Operalied
Diario de un desaparecido de L. Janácek
Intérpretes: N. Spence, tenor, H. Ressurreição mezzo, M. Gancedo, soprano, I. Mas, soprano I M. Tarragó, soprano. J. Drake, piano
Lugar y fecha: Sant Pau Recinte Modernista (13/10/2020)
El Festival LIFE Victoria sorprendió con una atractiva primicia, la del estreno catalán de la versión original a piano y voces de
Diario de un desaparecido (1919), de Janácek. Obra fascinante, a medio camino de un ciclo de canciones, pero con acotaciones escénicas en su partitura que la llevan a pedir una teatralización operística. Resultado de un amor sublimado, la del compositor moravo por una mujer casada y con hijo, Kamila Stösslová, a la que le separaban más de cuarenta años de diferencia. Janácek, en plena madurez, musicó un ciclo de 23 poemas donde un joven campesino, Janík, se enamora perdidamente de la gitana Zefka, madre de un hijo, por la que lo deja todo y se escapa con ella. Una suerte lejana de Carmen eslava, donde el protagonismo musical recae en el carácter naïve del campesino Janík. Impecable y apasionado Julius Drake al piano, quien engarzó el característico mundo sonoro de Janácek, deudor del folclore eslavo, rítmico y de rica sonoridad basada en el dialecto moravo. Drake brilló en su solo, una danza erótica sugerente y cuasi macabra. El tenor Nicky Spence se mostró pletórico, con un instrumento amplio, de emisión generosa, timbre incisivo y expansivo. A pesar de cierta nasalización en la emisión, con ligero cambio de color en el registro agudo, estrecho pero sonoro, ofreció un fraseo depurado, cuidada dicción y una actitud efusiva muy empática que convenció y sedujo al público. Elegante y sinuosa la voz de la mezzo portuguesa Helena Ressurreição, artista residente de la actual edición del LIFE Victoria, como la exótica Zefka. Bien empastado y tímbricamente muy atractivo el trío de voces femeninas compuesto por las sopranos Gancedo, Más y Tarragó. Un bis, la canción Muzikanti, de Janácek, cantada por los protagonistas cerró otra velada inspirada y sorprendente en la Sala Domènech i Muntaner de Sant Pau, convertida en templo de la óperalied.
Impecable y apasionado Julius Drake al piano, quien engarzó el característico mundo sonoro de Janácek