, con etiqueta oficial de Cannes, contagió algunas risas por lo absurdo de algunas situaciones y diálogos y tiene su mejor baza en la actuación de Anthony Bajon. Ayer también se pudieron degustar The book of vision, el viaje íntimo y sensorial de una misteriosa doctora a través de un manuscrito del siglo XVIII, con producción de Terrence Malick y The silencing, un thriller inquietante con el que Nikolaj Coster-waldau regresa a Sitges en la piel de un cazador en busca del asesino de su hija.
‘Sputnik’ y ‘The Superdeep’ demuestran la buena salud de la ciencia ficción rusa