El Liceu de la Covid-19 se pone a prueba con un ‘Don Giovanni’ de corte psicológico
Un reparto mozartiano defiende el montaje de Christof Loy con Pons a la batuta
Después de décadas representando la ópera Don Giovanni desde una perspectiva abstracta y moderna, el director de escena Christof Loy vuelve al punto de partida del mito, vuelve a Tirso de Molina. Y esta producción de Frankfurt con la que el Liceu inaugura el día 24 (hasta el 8 de noviembre) una temporada que se prevé difícil hace una lectura existencial del personaje profundizando en su carácter psicológico. Y todo ambientado en el pasado, con escena y vestuario históricos. En el podio, Josep Pons, al frente de una Simfònica del Liceu más reducida de lo normal a fin de cumplir con las distancias de seguridad anti-covid19 –el clave de Dani Espasa se va a un palco–, lo que, según el director musical del teatro acerca el sonido al de los instrumentos originales.
Defiende vocalmente la partitura un elenco mozartiano de campanillas, con el barítono Christopher Maltman como protagonista, el bajo-barítono italiano Luca Pisaroni como su sirviente Leporello, y dos sopranos, Véronique Gens y Miah Persson, que en estos momentos estarían cantando la cancelada Dialogues des Carmélites de Poulenc y que aquí se reparten los papeles de Donna Elvira, enamorada incondicional de Don Giovanni, y Donna Anna, que quiere vengar la muerte de su padre a manos del seductor.
“Yo siempre había sido Elvira, me siento conectada a este personaje, pero cuando el Liceu me propuso debutar Anna me lo pensé un par de horas y acepté. Su tesitura es más alta, su temperamento más explosivo, no es de progresión lenta como Elvira, que hace un in crescendo final, pero el reto me está encantado”, afirma la británica Persson, muy agradecida al teatro barcelonés por hacer el esfuerzo de abrir.
“En Reino Unido intentamos hacer algún concierto, pero no hay ni conversaciones sobre cómo resolver el problema ni se habla de cuándo se reactivará la cultura”, indica la soprano. “En EE.UU. ya han dicho que no se abrirá hasta el verano, y Reino Unido lleva camino de hacer lo mismo, aunque los teatros imploran abrir, con todo lo necesario. Es muy decepcionante y es de cobardes –añade Maltman–, muchos países se esfuerzan y demuestran que no es fácil pero es posible...”. También Gens explica que tuvo problemas en Francia estos meses para sencillamente grabar. “No se quiere correr ningún riesgo pero sin cultura todo el mundo morirá, no solo los artistas.” A todo ello, Pisaroni aporta un dato: un estudio de la Asociación Italiana del Espectáculo indica que desde junio, en 2.782 espectáculos con 347.000 espectadores sodrama. lo ha habido un caso de contagio.
En el Liceu, los artistas del reparto serán los únicos sin mascarilla en escena. Se hacen tests semanales y forman una burbuja para poder acortar las distancias y mantener el Eso sí, alejados del coro, los extras y los músicos del foso.
Don Giovanni, adicto no ya al sexo sino al anhelo de sentirse vivo, de sentir atracción y que alguien le necesite –“es como el Conejo de terciopelo, un juguete que sabe que lo es y busca a alguien que lo quiera tanto que lo convierta en real”, dice Maltman–, percibe de entrada en este montaje su propia muerte reflejada en los ojos de su oponente moribundo, el commendatore. Ve sus propias limitaciones tras una vida dedicada al placer sin límites, cosa que refleja la partitura desde la primera nota de la obertura.
Ojo, habrá cortes en esta versión de Viena que Mozart adaptó tras el estreno de 1787 en Praga. Las partes que añadió serán las que se sacrifiquen para que el público abandone el teatro no más tarde de las 23 h., tal como exige el Procicat. ¿Qué partes son esas? Un fragmento del acto II que incluye el dúo de Zerlina y Leporello, recitativos y la famosa aria de Elvira “Mi tradì...”, por otra parte difícil para cualquier soprano que regresa de un confinamiento.
Maltman, Persson,gens o Pisaroni no usarán mascarilla y acortarán la distancia entre sí para mantener el drama